La musa de mis melodías [sangre Oscura #0.5]

Capítulo 5

Capítulo 5: Reyes de la noche.

[23 de septiembre del 2010, jueves]

*Deimos*

—Nos gritaron que éramos unos marginados y bla, bla. Lo de siempre —le doy toda mi atención a Adhara, que me narra cómo le fue en su día mientras degusto la cena. Siempre me ha gustado la facilidad con la que se expresa y te saca tema de conversación. Lastima que no puede hacer lo mismo con Deneb. Por alguna razón, siempre terminan discutiendo—. La verdad es que me importa una…

No termina la frase, pues mamá le dedica una mirada asesina. Detesta las groserías.

—Mierda —Alya termina por ella con una sonrisa traviesa plasmada en el rostro.

—¡Alya! —le reprende nuestra progenitora y mi hermana se encoge de hombros, restándole importancia.

—¿A ti cómo te fue en el instituto? —cuestiona la menor de los cinco hacia mi gemelo.

—No te interesa —espeta Deneb antes de rodar los ojos. El enfado en Adhara es inmediato.

—Eres un idiota. Trato de ser amable y me respondes así.

—¿Acaso te estoy rogando que seas amable conmigo? —Ya van a empezar.

—¿Pueden callarse? Por una vez en mi vida quisiera comer en paz —agradezco mentalmente la intervención de Alhena—. ¿Qué les cuesta comportarse como la gente normal?

—No somos normales —increpa Alya con su típica cara de culo.

—Exacto —secunda Deneb.

—Yo lo soy —alega Adhara con su vocecita cantarina.

—¡Basta! —se exaspera papá quien había estado callado toda la cena—. Voy a mandarles a hacer un maldito bozal a cada uno para que se callen de una buena vez.

La mesa se sume en un silencio sepulcral. Lo único que se percibe es el sonido de los cubiertos al chocar contra los platos y luego de que todos hemos acabado, papá se aclara la garganta antes de hablar.

>>Como saben, ya falta poco para el próximo trabajo y estoy muy feliz de que su hermana —mira a Alya—, nos acompañe. Como es su primera vez, saben lo que tienen que hacer.

—Cuidar que no se gane un tiro en la cabeza o la ataquen por la espalda —cito sus palabras de hace algunas semanas—. Aunque creo que es ella quien nos va a cuidar el culo.

Desato la carcajada general porque de cierta manera es verdad. Alya es demasiado buena para la edad que tiene. A Deneb no le causa ni un poco de gracia y la mencionada ni siquiera asoma un atisbo de sonrisa. Empiezo a creer que en verdad es una reptiliana salida de las cavernas porque no tiene ni la más mínima idea del sentido del humor.

—Daniel y Danitza también nos acompañarán —continúa papá y ninguno oculta su sorpresa.

A diferencia de Daniel, a la tía Danitza la hemos visto contadas veces. De los seis hermanos de papá, son los únicos a los que conocemos en persona. Y eso porque el tío Daniel vive en Londres y la tía Danitza no ha querido romper lazos con sus dos hermanos menores.

Solo sabemos que vive en Alemania y es la copia exacta de Thaddeus Sallow. Nuestro abuelo.

La cena termina y cada uno toma rumbo hacia su habitación, en realidad, las chicas se cuelan en la habitación de Alhena y se desvelan haciendo… cosas de chicas supongo.

Enciendo la computadora, conectándome en Facebook para chatear con Katherine y nos coge la medianoche hablando de cualquier tema o de mis avances con el piano. No voy a negar que me estoy volviendo un tanto adicto al instrumento y es que la satisfacción que provoca el que logres entonar una pieza es indescriptible.

Casi tan adictivo como matar.

El enorme bostezo que me toma anuncia que es hora de arrojarme a los brazos de Morfeo y me despido de Katherine antes de apagar todo. Me deshago de la ropa que traía, colocándome mi pijama de los Power Rangers. Digamos que tenemos cierto parecido. Ellos pelean contra el mal y nosotros… bueno nosotros solo peleamos.

Deneb ya se encuentra acurrucado en su cama dándome la espalda. Me dejo caer con suavidad sobre el colchón, esperando cerrar los ojos y caer un profundo sueño que nunca llega. En vez de eso, termino dando vueltas en la cama mientras jugueteo con mis dedos, nervioso.

Está pasando.

La conocida ansiedad me abarca. El picor en las manos, lo errática que está mi respiración y aquellas voces en mi cabeza que piden sangre. El autocontrol no sirve cuando estás condenado a ser la reencarnación de la muerte y por más que quiera no puedo evitarlo.

¿Cuándo fue la última vez que asesiné?

No lo recuerdo, pero tuvo que haber sido hace mucho porque las ganas que tengo ahora son descomunales. Me siento como un jodido lobo enjaulado que no se ha alimentado en días y se saborea de solo pensar en gente suplicando por sus vidas, muriendo de la forma más lenta y dolorosa que se pueda imaginar.

Yo, siendo el causante de todo ese dolor…

—Deimos —mis oscuros pensamientos se ven interrumpidos por el susurro de Deneb—. ¿Estás dormido?

—No —respondo en el mismo tono de voz.

—¿Tampoco puedes dormir?

—No.

—¿Te está pasando verdad?

—Sí.

—A mí también —su revelación me provoca un escalofrío. Esto de ser gemelos a veces me resulta un poco turbio, hay situaciones en las que estamos muy conectados. Demasiado diría yo—. Quieres… ya sabes.

Lo sopeso por varios segundos. No es por el hecho de que luego me vaya a arrepentir porque nunca lo hago, es que voy a acabar con la vida de inocentes y eso me encanta. Es el miedo por amar esta retorcida actividad a la que fui condenado.

—Que sea rápido —demando y ambos nos levantamos de un salto. Me voy hasta el interruptor para encender la luz mientras mi gemelo se desprende del pijama para colocarse unos vaqueros oscuros junto con una camiseta gris. Hago lo mismo y al instante ya estamos saliendo de la habitación, intentando hacer el menor ruido posible para no despertar a los demás.



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Editado: 29.06.2022

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