Durante todo el tiempo del embarazo, Mérida cuidó de Clarice, se aseguró de que nada le faltara y de que su madre no la molestara demasiado, pues no quería que se estresara más aún por nada, ya tenía suficiente con el estrés del embarazo y temía eso le afectara negativamente al bebé, después de todo, ya le preocupaba la actitud fría de Clarice con respecto al embarazo.
9 meses después Clarice entró en labor de parto, en ningún momento Mérida se separó de ella, el bebé tardó 10 horas en nacer, fue un trabajo duro pero todo salió bien, para antes del mediodía ambas se habían convertido en madres y Mérida sintió un gran alivio al ver que la frialdad de Clarice respecto al embarazo se desvaneció tras sostener a su bebé en brazos por primera vez.
– Es hermoso. –Dijo Clarice cargando al bebé.
– Sí, es idéntico a ti. –Dijo Mérida, (el bebé era un varón, su cabello era igual al de Mérida, además de ser pecoso, pero su rostro se parecía era el de Clarice).
– No, se parece más a ti que a mí. –Dijo Clarice.
– Bueno, no importa a quién se parece más, es nuestro hijo, es nuestro hermoso y perfecto hijo. –Dijo Mérida, en ese momento besó a Clarice.
– ¿Cuál será su nombre? –Preguntó Clarice.
– ¿Quieres que lo nombre yo? –Preguntó Mérida.
– Sí, honestamente, tú deseabas un hijo más que yo, ¿Re cuerdas? Fue idea tuya, adelante, nómbralo. –Dijo Clarice.
– Quiero que lleve el nombre de mi padre, Fergus, Fergus II. –Dijo Mérida acariciando la cabeza del bebé.
– Está bien, Fergus será, mi pequeño Fergus. –Dijo Clarice sonriendo.
– Nuestro hijo. –Dijo Mérida.
– ¿Crees que seremos buenas madres? –Preguntó Clarice.
– Por supuesto, lo seremos. –Dijo Mérida.
– Eso espero. –Dijo Clarice y Mérida la abrazó.
Durante todo su embarazo Clarice se preocupaba por la posibilidad de no poder ser una buena madre para su bebé, pero después de darlo a luz se esforzó por hacer lo mejor que pudiera, además no estaba sola en eso, tenía a Mérida, ella también se esforzaba por ser lo mejor posible por su hijo.
Cuando el pequeño Fergus nació, los padres de Mérida hicieron una fiesta en su honor, como era de esperarse, todos fueron invitados, héroes y villanos por igual estaban felices por Clarice y Mérida, incluyendo a Elsa; cada uno de los invitados llevó un regalo para el bebé, la mayoría llevó ropa y juguetes, pero Elsa les dio una manta, una especial (o más bien personal), la misma que ella usó cuando era una bebé.
– Felicidades por su hijo. –Dijo Elsa.
– Gracias. –Dijo Mérida.
– Me alegra que vinieras. –Dijo Clarice cargando al bebé.
– No me lo hubiera perdido por nada, sé que es un suceso especial para ti... para ustedes, estoy feliz por ambas. –Dijo Elsa sonriendo.
– ¿Quieres conocer al pequeño Fergus? –Preguntó Clarice.
– Sería un honor. –Dijo Elsa y Clarice se le acercó para que viera al niño.
– En lo personal creo que se parece más a Mérida que a mí, pero ella dice que se parece a mí. –Dijo Clarice.
– Tiene mucho de Mérida, pero... sus facciones faciales son parecidas a las tuyas, es un niño hermoso y se convertirá en un hombre muy bien parecido, de eso no hay duda. –Dijo Elsa.
– Gracias. –Dijo Clarice.
– Sí, gracias y gracias por tu regalo. –Dijo Mérida abrazando a Clarice.
– No fue nada, en fin, tengo que volver a lado de mi hermana, disculpen, Clarice... adiós. –Dijo Elsa.
– Adiós. –Dijo Clarice.
– Vamos Clarice, aún queda más invitados que saludar. –Dijo Mérida.
– Claro, tenemos que agradecerle a Maléfica por lo que hizo por nosotras. –Dijo Clarice.
– Sí, le debemos mucho. –Dijo Mérida, besó al bebé, después a Clarice y ella sonrió.
Después de la fiesta Clarice y Mérida dedicaron todo su tiempo en criar a su hijo, siempre estaban con él a excepciones de las veces que debían entrenar, estudiar o algo más, sin embargo Clarice lo buscaba tan pronto terminara, pues el bebé lloraba sin sus madres aunque estuviera a cargo de buenas nanas, a ella no le gustaba escucharlo llorar, por eso se esforzaba en no dejarlo solo mucho tiempo.
Con forme pasaron los años Fergus aprendió a caminar y hablar, Mérida y Clarice estaban felices y orgullosas de él, cuando cumplió 3 años la reina Elinor le consiguió un tutor para que comenzara sus estudios aunque Mérida y Clarice no estuvieron de acuerdo en que lo forzaran a estudiar a tan temprana edad, pero no pudieron evitarlo, sólo consiguieron convencer a la reina de darle únicamente 4 horas de clases al día al pequeño niño, al menos hasta que cumpliera 5 años.
Cuando Fergus cumplió 4 años y medio, Mérida convenció a Clarice de ser madres otra vez, nuevamente fueron con Maléfica a pedirle más poción, ella no tuvo inconvenientes en dárselas; Clarice volvió a ser quien se embarazara y el resultado de ese nuevo embarazo fueron un par de gemelas quienes nacieron unos meses después de que Fergus celebrara su quinto cumpleaños.
La primera gemela en nacer se llamó Edith, ella tenía el rostro de Mérida, sin embargo su cabello era negro como el de Clarice además de que era lacio y en todo su cuerpo no había ni una sola peca; la segunda en nacer se llamó Evelyn, su cabello también era lacio pero con un tono rojizo oscuro, al igual que su hermana, tenía el rostro de Mérida pero ninguna peca, (los nombres de las niñas los eligió Clarice).