La musa de mis melodías [sangre Oscura #0.5]

Capítulo 2

Capítulo 2: Preocupaciones.

*Deimos*

Elevo la vista al cielo disfrutando del majestuoso atardecer, con los últimos rayos de sol filtrándose entre los frondosos árboles. Siempre me ha gustado el paisaje que se alza tras la mansión y sobre todo cuando en el patio se percibe el olor a cadáver en estado de descomposición.

Simplemente perfecto.

Extiendo las piernas sobre el pasto y ubico las palmas de mis manos a cada lado, disfrutando del combate cuerpo a cuerpo que mantienen Alya y Deneb en todo el centro del patio. Papá los analiza minuciosamente, buscando asegurarse de que tomó la decisión correcta.

Mi hermana se está preparando para su primer trabajo. Tanto que le rogó a papá para poder asistir a uno de los contratos hasta que este —a regañadientes— aceptó. Será la Sallow más joven en incursionar en el mundo del sicariato. Todos empezamos a eso de los diecisiete y ella con tan solo catorce años hará parte del negocio familiar.

Amo nuestro "don". Esta vieja maldición que nos convierte en los asesinos perfectos no es algo que aborrezca, de hecho, lo disfruto. El que mi familia se enriquezca con esto lo hace aún más increíble.

—¡Pártele la cara! —giro la cabeza hacia mi derecha enfocando mi vista en Adhara, que no deja de echarle porras a Alya para que le desfigure el rostro a Deneb.

Regreso mi atención a la pelea. Alya da dos golpes certeros en el abdomen de mi gemelo y este intenta pasar por alto el dolor, atestándole un puñetazo en la cara. Mi hermana escupe sangre hacia un lado y vuelve a irse sobre Deneb, combinando rodillazos y golpes que no dan tregua al intenso enfrentamiento.

Mi gemelo apenas logra defenderse y es que Alya es demasiado buena. Termina por tumbarlo sobre el pasto, ubicándose a horcajadas sobre él y envuelve sus pequeñas manos alrededor del cuello de Deneb, asfixiándolo.

Esperamos que lo suelte, pero no lo hace. A papá le saltan las alarmas y se apresura en acercarse a mis hermanos. Adhara y yo no tardamos en ponernos de pie, alertas por si hay que intervenir.

—Aly, ya se acabó. Ganaste —le habla papá en un tono dócil, pero en vez de persuadirla hace que incremente el agarre.

Mierda.

Deneb empieza a dar manotazos de ahogado y su rostro comienza a teñirse de un rojo obscuro. Si Alya no lo suelta en un par de minutos, morirá.

—Alya, escúchame. Concéntrate en mi voz —papá sigue hablándole, pero ella ni siquiera voltea a verlo. Está teniendo un ataque de ira, aún no puede controlarlos del todo y en ocasiones como esta es cuando se pierde—. Alya vas a matarlo.

Nada. No lo suelta y el rostro de Deneb empieza a tornarse morado.

Avanzo a grandes zancadas para intervenir. No me importa si la loca de mi hermana se me viene encima, pero me va a dejar sin gemelo y aunque a veces es insoportable, lo quiero vivo para rato.

Papá levanta la mano en señal de que me detenga y es él quien toma a Alya por los hombros con brusquedad. No tarda en ponerse a la defensiva, haciendo que papá la lleve al suelo y presione el menudo cuerpo de mi hermana contra su pecho.

Me apresuro en socorrer a Deneb quien tose como si padeciera de bronquitis mientras Darcy intenta restablecer a Alya que no deja de forcejear.

—¿Estás bien? —indago mientras le extiendo la mano para que se ponga de pie.

—Mi hermana intentó matarme... estoy perfecto —ironiza antes de toser repetidas veces y llevarse una mano al pecho en un vago intento por recuperar el aire.

Adhara se acerca para darle suaves palmaditas en la espalda y Deneb se aparta para observarla con desagrado. Mi hermana rueda los ojos y prefiere irse hasta donde Alya que ya se encuentra más calmada.

—Será mejor que entremos —recomienda papá. Alya y Adhara se adelantan mientras la más pequeña le cuchichea no sé qué.

—Te dije que le partieras la cara, no que lo mataras —alcanzo a escuchar y reprimo una risita. Alya se encoge de hombros restándole importancia.

Ya dentro, mis fosas nasales captan el exquisito olor de la cena y... ¿pastel quemado?

Alhena berrea frente al horno y mamá intenta calmarla, pero solo consigue que llore más fuerte.

—¿Qué sucede? —cuestiona Adhara un tanto desconcertada al igual que el resto.

—¡Se me quemó el pastel! —chilla nuestra hermana mayor a la vez que zapatea frustrada. Tiene harina hasta en el cabello y genera cierta gracia el verla con un mandil de abuelita.

—Alhe no pasa nada...

—¡No volveré a hornear nunca más! —continua con el drama y termina por salir corriendo de la cocina como alma que lleva el diablo.

—Ya se le pasará.

La cena transcurre entre risas y conversaciones amenas. Alhena baja luego de un rato con los ojos llorosos, pero ya luce más calmada. Adhara y Deneb se sumen en una discusión bastante infantil, ganándose una reprimenda por parte de papá y Alya... pues ella no dice nada.

Intercambia una que otra palabra con Darcy, pero eso es todo. Desde pequeña siempre ha sido reservada, prefiero usar ese término a decir que es una jodida amargada.

Pretendemos llevar una vida normal, más en el fondo sabemos que nunca será así. La muerte nos acompaña cual centinela y solo le basta con mover un dedo para que acabemos con todo lo bueno que nos rodea.

Luego de acabar con la cena, junto a Deneb, nos dirigimos hacia nuestra habitación. Es la más grande la mansión al ser compartida. Mientras mi gemelo se encierra en el baño para tomar una ducha, me apresuro en encender el CPU de la computadora, instalándome frente a la máquina.

Cuando termina de encenderse lo primero que hago es abrir mi Facebook. Tengo varios mensajes de chicas diciéndome lo bien que la pasaron conmigo hace algunas noches. Ruedo los ojos. Otra vez me están confundiendo con Deneb.

No entiendo. De hecho, no nos parecemos tanto. Yo tengo la cara más fina y el cabello más claro; él en cambio, es de mandíbula cuadrada y un poco más robusto.



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Editado: 29.06.2022

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