La MÚsica

Capítulo 25 – El Regreso de la Sirena

El amanecer tiñó el bosque con tonos dorados. La neblina se disipaba lentamente, y el canto de los pájaros parecía distinto, más armonioso, como si aún resonara el eco del relicario.
Alba sostenía el cristal sobre su pecho. Sentía en él una vibración constante, un pulso que no venía del bosque, sino de más lejos… del agua.

"La melodía cambió" .

Dijo Lira, observando el relicario con preocupación.

"Ya no responde al corazón del bosque, sino a algo que llama desde el horizonte".

El rey de los lobos olfateó el aire.

"El mar. Puedo sentirlo incluso aquí."

Alba alzó la vista, y en ese instante, supo que debía ir. El relicario comenzó a emitir una luz azulada, envolviéndola.

"Ella me está llamando".

Murmuró.El viaje hacia la costa fue silencioso.El grupo avanzaba entre senderos antiguos, cruzando montañas cubiertas de niebla. Con cada paso, el relicario cantaba una melodía diferente, como si las notas fueran direcciones que los guiaban.

Cuando finalmente llegaron al acantilado, el océano se extendió ante ellos, inmenso y palpitante.El sonido de las olas era una sinfonía viva.Alba dio un paso hacia el borde.

"Aquí fue donde empezó todo…"

Susurró.De pronto, el mar se agitó.Una columna de agua se elevó hacia el cielo, girando con una fuerza sobrenatural. En su centro apareció una figura femenina, translúcida, de ojos tan antiguos como la luna. Su cabello era una cascada de luz, y su voz, al hablar, parecía una canción que el viento no podía olvidar.

"Alba… guardiana del nuevo canto."

La voz de la Sirena resonó en cada rincón del cielo y la tierra—. Has despertado la nota del origen.Alba cayó de rodillas.

"¿Eres tú… la primera?".

La Sirena asintió, y sus lágrimas se mezclaron con la espuma del mar.

"He dormido por siglos esperando a quien pudiera restaurar la armonía. Pero la oscuridad también ha oído tu canción… y ya se mueve".

El viento sopló con fuerza. Desde el horizonte, una sombra se extendía sobre el agua, oscura y densa como tinta.Lira dio un paso al frente, su mirada firme.

"¿Qué es eso?".

"El Silencio" .

Respondió la Sirena, con voz grave.

"La fuerza que devora toda melodía, nacida del miedo y del olvido".

El relicario en las manos de Alba comenzó a brillar con un resplandor tan intenso que iluminó las olas.

"¿Cómo puedo detenerlo?".

La Sirena extendió su mano hacia ella.

"Con el eco. La música no puede destruir al Silencio, pero puede transformarlo. Cuando el miedo escuche la verdad, dejará de ser oscuridad".

Entonces, de la palma de la Sirena brotó una esfera de agua luminosa, que flotó hasta unirse con el relicario. En el acto, el cristal cambió de color, tornándose azul profundo, como el corazón del océano.Alba sintió un torrente de poder recorrerla.

Oyó miles de voces cantar dentro de su mente: las de sus antepasados, las de los bosques, las de las olas… todas unidas en una sola melodía.

"Ve, Alba".

Dijo la Sirena.

"Tu canción aún no ha terminado. Pero recuerda: incluso la nota más pura necesita silencio para ser oída".

La figura se desvaneció en una lluvia de luz marina, y el mar volvió a calmarse.Alba permaneció quieta, con el relicario entre las manos.Ahora lo comprendía: la música no era solo un don. Era un lenguaje entre mundos.

Y su misión no era cantar más fuerte, sino lograr que todos escucharan.El grupo emprendió el regreso al bosque, sabiendo que el equilibrio dependía ahora de algo más que magia.

El aire vibraba con una nueva melodía, suave, esperanzadora, y en el corazón de Alba, la voz de la Sirena seguía viva.

“Cuando el eco despierte en todos, el mundo volverá a cantar.”




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