Alba estaba a gusto en ese bosque, cómo si entrara una fuerza misteriosa, que quiso seguir caminando, explorar un poco, los seres que vivían en el bosque, empezaron a seguirla, pero la molesto en lo más mínimo. La luz del sol se filtraba a través de las copas de los árboles, creando un mosaico de sombras y destellos que bailaban a su alrededor.
El susurro de las hojas al viento le pareció una melodía, un canto de bienvenida. Mientras avanzaba, los árboles parecían cerrarse a su alrededor, formando un túnel natural que la guiaba. De repente, una voz suave la hizo detenerse.
“¿Te gusta lo que ves?”.
Preguntó una figura etérea que emergió de entre los árboles. Alba dio un salto, pero pronto se calmó al reconocer la presencia de una criatura que parecía hecha de luz.
“Sí, es hermoso”.
Respondió con sinceridad.
“Nunca había estado en un lugar así”.
“Este bosque tiene secretos que se revelan solo a aquellos que escuchan”.
Dijo la criatura, moviendo sus brazos como si danzara en el aire.
“Pero hay algo más, Alba. No todo lo que habita aquí es amistoso”.
“¿Cómo sabes mi nombre?”.
Preguntó Alba, mirando a su alrededor con curiosidad.
“Al pisar este bosque que estaba infestada por las nieblas de la oscuridad, supe quien eras. Nosotros somos los guardianes de este lugar, sabemos mucho de todo y aprendemos cosas que no hemos sabido todavía”.
Respondió una pequeña criatura con alas brillantes.
“Hemos estado observándote”.
“¿Observándome? ¿Por qué?”.
Alba frunció el ceño.
“Porque eres diferente. Tienes una conexión especial con la naturaleza”.
Dijo el ser, acercándose un poco más.
“Siempre he sentido que este bosque me llama. Es como si me hablara”.
Confesó Alba, sintiendo una extraña calidez en su pecho.
“Es cierto. La música del bosque resuena en ti. ¿Te gustaría conocer sus secretos?”.
“Sí, por favor. Quiero saber más”.
Dijo Alba con entusiasmo.
“Entonces, síguenos. Pero ten cuidado, no todos los caminos son seguros aquí”.
“¿Ves eso?”.
Dijo una voz suave, como un susurro del viento. Era Lira, la criatura que había decidido acompañarla desde que entró en esta parte del bosque. Su figura era etérea, casi como un reflejo de la luz misma.
“¿Ver qué?”.
Preguntó Alba, girando la cabeza en busca de la fuente del sonido.
“Las luces que juegan entre los árboles. Son los espíritus del bosque. Están felices de que estés aquí”.
Respondió Lira, sonriendo con una dulzura que hacía que el corazón de Alba se sintiera ligero. Alba se detuvo y observó con más atención. Las luces danzaban, como si siguieran un ritmo que solo ellas podían escuchar. El bosque parecía cobrar vida, cada hoja y cada rama susurrando secretos.
“No puedo creer que todo esto exista”.
Murmuró Alba, maravillada. Sus palabras eran ciertas, desdé que reencarno miles de años después, no vio algo parecido.
“¿Por qué nunca lo había visto antes?”
“A veces, lo que no se ve es más real que lo que está frente a nuestros ojos”.
Dijo Lira, enigmática.
“La oscuridad tiene su propia música, y solo aquellos que están dispuestos a escucharla pueden descubrir la verdad”.
Mientras caminaban, la atmósfera se tornaba más densa y oscura. Alba sintió un escalofrío recorrer su espalda.
“¿Qué está pasando?”.
Preguntó, deteniéndose en seco.
“La oscuridad se aproxima”.
Respondió el primer ser con voz grave.
“Debemos apresurarnos”.
Alba miró hacia atrás y vio sombras moviéndose entre los árboles.
“¿Qué son esas sombras?”.
Su voz temblaba ligeramente.
“Son los ecos de aquellos que han perdido su camino. No te dejes llevar por el miedo”.
Aconsejó el segundo ser mientras extendía su mano hacia ella.
“Confía en nosotros”.
Alba tomó la mano del ser y continuaron avanzando juntos hacia lo desconocido, decidida a descubrir lo que la oscuridad escondía.
Mientras caminaba tomada de las manos del ser mágico entre los árboles frondosos, Alba sintió que la atmósfera del bosque cambiaba sutilmente. Una brisa helada sopló a su alrededor, haciéndola estremecer. La luz del sol se filtraba débilmente entre las ramas, creando sombras danzantes en el suelo.
De repente, sin previo aviso, la oscuridad comenzó a extenderse por el bosque. Alba se detuvo en seco, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Los seres que la habían estado siguiendo retrocedieron y desaparecieron en la penumbra.
"¿Qué está pasando?".
Murmuró Alba para sí misma, sintiendo una inquietud creciente en su interior. De repente, un escalofrío recorrió la espalda de Alba. La luz empezó a desvanecerse, y una sombra más densa comenzó a extenderse entre los árboles. El aire se volvió frío y pesado, como si el bosque contuviera la respiración.
“Lira... ¿qué está pasando?”.
Preguntó, su voz temblando un poco.
“Es la Oscuridad”.
Respondió Lira, su expresión ahora grave.
“Viene a reclamar lo que es suyo”.
“¿Reclamar? ¿Qué significa eso?”.
Alba sintió cómo su corazón latía con fuerza.