A las afueras de una ciudad, en una casita muy triste y deteriorada, residía una familia muy pobre, ellos carecían de recursos económicos, pero era la familia más rica en cuanto a alegría. En ésta humilde familia vivía un pequeño niño llamado Alexander con sus padres y sus dos hermanos Katherine y Jorch. El pequeño Alexander tenía cuatro años de edad, era el tercero. Sus ojos eran castaños, su pelo era negro, era de piel india. Siempre estaba riendo, tratando de ayudar a otros y alegrando el hogar con sus ocurrencias.
Decía que quería regalarle a su madre todo el amor que ella le había ofrecido desde antes de nacer, que soñaba con crecer y trabajar para mantener a su padre y que sus hermanos serían los accionistas de la gran empresa de felicidad que construiría.
Alexander era muy curioso y atento, siempre le estaba preguntando cosas a su madre o a su padre y cuando se hablaba de aprender algo nuevo sus oídos estaban prestos a escuchar y sus ojos brillaban atentos. Cada noche antes de dormir oraba a Dios luego de que su padre le leyera un cuento de un viejo libro que tenían en casa, un libro muy deteriorado y sucio titulado "El jardín de los sueños"
Esta era la oración de Alexander antes de dormir:
—Querido Dios y padre que estas cuidando de nosotros desde el cielo, gracias por regalarme una mamá como la que me has dado y un papi como el que tengo y unos hermanos tan especiales. Quiero pedirte que no dejes que tu ángel de la guardia los desampare, si él lo hace, entonces llévate el mío para que nunca los dejes solos. Señor yo no te pido dinero pues quien lo usa es papá y mamá, ni una gran casa porque estoy agradecido con lo poco que les permites a mis padres tener. Solo te pido que por favor cuides de ellos. Mama se afana mucho por atendernos a todos y papa trabaja demasiado para mantener este hogar, cuida mis hermanos y no me dejes morir sin concederme el sueño de mi corazón, una navidad como la de los otros niños, con juguetes y un arbolito en casa, no quiero que sea grande, ni juguetes caros, solo espero es que sea de la familia. Mamá dijo que si quería algo te lo podía pedir a ti con toda confianza, y que si creía que lo recibiría entonces me lo concederás, así que no te conozco pero yo creo en ti, no me falles por favor, no te olvides de mí Señor que yo te estaré esperando... ¿Cómo dijo mamá que se decía para firmar la oración y así tu pudieras recibirla y contestarla?... sí, ya me acorde. En el nombre de Jesús, porque así te llamas, amen, que significa así sea dijo mamá.
Cada noche elevaba su oración al padre celestial y luego se dormía con una sonrisa en su rostro. Le gustaba ayudar en las cosas del hogar para que su mamá no se cansara tanto, cuando su papá llegaba por las noches iba corriendo y le quitaba sus zapatos para que él pudiera descansar y luego se acomodaba a los pies de él a escuchar las historias que él les traía cada noche. El padre de Alexander siempre intentaba inculcarle esperanza a él y sus hermanos, frente a ellos reía a carcajadas pero en las madrugadas el llanto se apoderaba de él y su esposa pues lo que ganaba casi no le alcanzaba para vivir, él amaba a su familia y quería darle lo mejor pero por causa del trabajo que tenía no podía, cada vez que uno de sus hijos le pedía algo guardaba silencio con dolor y tristeza pues sabía que no podía complacerle y nada le dolía más que eso pues su carestía era bastante en realidad. Su esposa era muy amable y comprensiva e intentaba ayudarle en todo lo que podía, entendía que no tenían dinero suficiente como para exigir comodidades y una mejor alimentación, así que se conformaba con saber que su familia se amaba a pesar de las asperezas de la vida.
La familia más feliz no es aquella que tiene mucho dineri o no tiene problemas, a la verdad que la familia más feliz es aquella que, a pesar de todas las dificultades de la vida, tiene una razón para reunirse de nuevo a sonreír como la primera vez.
Una noche, luego de la cena, se acomodaron todos al rededor del padre para escuchar una de sus historias, él les comenzó a narrar la historia de los reyes magos que venían del oriente en camellos, para llevar regalos a los niños en todo el mundo.
—Ellos vienen en la navidad para recompensar a todos los niños que durante el año se hayan portado bien —decía el padre mientras hacía ademán con sus manos—, dejan regalos por las madrugadas, cuando nadie los ve y vuelven a desaparecer sin dejar rastro alguno— Todos estaban atentos a la historia, sus ojos estaban abiertos de par en par, y sus corazones latían de la emoción ya que se podía sentir el frío del invierno y eso indicaba que pronto seria navidad—.
—Papá —interrumpió el pequeño Alexander— ¿Como saben los reyes magos a que casa deben ir? —el padre sonrió ante la cuestión del pequeño le respondió—.
—Porque los niños les dejan cartas sobre la mesita de noche hijo y así les hacen saber qué es lo que desean para navidad.
—¿Y cómo visten ellos papa? —volvió a interrumpir Alexander—.
—Llevan batas blancas y largas con turbantes en la cabeza y sandalias —así fue pasando la noche, sumergidos en la magis de aquella emociinante historia, al acostarse durmieron con la ilusión de que algún día vendrían unos hombres extraños a los que llamaban reyes magos, para dejarles regalos. Pero Alexander aún no podía dormir, se levantó de su cama y tomó unos cuadernos viejos que tenía en el cuarto y empezó a escribir la carta que quería que leyeran los reyes magos.
Se acostó tarde pensando las palabras correctas para expresarse a los reyes magos y así ellos supieran cual era su deseo.
—...Perdón si les envío mi carta por anticipado, la cosa es que quiero que mis hermanos y mis padres logren tener lo que se merecen.
Gracias por escucharme, con admiración y respeto Alexander.
Esas fueron las palabras correctas y para Alexander, fueron suficientes para dar a entender a los llamados reyes magos cual era su deseo de navidad. Se quedó dormido, profundamente dormido hasta el otro día.
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Editado: 02.06.2019