La musa de mis melodías [sangre Oscura #0.5]

Capítulo 4

Capítulo 4: “Necesito a mi mamá”.

[18 de Septiembre del 2010, sábado]

*Deimos*

—¡Fuego! —el grito de papá se oye lejano gracias a los audífonos de tiro.

Deneb posiciona el dedo índice en el gatillo y suelta múltiples disparos hacia el blanco con forma de persona. Este tiene varios círculos pintados en la parte del torso. La meta es atinar todos y cada uno de los disparos al círculo del centro, pero mi gemelo apenas logra llegar al tercero, ganándose una mirada reprobatoria por parte de papá.

Mi hermano intenta disimular su malestar a la vez que le tiende el arma a Alya. Ella no tarda en posicionarse como se debe. Las piernas separadas, una delante de la otra; los hombros rectos, el brazo derecho completamente estirado y usando de apoyo su mano izquierda para sostener el arma.

—¡Fuego! —Aly descarga el cartucho al soltar un disparo tras otro, atinando cada uno de ellos en el círculo central del blanco con una precisión envidiable.

Todos nos quitamos los audífonos y lo primero que se percibe son los aplausos de papá felicitando a la rubia, quien esboza una pequeña sonrisa maliciosa. Estas prácticas no hacen más que acrecentar su ego.

—Así de precisos deben ser —empieza mi progenitor señalando el blanco—. Aunque el nivel de Aly es muy bueno, me gustaría que llegaran a disparar como Alhena.

La susodicha levanta la cabeza de sopetón. Estaba más concentrada en sacarse un cuerito de esos que salen a los laterales de las uñas.

—¿Yo qué?

—Es tu turno —avanza hacia la pequeña mesita montable situada en el centro del patio y toma la Barrett.60cal. Un arma de largo alcance que a la vista parece pesar el doble que mi hermana, pero ella la manipula como si se tratara de un lápiz.

Todos volvemos a colocarnos los audífonos. Alhena posiciona el arma y suelta un único disparo hacia las copas de los árboles que dan inicio al bosque tras la mansión, logrando que un montón de aves emprendan el vuelo.

Como si mi hermana mayor poseyera una súper visión, consigue derribar a unos seis pájaros que se encuentran, literalmente, a más de cincuenta metros.

A mi lado, Adhara la observa como fan en el concierto de su artista favorito. ¿Quién no? Todos quisiéramos ser tan buenos como ella, pero no se puede negar que cada quien posee su fuerte.

Alhena vuelve a dejar el arma en donde estaba y voltea antes de hacer una reverencia.

—¡Eso fue increíble! —grita Adhara dando pequeños saltitos de emoción.

—Tan modesta como siempre —ironiza Alya negando con la cabeza. Alhena regresa hasta nosotros y le da un pequeño golpecito a la rubia en la frente, molestándola.

—La envidia es mala para la salud, Aly —canturrea en un tono burlón. Ella solo rueda los ojos.

—Pelean después —interviene papá, arrebatándole la Glock a Alya para entregársela a Adhara—. Tu turno estrellita.

Mi hermana se queda quieta detallando el arma. No quiere hacerlo, se le nota en la expresión. Traga grueso y un tanto indecisa, aferra su pequeña mano a la empuñadura del arma.

Avanza con pasos cortos hasta colocarse frente al blanco y todos volvemos a colocarnos los audífonos. Esperamos. Pasan largos segundos y nada. No levanta el arma, solo se queda allí parada observando fijamente al blanco.

Los cinco nos observamos bastante ansiosos y sin saber qué hacer. Es Alya la que toma la iniciativa. Se baja los audífonos con brusquedad y camina con premura hacia Adhara.

Empieza a darle indicaciones. Lo sé porque logro divisar el movimiento de sus labios mientras levanta los brazos de nuestra hermana menor. No entiendo qué tanto le dice hasta que por fin ambas asienten y Alya se aleja hasta volver con nosotros.

Desde esta distancia puedo ver con claridad cómo las manos le tiemblan y tiene la espalda tensa. No sé qué es lo que quiere probar papá, pero ya está más que claro que Adhara no es como nosotros.

Sucede lo que me temía. Dispara el arma y el fusil termina estrellándose en el césped. La errada posición que mantenía la manda hacia atrás, cayendo de culo sobre el piso. Todo sucede tan rápido que en menos de nada, la vemos retorcerse de dolor a la vez que hace presión en la mano que sangra.

De un momento a otro me veo corriendo hacia ella, no sin antes lanzar los audífonos a un lado. Su lloriqueo inunda mis oídos y es como tragar un montón de cuchillos pequeños. La rodeamos, logrando que todo se vuelva un embrollo de manos y cabezas intentando socorrerla. Hasta mamá termina saliendo por tanto alboroto.

No hace falta analizarlo mucho para saber que se lastimó con el martillo de la Golck. Error de novato. Si no sabes tomar bien un arma, por lo general terminas lastimándote el espacio que hay entre el dedo índice y el pulgar, como le acaba de pasar a Adhara.

Papá la atrae hacia su pecho mientras Alhena es quien ahora hace presión en la herida. Alya se convierte en el correcaminos al ir en busca del botiquín y Deneb toma la mano sana de Adhara, intentando transmitirle todo el apoyo posible.

No me queda más que mantenerme al margen pues, los tres se encuentran en una posición bastante incómoda y el llanto de Adhara no es muy alentador.

Alya llega con el bendito botiquín y mamá se lo arrebata antes de arrodillarse junto Alhena. Mi hermana deshace el agarre de la mano de Adhara, dejándole el espacio libre a mamá para que la cure.

—Perdóname… papá —dice en medio de la llorera y Darcy la abraza con más fuerza.

—No te disculpes estrellita, fue un accidente —apela nuestro progenitor atropellando una que otra palabra. Todos nos quedamos callados mientras prestamos atención a lo que mamá hace, lo único que se escucha son los sollozos de Adhara acompañados de uno que otro sorbido de nariz.

Mamá termina de vendar la mano de mi hermana y esta ya se encuentra un poco más calmada. Decidimos dar por terminada la práctica, ingresando a la mansión.



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Editado: 29.06.2022

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