Tal como lo habían planeado, Mérida y Maléfica se encargaron de mantener ocupados a cada guardia y cualquiera que trataba de interferir en la pelea; mientras tanto Elsa y Alison (con todo el dolor de su corazón) atacaron a Clarice, Elsa lanzaba ataques de hielo, mientras que Alison utilizaba sus puños y su espada. Aunque le costaba trabajo, Clarice lograba esquiva y bloquear muy bien cada ataque, sin embargo, Alison notó que con cada movimiento que hacía se cansaba más, casi no usaba magia, y sus movimientos físicos eran algo torpes, entonces entendió que tenía razón, quien sea que estaba controlando el cuerpo de su madre, no tenía idea de cómo usar su potencial real; cabe decir que en más de una ocasión, Clarice tuvo la oportunidad de herir severamente a Elsa o a Alison, pero no lo hizo.
La pelea cada vez se ponía peor, no solo los guardias a tacaban, también los habitantes del país de las maravillas, cada uno tenía trucos diferentes y extraños que confundían a Mérida y Maléfica; a Elsa y Alison no les iba mejor, aunque se habían prometido no contenerse, la realidad es que no pudieron evitarlo, sin embargo, después de un rato Clarice comenzó atacar con más fuerza y si ellas seguían así, iban a fracasar quitarle el collar.
– ¡Madre esto no funciona! –Dijo Alison.
– ¡No podemos parar ahora! –Dijo Elsa.
– ¡Cada vez llegan más! –Dijo Mérida.
– ¡Limítate a defenderte! –Dijo Maléfica.
– ¡He estado haciendo eso desde que empezamos! ¡Si esto empeora tendremos que huir! –Dijo Mérida.
– Si esto empeora...... ni siquiera seremos capaces de huir. –Dijo Maléfica en voz baja.
– Madre, por favor reacciona. –Susurró Alison.
– Clarice, te lo suplico, vuelve. –Dijo Elsa.
Desafortunada mente la batalla llegó a un punto donde ya no podían seguir atacando sin arriesgarse a herir de gravedad a alguien, Elsa y su hija se dieron cuenta de que estaban cerca de fracasa y quizá... hasta de morir, sobre todo porque Clarice ya había empezado a atacar con intención de matar; fue entonces cuando a Alison le llegó una idea, algo bastante radical, pero que podría funcionar para detener a Clarice lo suficiente para quitarle el collar.
– Madre, creo que ya sé que hacer. –Dijo Alison.
– Te escucho. –Dijo Elsa.
– Finge que ya no puedes pelear, mantén tu distancia, yo me encargaré de lo demás y si todo sale bien... cuando tengas la oportunidad... quítale a mamá el collar. –Dijo Alison, Elsa notó que se veía nerviosa.
– ¿Qué piensas hacer? –Preguntó Elsa.
– Lo necesario. –Dijo Alison y se alejó, Elsa no tuvo más opción que seguir el plan de Alison y mantenerse a distancia.
Alison corrió hacia Clarice lanzándole algunos ataques mágicos que Maléfica le enseñó, una vez que se le acercó más, la comenzó a atacar a golpes y con una daga; a Elsa le sorprendió lo que veía, pues Alison atacaba con más ferocidad que cuando empezaron, de hecho consiguió hacerle varios rasguño a Clarice, pero al ver que las cosas se estaban saliendo de control, Elsa se preocupó y, pese a lo que Alison le había dicho, trató de interferir.
– ¡Ya basta! –Dijo Elsa corriendo hacia Clarice.
– ¡No, madre! ¡No te muevas! –Dijo Alison. Al ver a Elsa acercándose, Clarice le lanzó un hechizo que la azotó contra la pared.
– ¡Elsa! –Dijo Mérida.
– Oh, no. –Dijo Maléfica.
– ¡Mamá! –Dijo Alison, en su desesperación tuvo un ataque de ira y volvió a atacar a Clarice, sin embargo, ella logró pararla a tiempo, Clarice la golpeó en el estómago, la arrojó con magia, tomó una espada y se aproximó a Alison.
– Debieron rendirse cuando tuvieron oportunidad, estúpida niña ¿De verdad creíste que podrías vencerme? Ahora morirás. –Dijo Clarice (poseída).
– ¡No! ¡Clarice! –Dijo Mérida, trató de detenerla, pero los guardias no le permitieron ni acercarse.
– Clarice. –Dijo Elsa desde el suelo, no tenía suficiente fuerza para ponerse de pie.
– Tus últimas palabras niña. –Dijo Clarice (poseída), alzando la espada.
– Mami... ayúdame. –Dijo Alison tirada en el suelo llorando.
– Qué tontería. –Dijo Clarice (poseída), pero después se dio cuenta que no podía bajar la espada y le temblaban las manos.
– Mami... volvamos a casa. –Dijo Alison, aun llorando.
– Maldición, no otra vez, tú no vas a vencerme ¡Estúpida sentimental! –Dijo Clarice (poseída).
– Mami... te amo, vuelve mamá. –Dijo Alison llorando extendiendo los brazos. En ese momento Clarice también empezó a llorar.
– Clarice dejó de moverse, es nuestra única oportunidad para quitarle el collar. –Dijo Maléfica.
– Pero nosotras no podemos acercarnos y Elsa no se puede mover. –Dijo Mérida.
– Lo sé, necesitamos un milagro. –Dijo Maléfica.
– Alison... ese era tu plan ¿Verdad? Si ella te lastimaba... dejaría de moverse para dejar de herirte. –Dijo Elsa. Trataba de ponerse de pie, pero no podía conseguirlo.
– ¡No! ¡Tú no vas a vencerme! ¡Soy el más grande hechicero que ha existido! ¡No perderé ante ti! –Dijo Clarice (poseída).