Capítulo 25: “Mi melodía favorita”.
[3 de abril del 2011, domingo]
*Deimos*
—¿Qué le pasa? —cuestiona Alhena en un murmullo. La cara de Deneb se deforma en una mueca de asco al anclar su mirada con la mía.
—Está enamorado, eso le pasa —explica mi hermano como si estuviera hablando del fin del mundo—. Da miedo, ¿verdad?
—Mucho.
—Estoy harto de verle esa maldita sonrisa boba en la cara…
—Los estoy escuchando —ambos me observan como si estuviesen frente a un pordiosero. Ruedo los ojos.
Como es de costumbre, los cinco nos encontramos reunidos en la habitación de Alhena. Alya y Adhara acaparan todo el tocador haciéndose peinados raros, en realidad, es Adhara quien peina a la rubia mientras ésta mantiene la mirada perdida en su reflejo.
Mi gemelo y Alhena se encuentran tumbados sobre la espesa alfombra de felpa que es de un rosa chillón, hablando hasta por los codos. Burlándose de mi profundo enamoramiento por Katherine Black.
Sonrío como un bobo. Estas dos semanas han sido un sueño del que espero jamás despertar. Katherine aún no me expresa su decisión sobre lo nuestro, pero mantengo la esperanza de que sea una respuesta positiva. Maldición, daría lo que fuera porque sea así. Pero ella tiene la última palabra. Será mi verdugo o mi salvación.
—¿Lo ves? Está poniendo esa cara de nuevo —le aviento una de las almohadas a mi gemelo antes de dejar caer mi espalda sobre el colchón.
Siento que floto sobre las nubes. Solo espero que la caída no sea tan dolorosa, o al menos espero no caer y quedarme a vivir en aquella fantasía que sólo se hará realidad si Katherine me acepta.
—Les tengo noticias —chilla Alhena, sin disimular ni un poco su emoción—. Invitaré a Joe a cenar a la mansión, así que quiero que se comporten. No van a espantar a mi novio.
—¡¿Tu qué?! —me incorporo junto al grito de Adhara y observo a mi hermana con los ojos bien abiertos. Hasta Alya que prefería mirarse en el espejo antes que prestarnos atención ahora clava los ojos en nuestra hermana mayor con verdadera sorpresa.
—¿Desde cuándo?
—¿Ya lo sabe?
—¿Cuándo vendrá?
—¿Tenemos que usar ropa elegante o casual?
—¿Nuestros padres lo saben?
—¡Tienes que contárnoslo todo! —Alhena deja escapar una sonora carcajada.
—Calma bestias —suelta una risita—. Llevamos dos semanas de novios, oficialmente. No, aún no lo sabe. Vendrá el siguiente fin de semana y no tienen que usar ropa elegante. Aún no le cuento a nuestros papás, pero probablemente lo haga a última hora.
Al haberse incorporado, Deneb la toma por los hombros y empieza la zangolotear entre risas estruendosas. A Adhara se le va a partir la cara de tanto sonreír y la preocupación no abandona el rostro de Alya, así como el mío.
La rubia con personalidad de reptiliana salida de las cavernas, se pone de pie. Solo debe dar unos cuantos pasos hasta que sus pies entran en contacto con la alfombra de felpa y se arrodilla junto Alhena.
—¿Cómo crees que reaccione? Cuando lo sepa —inquiere, cautelosa. El recuerdo del día en que Katherine descubrió nuestro secreto se toma mis pensamientos. Angustia, miedo, desesperación; fueron las cosas que sentí al saberme descubierto. Lo que sintió ella al ver esa escena tan grotesca. No espero menos del dichoso Joe.
De repente la habitación se sume en un silencio aplastante. Los rostros alegres han sido reemplazados por caras tensas, pero sé que la intención de Alya no era arruinar el momento, todo lo contrario. Asegurarse de que nuestra hermana tenga en claro lo que implica una relación para nosotros. El sacrificio.
—No lo sé, y no es algo en lo que quiera pensar por ahora —le responde Alhena con sequedad. Alya no insiste y simplemente le da un par de palmaditas en la cabeza en un gesto de ¿felicitación? No lo sé, todo con Alya es tan raro.
Adhara le regresa la algarabía al momento soltando un chillido de emoción. De un momento a otro todos estamos sobre la alfombra de felpa, atacándola con más preguntas y curiosidades sobre el tal Joe que muy pronto vamos a conocer.
Estoy muy feliz por mi hermana. Solo espero, de todo corazón, que ella también lo sea y que el creer que ese muchacho es su destinado no le juegue una mala pasada.
***
[4 de abril del 2011, lunes]
El cielo ruge cual bestia enjaulada mientras conduzco hacia el instituto. El invierno abandonó al pueblo hace poco menos de una semana, dando paso a la primavera. Y qué mejor que empezar dicha estación del año con una lluvia torrencial. La estructura del instituto de Abalee se ve fúnebre bajo el cielo oscuro.
Estaciono bien el Mercedes. En realidad, no tan bien. Deneb maldice cuando sus manos impactan con la guantera al no frenar despacio. Le dedico una mirada de disculpa.
—Recuérdame el porqué no te dejo manejar —espeta. Adhara asoma la cabeza entre los asientos, curiosa.
—A mí me gusta. Parece que estuviéramos en una montaña rusa —suelto a reír como un loco y Deneb le empuja la frente a nuestra hermana con el dedo índice.
Me bajo del auto, seguido de mis hermanos. La lluvia no tarda en empapar nuestros cuerpos, mas no nos molesta. Alya se va sin decir ni una sola palabra y Adhara besa mi mejilla a modo de despedida. A Deneb ni lo determina. Noto como mi gemelo eleva las cejas a modo sorpresa y algo más que distingo como indignación. Lo tiene más que merecido.
Lo codeo, haciéndolo reaccionar. Nos encaminamos hacia el caminillo de grava que conduce a la entrada del instituto y, aunque suene demasiado cursi, siento esas inusuales mariposas en el estómago. No, las mías parecen jodidos dragones. Mi ritmo cardiaco se acelera, pongo esa cara de bobo y ya estoy listo para ver a mi musa.
Distingo a Katherine y Maryam en el casillero de la primera. Ya no lleva el cabestrillo. El médico le dijo que podía dejar de usarlo, pero solo por un par de horas, ya que su brazo aún está demasiado débil. Para recuperar la movilidad completa, debe seguir asistiendo a terapia.