La musa de mis melodías [sangre Oscura #0.5]

Capítulo 37

Capítulo 37: Lo que no se ve.

*Narrador omnisciente*

¿Qué es el amor?

Con el pasar de los años, las personas le han dado diferentes significados a esta palabra. Muchos dicen que es un sentimiento, vivaz, poderoso; otros aseguran que no es más que un instinto primitivo del ser humano, resultado de la necesidad de tener una relación afectiva.

Algunos lo demuestran con actos, otros con palabras, pero hay un grupo muy reducido que no es capaz de expresar aquello que siente, de ninguna de las formas anteriores.

Pero, ¿qué es el amor para Deimos y Katherine?

Ellos no son los más indicados para dar esa respuesta.

La pequeña muchacha de ojos plomizos que ahora se monta en el asiento del copiloto del Mercedes con la mirada perdida, no tiene ni la más mínima idea de lo que es el amor, y lo acaba de demostrar hace pocos instantes. Cuando dejó que su novio la destrozara para luego perdonarlo. Ella siempre iba a perdonarlo.

Porque no puedes llamar amor a la relación que mantienes con el único chico que ha demostrado un poco de interés en tu vida. No puedes llamar amor a la relación que mantienes con la única persona a la que te has aferrado en busca de afecto, ese que no obtuviste de tus padres. No puedes llamar amor a una relación que aceptaste solo por el hecho de sentirte segura.

Y qué difícil es intentar hacer que alguien cambie de opinión. Especialmente, alguien que está perdido, que ya no quiere ser salvado.

El significado de amor que tiene el gemelo Sallow es bastante curioso, sobre todo, por la gran influencia de aquella antigua maldición. Para él el amor es algo mucho más… profundo, que va más allá de lo natural. Un estado de veneración profunda hacia la otra persona que es parte de tu vida. Una promesa de protección hacia la persona que nació para amarlo.

Pero él retorció esa idea. La transformó en algo mucho más horrible, algo que terminaría por lastimarlos a ambos. Dejó que la desconfianza lo cegara hasta el punto de fallarle a su musa, y aunque él repita que confía en ella, pero no en los hombres que la rodean, muy en el fondo sabe que no es así.

Parece estar esperando el más mínimo desliz de Katherine para sopesar la idea de un engaño por parte de ella. Está seguro que, en cuanto tenga la oportunidad, ella correrá a los brazos de otro sin dudarlo siquiera un segundo.

Deimos se embarca en el Mercedes sin apartar la mirada de Katherine y el corazón se le encoje dentro del pecho. La vergüenza le hace apartar la mirada al volante. Tarde se dio cuenta del error que había cometido y junto a él tiene el resultado. Una Katherine con los ojos enrojecidos, lánguida y de mirada perdida.

Cuando creyó que ella lo dejaría… sintió que el mundo se le caía a pedazos. Que perdía la cordura. Entró en un estado irracional, de desesperación absoluta. Y le hizo daño. La lastimo tanto física como emocionalmente y eso era algo que jamás se iba a perdonar.

Después de todo, soy igual a ellos. A Eleonor y a Clark.

Pensó el rubio mientras deshacía el agarre de la mandíbula de Katherine. Niega con la cabeza en un intento vago por disipar aquel recuerdo. Pone en marcha el Mercedes para sacarlo del estacionamiento y ya en la carretera, se dirige hacia Gillian’s coffee.

Ninguno dice nada. En realidad, no saben qué decir. Las cosas aún están bastante tensas entre ambos y parecen estar asimilando todos los problemas que se alzan frente a ellos, como una pared. Ladrillo por ladrillo, los priva de la luz; los envuelve en una oscuridad asfixiante, insoportable. No permite que ninguna melodía hermosa llegue a sus oídos.

—Se acerca la graduación —Deimos rompe con el silencio dentro del vehículo. Un intento desesperado por tener cualquier tema de conversación, porque prefiere hablar de cualquier cosa antes que soportar aquella ausencia mental de Katherine.

Ella solo asiente, nada más. La graduación no le importa, ni el examen de grado. Ya no le importa nada. Solo el hecho de que su verdugo regresó de la muerte para terminar con lo empezó. Ella lo sabe, lo siente en los huesos.

Deimos aparta la vista de la carretera, solo un instante, para observar a Katherine. Sigue con la mirada perdida en ningún punto en específico y al rubio lo azota el recuerdo de aquella vez en la que su musa salía del hospital luego de haber sido dada de alta.

La vacuidad en sus ojos, muy similar a la que porta ahora.

Aprieta las manos en el volante. Recuerda que no debe forzarla, que es mejor darle su espacio y, si se lo permite, su apoyo. Llegan a la cafetería y el panorama no cambia en lo absoluto.

Lyla y Norah no disimulan sus rostros preocupados cada vez que se topan con Katherine, ya sea en la cocina o entre las mesas, mientras atiende a los clientes. Deimos parece ser el reflejo del estado de ánimo de la pequeña de ojos grises y no se necesita ser muy inteligente para entender que las cosas andan mal entre ambos.

Katherine no ha pronunciado palabra alguna desde que salieron del instituto y eso a Deimos empieza a preocuparle. No deja de ver hacia el reloj que cuelga de una de las paredes de la cafetería, a la espera de que este detenga sus manecillas en la hora de salida.

Norah voltea el pequeño cartelito que cuelga de la puerta y la palabra “Cerrado” es la que le da la cara a las personas que pasan por la acera. Deimos disimula el suspiro de alivio que se le escapa. Katherine ni siquiera lo determina cuando pasa de largo para poder cambiarse.

Minutos después, es Lyla quien le da un par de vueltas a la llave para cerrar la puerta principal de la cafetería. Se despide de los chicos agitando una mano. Norah toma su propio camino y la pareja repite el mismo ritual de siempre. Deimos en el asiento del conductor y Katherine en el asiento del copiloto.



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Editado: 29.06.2022

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