Alejandro llega al piso tercero, con la esperanza de encontrar a Alicia.
Pero la primera muralla, fue la secretaria, quien era muy preguntona, si no conocía a las personas que llegaban al edificio.
Luego el jefe, al escuchar su nombre, lo llamó a la oficina, saludando a Alejandro de un abrazo. Había sido su profesor en la universidad.
Después los compañeros ingenieros, que se presentaban entre ellos, conversando de cuando estudiaban, algunos mas viejitos escuchaban y le preguntaban a que iba.
Ella en su escritorio escuchó ruido y se saco los audífonos, se dio cuenta que alguien había llegado, porque hubo tal alboroto que todos hablaban y reían.
Por lo general era un departamento muy silencioso.
Alicia sumergida en sus dibujos y música, no quiso demostrar curiosidad y esperó sentada, muy concentrada en el computador.
Cuando Alejandro terminó de hablar con ellos, llegó a la oficina de Alicia. Entro y se paseó por el pasillo, que dividía dos puestos de trabajo, en una estaba ella y en el otro lado el segundo dibujante.
Cuando se paseaba Alicia no se daba cuenta quien era. Hasta que él le hace un saludo con la mano, ella se saca los audífonos y le contesta, dándole una sonrisa.
- Hola Alejandro, ¿cómo estás? ¿Que haces acá?
Ella disimulando su interés.
- Bien gracias. Estoy conociendo el edificio de proyectos. Hicimos un grupo ahora y vamos a ir a almorzar ¿quieres venir con nosotros?
Dijo Alejandro animado.
Alicia no se negaba a los almuerzos y salir en grupo.
- Bueno. Dijo Alicia. Pero falta todavía, una media hora.
Responde, mirando el reloj.
Alejandro disimulado, se sienta y le dice.
- ¿Puedo esperar?
- Claro.
Dice Alicia sin demostrar emoción.
Ella concentrada en su trabajo, intentaba no hablar.
Pero Alejandro le hacia preguntas. Estaba muy interesado por saber de ella. Alicia tenía muchos pretendientes, pero no les hacía caso a ninguno.
- El es muy guapo. También es un hombre muy agradable. Pensaba Alicia.
Alejandro era sencillo, no era como los otros ingenieros. Tenía calidez con todos.
Era alto y se preocupaba de verse bien y su tono de voz, muy varonil.
Cuando ya era la hora de salir. Alicia guardo sus cosas y caminó hacia el baño.
Alejandro la esperó y bajaron juntos.
Eligieron el restorán cubano, buffet. Era un grupo grande, varios se conocían y reían con Pablo y sus bromas.
Alicia discutía sobre la competencia del Ping pong y que su grupo era el mejor. Pablo la molestaba le decía que eran malísimos y que ella algo aportaba.
Al ver Alejandro esta conversación sintió celos y reía de manera tímida. Miraba los gestos de Alicia, su risa, su cara de enojo cuando abria los ojos para responder.
Pensó que ella tenía una relación con Pablo.
Al terminar el almuerzo Alejandro quiso caminar junto a Alicia, pero siempre había alguien cerca de ella.
La siguió lentamente hasta que logró alcanzarla. Al estar detrás de ella, le tocó el hombro.
Alicia paro de caminar y se dio vuelta, deteniendo al grupo que venía detrás.
Ella sabía que Alejandro la buscaba, con la mirada y con su compañía. Se daba cuenta que él tenía interés de saber de ella. Aunque hubiera diferencias sociales, que en la oficina se marcaban. Ella era tal cual, no pretendía ser otra cosa y eso más llamaba la atención de Alejandro.
Algunos se adelantaron y por mientras que estaban detenidos, Alejandro le preguntó.
¿Alicia me podrías ayudar con un tema del trabajo?
Ella asintió y se puso contenta, en el camino hablaron de muchas cosas y él estaba relajado. Caminaron juntos hasta el tercer piso, su oficina.
Mientras conversaban Alicia sintió que había mucho más en común de lo que pensaba, en ese momento, Alejandro la invitó a tomar un café al Barrio Lastarria, cerca de un centro cultural de Santiago y además, él vivía por el sector.
Desde ese día Alicia perdió la cabeza.