Pasaron el resto del día tranquilas, Maléfica, Mérida, Elsa y Alison ni siquiera volvieron a hablar con Clarice pues trataban de no levantar sospechas de nadie; Clarice por su parte, continuó a lado de la reina de corazones (una vez que despertó de su siesta), puso todo su esfuerzo en guardar las apariencias, aunque no era difícil para ella, después de todo le gustaba estar en el país de las maravillas.
Aunque todas trataron de mantenerse tranquilas, Alison estaba algo preocupada, no solo porque estaban cerca de realizar a medias un plan peligroso, sino por el comportamiento frio de Clarice, pues no hace mucho le habían dicho quién era ella en realidad, y aunque se había sorprendido en el momento, ahora parecía completamente indiferente, no podía distinguir si solo estaba fingiendo o si realmente no le importaba nada, esa incertidumbre la angustiaba, ya que creí que si seguía así podría elegir no volver a casa una vez que todo haya terminado. Las cosas continuaron así hasta que finalmente llego la noche y todos fueron a dormir, excepto las chicas, claro.
– Oigan... oigan ¿Están despiertas? –Preguntó Clarice, susurrando mientras tocaba la puerta de cada una de las chicas.
– Sí. –Dijo Elsa saliendo de su habitación igual que las demás.
– Despiertas y listas. –Dijo Mérida.
– Estupendo, tenemos que salir del castillo y colocarnos debajo de la ventana que da a la habitación de la reina. –Dijo Clarice.
– ¿Por qué? –Preguntó Maléfica.
– Porque así una de ustedes entrará y tomará el collar mientras las demás vigilaremos y avisaremos cuando se acerquen los guardias. –Dijo Clarice.
– ¿Una de nosotras? –Preguntó Elsa.
– ¿Quién será? –Preguntó Alison.
– Pues tú, claro. –Dijo Clarice señalando a Alison.
– ¡¿Yo?! –Dijo Alison sorprendida.
– ¡No grites! –Dijo Clarice susurrando.
– ¿Por qué ella? –Preguntó Elsa.
– Porque es la más joven y por ende, tiene mejor vista en la oscuridad, mejor oído y más velocidad, es lo que necesitamos. –Dijo Clarice.
– Pero ella.... –Dijo Elsa.
– Sé que te preocupa porque es tu hija, pero deberías tenerle más fe, ya no es una pequeña niña. –Dijo Clarice.
– Bien. –Dijo Elsa.
– Contamos contigo Alison. –Dijo Clarice y Alison asintió.
– De acuerdo entonces andando. –Dijo Mérida.
– Veo que quieres terminar pronto. –Dijo Clarice.
– Mientras más rápido terminemos con esto, más rápido volverás a casa. –Dijo Mérida.
– Claro, ya oyeron, andando. –Dijo Clarice y todas la siguieron fuera del castillo hasta la ventana de la habitación de la reina, pero para la sorpresa de las chicas, dicha ventana estaba casi a 20 metros de altura.
– ¿Quieres decirme cómo demonios va a subir Alison hasta allá? –Preguntó Maléfica.
– Con tu magia, es obvio. –Dijo Clarice.
– Ahora entiendo por qué querías oídos agudos. –Dijo Mérida.
– Dejen de quejarse y suban a esa niña. –Dijo Clarice.
– ¿Esa niña? –Preguntó Alison.
– No te sientas mal, recuerda que no tiene memoria. –Susurró Elsa al oído de Alison.
– Pero ya se lo habíamos dicho. –Dijo Alison.
– Escucha, ella no comprende los sentimientos entre madre e hija porque nunca los sintió hasta el día en que te encontró, así que no te preocupes si es un poco insensible, si conocieras todo su pasado entenderías porqué es así. –Dijo Elsa.
– Ustedes dos dejen de parlotear y concéntrense, no sabemos con cuanto tiempo contamos. –Dijo Clarice.
– Lo sentimos. –Dijo Alison.
– Bien, comencemos; Maléfica, usa tu magia y sube a Alison hasta esa ventana, no se preocupen, me aseguré de que estuviera abierta. –Dijo Clarice.
– De acuerdo, Alison debes mantenerte quieta para que no pierda la concentración. –Dijo Maléfica.
– Entendido. –Dijo Alison.
– Recuerda trae el collar, si los guardias se acercan te lanzaré una pequeña piedra como señal, entonces deberás saltar por la ventana y Maléfica detendrá tu caída con magia. –Dijo Clarice.
– Bien. –Dijo Alison.
– Estoy lista. –Dijo Maléfica.
– Entonces súbela. –Dijo Clarice.
– Suerte Alison. –Dijo Mérida.
– No te presiones. –Dijo Elsa; Alison sonrió tenuemente y Maléfica comenzó a subirla con cuidado.
Una vez que Alison llegó a la ventana, entró al cuarto de la reina de corazones; dentro, casi no pudo distinguir nada, todo era oscuridad salvo por la luz que daba la luna llena, gracias a eso podía ver en dónde estaba la cama de la reina. Alison notó varios muebles, un gran espejo en forma de corazón y un escritorio a lado izquierdo de la cama de la reina y se aproximó hacía él; ahí había un alhajero donde buscó ese collar verde, pero por desgracia no lo encontró, sin embargo cuando volvió a mirar a su alrededor notó que la reina de corazones estaba durmiendo con el collar.