La musa de mis melodías [sangre Oscura #0.5]

Capítulo 11

Capítulo 11: “Un error”.

[1 de noviembre del 2010, lunes]

Despierto con una sonrisa boba plasmada en el rostro. No recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí tan plena, tan viva. Tan feliz.

Y es que el motivo por el que despierte de tan buen humor tiene nombre y apellido.

Deimos Sallow.

Bendito sea el día en que ese rubio llegó a mi vida y eso solo demuestra que todos estos años de espera valieron la pena, porque ahora sé que no me es indiferente. Mi corazón ya no es el único que se acelera cuando estamos juntos y ese amor secreto que le tenía dejó de serlo. Ahora puedo gritarlo a los cuatro vientos.

Me alisto para ir al instituto con una sonrisa de oreja a oreja. Papá tuvo el turno de la mañana por lo que salió antes y eso de cierta forma me tranquiliza y me asegura que no empezaré el día con golpes e insultos. No existe absolutamente nada que arruine mi día. Es como si los planetas se hubieran alineado para darme la anhelada felicidad que hacía tiempo no poseía.

Desayuno sola ya que mamá aún no se despierta y creo que el día no puede ser más perfecto. Y eso que apenas comienza.

De camino al instituto, ensayo lo que voy a decirle a Deimos en cuanto lo vea. Con cada paso que doy, mi corazón late un poco más rápido y debo tomar profundas respiraciones para que no parezca que he corrido un maratón.

La noche anterior le había enviado unos cuantos mensajes, pero no obtuve respuesta. De seguro debía estar cansado por lo de la fiesta y por ello no insistí, tampoco me enfadé.

¿Lo saludo como siempre? ¿O espero que él dé el primer paso?

¿Debo llamarlo por algún mote cariñoso?

Resoplo frustrada. Le estoy dando muchas vueltas, solo debo ser yo misma y eso será suficiente.

Las enormes rejas me dan la bienvenida y tomo una profunda respiración antes de continuar.

Me desplazo entre la marea de estudiantes hasta llegar al salón. Diviso al par de rubios que se encuentran de pie junto a los puestos de siempre y no dudo en acercarme. Siento que voy directo hacia el borde del abismo, solo espero que la caída no sea tan dolorosa.

—Hola muchachos —saludo ganándome la atención de ambos. Voltean al mismo tiempo, pero mi vista solo se posa en el rostro de Deimos, quien no logra sostenerme la mirada porque la aparta de inmediato.

La cara me cambia de forma evidente. Intento disimularlo, pero el malestar que me toma amenaza con aplastarme el pecho.

—¡Kat! —Deneb corresponde el saludo con la efusividad de siempre, plantando un sonoro beso en mi mejilla izquierda.

Luego de eso ninguno dice nada. Deimos observa sus manos como si fueran lo más interesante mientras que su gemelo se rasca la nuca denotando incomodidad. Siento que me encojo en el sitio y las preguntas azotan mi cabeza cual mar embravecido.

¿Hice algo malo?

Estoy por hablar, pero la maestra ingresa, obligándonos a ocupar nuestros asientos. Las primeras horas de clase son una jodida tortura. Deimos no me mira, no me habla y no puedo parar de romperme la cabeza con cuestionamientos que no dan respuesta a su actitud.

El pánico me embarga al sopesar que ocurrió lo que me temía. Que ahora las cosas serán diferentes porque sabe que me gusta y lo más probable es que no sienta lo mismo.

No. Lo que pasó en la fiesta fue real. Ese beso fue real.

Me insto a guardar la calma porque de nada me sirve sacar conclusiones al azar si no estoy segura de eso. Puede que le haya pasado algo, o se sienta avergonzado, no lo sé.

El timbre ni siquiera termina de sonar y Deimos es el primero en abandonar el salón con una premura impropia de si. Como si estuviera huyendo de algo, o más bien, de alguien.

¿Está huyendo de mí?

No me quedo atrás. Apresuro el paso, adentrándome en el extenso pasillo mientras intento divisar su melena rubia entre el montón de estudiantes y lo encuentro caminando apresuradamente hacia la cafetería.

A grandes zancadas, logro acercarme lo suficiente y cuando ya me encuentro pisándole los talones —literalmente— tiro de la manga de su camisa. Voltea de porrazo, dando un traspié e impactando su cuerpo contra el mío.

Por inercia, llevo mis manos a su pecho y retrocedo intentando mantener el equilibrio. Luego de corroborar que ninguno está en riesgo de caer, rompo con el contacto de nuestros cuerpo y eso parece molestarlo, pero disimula de inmediato su expresión.

Tengo tantas preguntas atoradas en la garganta. Quisiera gritarle todo lo que estoy pensando en estos momentos y a la vez exigirle una explicación. El por qué está actuando como si no existiera. Por qué me elevó al cielo y luego me dejó caer sin previo aviso.

—¿Podemos hablar? —inquiero en un hilo de voz. Busco su mirada, pero ni siquiera se molesta en repararme aunque me encuentro frente a él.

—Sí, pero no aquí —el tono frívolo que emplea se siente como ser recibir un golpe en el estómago. Y eso que yo he recibido muchos. Envuelve una de sus manos alrededor de mi muñeca izquierda en un gesto casi automático.

Termino siendo arrastrada en dirección contraria al pasillo, esta vez girando en la esquina que da hacia el corredor que desemboca en el campus del instituto. Los estudiantes cuchichean sin tapujos y Deimos incrementa el agarre mientras acelera el paso.

—Me duele —gimoteo logrando que medio se voltee y sea consciente de que me está lastimando. Me suelta como si el contacto le quemara.

Me sobo la muñeca a la vez que lo sigo y trato de no quedarme atrás porque se desplaza con zancadas largas. Avanzamos un buen tramo del campus.

—¿Sucede algo? —cuestiono una vez que nos detenemos frente a las gradas. Niega antes de encogerse de hombros y eso me molesta, que adquiera esta postura despreocupada cuando se ha comportado como un verdadero idiota—. ¿No? ¿Entonces por qué me ignoras?



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Editado: 29.06.2022

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