En ese momento, cuando los deseos eran más fuertes. Alicia recordó lo que le dijo su amiga Yohana.
“Cuando limitamos nuestros deseos, usamos la razón”.
Alicia sabía que la abstención, era un medio de limitar distintos deseos y sabía que era algo muy difícil para ella.
Pero Yohana le explicaba que también era una forma segura, de esperar por la persona adecuada.
Todos esos pensamientos daban vueltas por su cabeza y no podía detenerse.
Cuando Alejandro besaba a Alicia, ella sentía su ansiedad. El tenía su cuerpo tensionado, la abrazaba casi temblando. Ella tenía una mano puesta en el pecho de él y sentía su corazón latiendo fuertemente. Todo de él producía en Alicia excitación, pero algo siempre la contenía. No era temor, era una seguridad de saberse anhelada, deseada y querida. Pero faltaba tiempo.
Besándolo suavemente y alejándose un poco, lo detuvo. Alejandro sintió que se apartaba de él y no queria hacerlo. Pero Alicia puso sus brazos en el pecho de Alejandro aejandoló y le hablo.
-Espera. Respiremos un poco. Vamos muy rápido.
Alejandro tratando de disculparse, la acariciaba, tocando suavemente sus brazos, desde los hombros hacia sus codos y luego retrocedía. Mientras le explicaba a ella.
- Perdóname, no debí haberte invitado a mi departamento. Vine porque no quería quedar como un bruto. Entiendo que fui muy rápido y sé que te molesto.
Ella lo miraba, con dulzura.
Alejandro ahora tenía la certeza de que Alicia sentía algo por él. También sabía que podía echar a perder todo, con una mala acción y palabras incorrectas.
Alicia le sonrió, le dio las gracias por venir, por traer flores para disculparse y porque eso la hace sentir valorada.
Pero él se acercó y susurro al oído de Alicia.
- Todo va a estar bien.
Ella sintió que desvanecía y apegó su cara, en la cara de él, sintiendo el calor de su rostro. Alejandro nuevamente buscó su boca y se besaron apasionadamente.
Alicia estaba feliz. Sentía que todo era perfecto. No había temor ni angustia. Cuando estaba con Alejandro, era todo distinto, como si el estuviera destinado a ella.
Con solo tocar sus manos la conexión era sublime.
En ese momento subió Myriam, muy apurada y se encontró con ellos. Y dijo con cara de preocupación.
- Perdón, Alicia la abuela de Yohana está en el hospital, debemos ir.