Después de un par de días a caballo Mérida regresó a casa, durante el camino, no dejaba de pensar en lo distintas que habrían sido las cosas si se hubiera casado con Clarice, sentía lastima por todos los pueblos a los que nunca habría ayudado y por las consecuencias de lo mismo, pero lo que más le inquietaba era el destino que habría tenido Alison, pues sabía lo mucho que Clarice la amaba, además de que aunque no era su madre, Mérida sentía un gran cariño por ella, después de todo, la entrenó durante todos los años que Clarice estuvo desaparecida; le reconfortaba saber que en su mundo real, todo estaba bien. Antes de llegar a su castillo se encontró con Alison, quien parecía algo molesta y no dudo en bajar de su caballo y acercársele.
– Hola Alison. –Dijo Mérida.
– Mérida, no sabía que ya habías regresado. –Dijo Alison.
– Nadie lo sabe, apenas volví, eres la primera persona que veo. –Dijo Mérida.
– Ya veo ¿Se te ofrece algo? –Preguntó Alison.
– Parecías algo triste ¿Pasa algo? –Preguntó Mérida.
– Mi madre ha estado ausente mucho tiempo. –Dijo Alison.
– ¿Hablas de Clarice? Está en mi castillo con Daniel, puedes ir con ella cuando quieras, además pronto volverá al castillo de Elsa. –Dijo Mérida.
– Siento que mi madre se aleja de mí, no, no lo siento, eso es claro. –Dijo Alison.
– ¿De qué hablas? Ella te adora. –Dijo Mérida.
– ¡Cada vez prefiere estar con sus verdaderos hijos en vez de mí! Antes de irse siempre estaba con Johanna, ahora no se separa de Daniel, sé que él la necesitaba, pero...... desde que Johanna nació supe que llegaría el día en que ella dejaría de necesitarme. –Dijo Alison.
– No hablas así, haces que pareciera que para Clarice eres solo un artefacto que puede desechar en cualquier momento. –Dijo Mérida.
– Ella me recogió, mis verdaderos padres me tiraron como basura, si ellos se aburrieron de mí ¿Quién dice que Clarice no hará lo mismo? –Preguntó Alison, al escucharla Mérida la dio una fuerte bofetada.
– Jamás te atrevas a hablar así de Clarice, no puedo creer que después de tantos años, después de tanto...... amor que ella te ha dado, aún no puedes dejar de temer, no entiendes que a Clarice no le importa que no nacieras de ella, te ama, te ama más que a sus otros hijos, ella es tu madre, eres su hija. –Dijo Mérida.
– Y yo la amo, por eso me asusto. –Dijo Alison llorando.
– ¿Amarla te asusta? –Preguntó Mérida.
– Una parte de mí no puede olvidar que fui abandonada... y me asusta que algún día mi madre me diga que me vaya, que ya... no me necesita. –Dijo Alison aun llorando.
– Olvídate de eso, Clarice jamás te abandonaría, eres muy afortunada de tenerla ¿Jamás pensaste en cómo habría sido tu vida si Clarice no te hubiera encontrado? Pudiste haber muerto, pudiste haber sido criada por malas personas, pero ella te encontró, te convertiste en su legitima hija tan pronto te tuvo en sus brazos, -en ese momento Alison desvió la mirada-, mírame, Alison mírame, -Alison la miró-, ya olvida cualquier inquietud que tengas, Clarice jamás haría nada que te lastimara, jamás. –Dijo Mérida.
– Quiero a mi madre conmigo. –Dijo Alison.
– Deja de llorar, mira... si necesitas desahogar tu dolor y no te vasta conmigo, entonces habla con Clarice, dile cómo te sientes, seguramente ella sabrá reconfortarme mejor que yo. –Dijo Mérida abrazando a Alison.
– Está bien, gracias, aunque... no es diferente a lo que ya me han dicho antes, mi madre me dijo eso muchas veces cuando mis hermanos nacieron, aun así necesito oírlo seguido. –Dijo Alison.
– Ya tengo que irme, mi hijo me espera, me alegra haberte ayudado. –Dijo Mérida.
– Adiós. –Dijo Alison y Mérida se fue, aunque mientras seguía con su camino se topó con Elsa.
– Hola Mérida volviste. –Dijo Elsa.
– Hola Elsa. –Dijo Mérida.
– Tu hijo y Clarice te extrañaron mucho, aunque debo decirte que ella se ve más delgada ¿Antes de que te fueras estaba comiendo bien? –Preguntó Elsa.
– No, empezó a comer manzanas y nueces nada más. –Dijo Mérida.
– Eso es lo que comía cuando era Robín. –Dijo Elsa.
– Lo sé, voy a corregirlo. –Dijo Mérida.
– Está bien, pero si no lo logras entonces lo haré yo, después de todo pronto volverá a casa conmigo. –Dijo Elsa.
– Sí. –Dijo Mérida.
– Tengo que irme, estoy buscando a Alison, no ha estado de buen humor últimamente. –Dijo Elsa.
– Elsa...... antes de que te vayas...... hay algo que debo decirte, es sobre Clarice y yo. –Dijo Mérida.
– ¿Vas a decirme que te has estado acostando con ella? Porque si es así ahórratelo, ya lo sabía. –Dijo Elsa.
– ¿Lo sabías? –Preguntó Mérida sorprendida.
– Sabía que eso pasaría desde el momento en que Clarice me dijo que se iría contigo. –Dijo Elsa.
– ¿Entonces por qué la dejaste ir? –Preguntó Mérida.
– Porque su hijo la necesitaba ¿Qué clase de persona sería si no la hubiera dejado ir a ayudar a su niño? Además sé que no todo es culpa de Clarice, quiero decir, jamás dejas de seducirla, ella es fuerte en muchos aspectos, pero es débil en otros, tú lo sabes bien y te aprovechas, sé que si no lo hicieras ella jamás me habría sido infiel. –Dijo Elsa.