Cuando Alicia llegó a la empresa, tuvo muchos pretendientes y siempre fue directa. No le gustaba tener relaciones o pololear en el trabajo. Le parecía desagradable andar con un compañero de trabajo, ya que confundían las cosas y no se podía trabajar tranquilo. Sobre todo cuando se mantenía mucha presión. Asi que nunca anduvo con un colega.
Pablo lo sabía, lo tenía claro, pero ahora habían cambiado las cosas. Alicia se había fijado en Alejandro, que trabajaba en la misma compañía. Eso le causaba curiosidad.
Cuando Alicia se soltó de Pablo, se fué caminando hacia la puerta, no podía creer lo que dijo. Trataba de entender del porqué de sus palabras y porqué ella se sentía avergonzada, si el sólo expresó lo que sentía.
Pablo había sido su crash, desde que entro a la oficina, pero todos le dejaron en claro la clase de hombre que era. Ella lo admiraba y aunque lo encontraba atractivo, no podía ser nada más. De esa forma ella quitaba de su cabeza, toda oportunidad de estar juntos.
Alicia se preguntaba ¿por qué ahora? Porque justo ahora sucedia esto. Sabía que Alejandro era quien quería y llevaban más tiempo saliendo. Aún así, se sentía como un trofeo, como un premio al ganador. También cualquiera de estos dos hombres, sería un premio para cualquier mujer.
Ella se sentía desconcertada y vulnerable. Quería hablar con sus amigas para aclarar su mente. El ofrecimiento de Pablo la hacía dudar y se preguntaba.
- ¿Porque se sentía seducida con esas palabras? ¿por qué la confunden?
Pablo caminando detrás de ella, le coloca una mano en el hombro y le pide a Alicia que se sienten en la mesa para conversar. Ella se detiene, al sentir su mano y se da vuelta. Lo mira diciendo.
- No puedo hablar contigo sin enojarme, no entiendo muy bien porque me estas diciendo estas cosas y si me quedo seria sólo con una condición.
Pablo la mira sonriendo y acerca su cara a ella. Para colocarla nerviosa y responde.
Pablo accedió sin hablar, con un pestañeo coqueto y con un gesto de sus manos la invitó a sentarse.
Ella camino y se sento en la mesa blanca, media molesta. Pablo se dio la vuelta para mirarla y observa que ella entiende sus intenciones, sabe que la confunde. Eso lo hace sentir más deseoso de tenerla. Halagado que sea una gran contrincante, que en sus discuciones siempre lo mantiene curioso, que sea tan inteligente, para verlo tal cual era. En toda esta situación ella no huyo, lo enfrento. Quiere tener a Alicia a toda costa.
Pablo se sienta y pide un café, con un chocolate en barra, para compartirlo con ella. Alicia pide un café y le dice.
- Pablo nosotros somos compañeros, tú eres mi jefe, tienes muchas mujeres, por qué ahora haces esto. ¿Qué sucede? para mí no es un juego. Estás pasando un límite establecido, nosotros no podemos estar juntos.
- ¿Cuáles son los límites establecidos? ¿Porqué no podemos estar juntos? Pablo pregunta con seguridad y Alicia lo interrumpe.
- Pablo deja de manipular esto. No hagas preguntas obvias. Dice Alicia molesta.
- Que bella eres. Disculpa pero es lo que siento. Dice Pablo mirándola muy relajado, con una mano en la mesa y su otra mano apoyada en otra silla.
- ¿Es lo que sientes? No me hagas ser responsable de lo que sientes. Estoy con Alejandro. Yo no soy como tú, no juego a dos bandos. No tienes ese derecho, en el trabajo somos compañeros. Siempre hemos tenido cercanía como amigos. Nunca te he demostrado otra cosa.
- Me gustas Alicia. Quiero estar contigo y no me quiero callar. Yo sé que estas con Alejandro y me produce celos verte con él. Pero no tengo más oportunidad que ahora.
Ella quedo en silencio y lo miraba, observaba su rostro, para encontrar si mentia, si en ese momento tenso él estaba actuando, pero no encontro respuesta. Al no encontrar solución y respuesta, se paró del asiento. Tomo su café, un trozo de chocolate y se fue al auto. Pablo no esperó que ella se fuera y la detuvo parándose frente a ella y le dijo.
- Alicia ¿podemos intentar algo? No quiero que te alejes por lo que dije. Pero si tu sientes algo por mí y si no me equivoco es así, aprovechemos este día.
Ella enojada, les responde.
- ¡Qué te crees Pablo! Ahora vienes a decirme esto ¡que imbécil! ¡Déjame pasar! Te espero en el auto, le dijo ella, pasando por el lado de él.
Ella sentía el perfume de Pablo y era exquisito. Él se apartó. Alicia se enojo. Quería que todo esto hubiera pasado hace un año atrás, cuando ella aún tenía esperanzas. Pero ahora, Alejandro merecía su amor y respeto.
Alicia tomaba su café afuera de la camioneta. Tomando el sol de la mañana y esperando recobrar su paz. En ese momento Pablo entendió que se había equivocado y cambió la estrategia. Aún quedaba todo el día para hacerla cambiar de opinión.