La musa de mis melodías [sangre Oscura #0.5]

Capítulo 28

Capítulo 28: Familia.

[16 de abril del 2011, sábado]

*Deimos*

—¿Cómo me veo? —inquiere Alhena dándose un último vistazo frente al espejo. Se voltea hacia nosotros. El vuelo del vestido se mueve junto a ella y los mechones de cabello castaño le caen sobre los hombros con naturalidad.

—Estás hermosa —le hago saber y frunce los labios en un gesto tierno que muy pocas veces nos muestra.

—Estás horrible —se mofa Deneb. La cara de nuestra hermana cambia drásticamente y le saca el dedo medio a mi gemelo. Yo lo empujo con el hombro—. Es broma, es broma. Estás aceptable a la vista.

Alhena rueda a los ojos.

El vestido strapless se ajusta a su cuerpo en la parte superior, resaltando sus atributos. No es muy revelador ni muy despampanante, perfecto para una cena informal en casa.

—¿Y si todo sale mal? —empieza con su drama—. ¿Y si papá empieza a hacerle preguntas raras? ¿Y si Alya saca a relucir su repertorio de insultos? Dios mío, creo que estoy empezando a hiperventilar...

—Cálmate —Deneb se le acerca—. Todo va a salir bien, ¿me oyes? Lo peor que puede pasar es que papá intente cortarle la garganta en medio de la cena, pero se sabe controlar.

Nuestra hermana mayor palidece. Aparto a mi gemelo con brusquedad, sus comentarios no son de mucha ayuda y Alhena parece estar a punto de sufrir un ataque. Apoyo mis manos en los hombros de mi hermana, buscando transmitirle todo el apoyo posible.

—Saldrá bien y todos pondremos de nuestra parte para comportarnos —le dedico una mirada de reproche a Deneb que se encoge de hombros como si no fuera con él—. Él te adora, Alhena. No creo que conocernos lo vaya a espantar.

—Aunque no nos conozca en realidad —giro la cabeza hacia Deneb como el exorcista y le dedico una mirada asesina.

Alhena está considerando seriamente el tirarse por la ventana. No la culpo, imagino lo nerviosa que debe de estar por la visita de Joe. El susodicho al fin vendrá a cenar con nosotros y mi hermana teme que terminemos ahuyentándolo. Cosa que creo casi imposible, pero con mi familia nunca se sabe.

Nos vemos interrumpidos por un par de golpes fuertes en la puerta. Deneb se apresura a abrirla y estalla en una sonora carcajada al ver a la persona que está del otro lado.

Es Alya, y está furiosa. Muy furiosa. Y creo adivinar la razón.

Luce un vestido blanco, entallado en el torso y acampanado de la cintura para abajo. Lleva el cabello recogido en una coleta alta y el moño es absurdamente extravagante. Las bailarinas plateadas la hacen ver como una niña de cinco años y puedo asegurar que detrás de todo esto está nuestra madre.

—¿Te perdiste la comunión, Aly? —se burla Deneb. La rubia lo ignora para encaminarse hacia Alhena y posicionarse frente a ella.

—No estaré en tu maldita cena con este vestido de porquería —espeta. Tiene la cara roja de la ira, y se ve que se está conteniendo porque esta no es ni la mitad de su comportamiento cuando está molesta.

—Aly no empieces con tus rabietas...

—Rabietas y una mierda. Parezco una niña salida de un catálogo para vestidos de comunión —aprieto los labios reprimiendo la risa—. Me aprieta como la mierda, casi no puedo respirar.

—Alya —Alhena toma una profunda respiración—. Esto no se trata de ti. Por primera vez en tu vida deja de intentar acaparar todo y convertirlo en un puto drama solo porque te molesta.

A la rubia no le sientan bien las palabras y levanta la barbilla, altiva. Recalcando que es superior a nosotros en todos los sentidos y eso es algo que no voy a discutir.

—No te preocupes que no me interesa arruinar tu maldita cena —ladra—. Solo te estoy informando que no estaré ahí si no convences a mamá de cambiarme este horrendo vestido.

—¿Y por qué tengo que hacerlo yo? ¿Acaso no puedes? —Alya aprieta los labios hasta que estos forman una fina línea. No le responde. Solo observa a Alhena, encolerizada. De inmediato entiendo lo que sucede.

Si hay algo que no le gusta a Alya, es desilusionar a mamá. Y por ello viene aquí a exigir, no de la mejor manera, que intercedamos por ella.

—Aly —llamo su atención. Siento que me acribilla con la mirada. No sé si esto es una idea suicida, pero continúo—: Este es un día muy especial para Alhena —mi hermana mayor asiente—, para todos. Yo sé que no quieres estar en la cena con ese vestido, pero hazlo por Alhena. Por favor.

Sé que he dado en blanco cuando suaviza el gesto, pero no abandona la postura arrogante.

—Está bien —masculla entre dientes. Se da la vuelta, dispuesta a dejar la habitación, pero Deneb le dedica un último gesto de burla, por lo que se gana un puñetazo en el brazo.

—Gracias —canturrea Alhena con ironía y Alya nos saca el dedo medio desde el pasillo antes de desaparecer por las escaleras.

Mi gemelo y yo terminamos de alistarnos junto a Alhena. Nuestra vestimenta no es demasiado pretenciosa. El pantalón azul marino acompañado por una camisa de manga corta, blanca.

—Creo que estamos listos —supone Deneb y Alhena asiente. Cierro la puerta tras mi espalda luego de que mis hermanos hayan abandonado la habitación. En el trayecto hacia la escalera, una figura blanca nos cierra el paso.

Es Adhara. Luce un vestido similar al de Alya, con la diferencia de que a ella se la ve muy feliz.

—Estás preciosa —la halaga Alhena antes de besarle la mejilla. A mi lado, Deneb suelta un bufido.

—Ahora sí que pareces una estrellita —comento y me regala una amplia sonrisa. Aquel apodo no puede quedarle mejor justo ahora.

—Te ves ridícula —le escupe Deneb y estoy a punto de mandarlo a la mierda, pero Adhara me interrumpe.

—Tú pareces popó de caballo y no me ves quejándome —suelta nuestra hermana menor con el mismo tono despectivo, dejando a mi gemelo de piedra. Adhara desaparece por las escaleras y solo entonces estallo en una sonora carcajada junto a Alhena.



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Editado: 29.06.2022

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