Cuando Alicia llegó a conversar con Myriam, golpeó su puerta y tocó el timbre. Como siempre lo hacía de manera desesperada. Su amiga ya acostumbrada, sabía que era ella. Esta vez, cuando Myriam abrió la puerta, Alicia la abrazó y no dijo nada. No entró como un huracán, solo la abrazó, casi desmayada.
Myriam le preguntó que pasaba, que le sucedía y Alicia no respondió nada. Hasta después de un rato. Por mientras que Alicia estaba en silencio, Myriam preparó un té de melisa, para calmar la ansiedad silenciosa de su amiga. Al sentarse y servirle el té, Alicia empezó a hablar.
- ¿Te acuerdas de Pablo? El jefe del primer piso, el judío mujeriego.
Myriam hacía memoria y con un gesto afirmó que lo recordaba y abrió los ojos.
- Sip. ¿Qué paso? No me digas.
Alicia le había hablado hace mucho tiempo de Pablo, ella se había sentido seducida por él desde que llegó a la empresa, pero sabía que era un imposible. Siempre se contuvo de hablar de él con otras personas, pero con Myriam podía expresar lo que sentía y ella no la criticaba. La escuchaba sin juicios.
Myriam sabía que Alicia tenía debilidad por algunos hombres. En su mayoría eran personas muy seductoras, de buen sentido del humor, inteligentes, compartían gustos similares en la música y con mucho carisma. Pero siempre cuando quería estar con ellos, al otro día, se olvidaban de ella o ella se aburría de ellos. Sus relaciones ligeras tenían un patrón parecido.
Con algunos tuvo relaciones duraderas. Alcanzaba a conocer a la familia. Pero siempre había algo que no hacía perdurar esos pololeos. Ella idealizaba a sus parejas y al conocer a su familia, ellos eran tal cual eran. Unos falsos.
Cuando ella veía cómo eran, se frustraba y terminaba escapando de esa relación. Alicia le gustaba sentir admiración por sus parejas, pero también buscaba sentirse cuidada y valorada. Esto no era compatible, con el tipo de hombre que siempre ella encontraba.
En su mayoría sus parejas fueron narcisistas, personas que conocía en un pub o por amigos en común, pero nada que ella pudiera mantener en el tiempo. Hombres preocupados más de sí mismos, que de la otra persona. Por eso no había una relación de cariño recíproco.
Pablo era muy similar al prototipo narcisista, pero tenía algo especial. Cuando llego a la empresa, le conto a Myriam todas las veces que hubieron conexiones entre ellos, era como un imán. Pero no era posible su unión. Aunque era real, no iba a tener futuro.
Siempre pensó así y ¿porque ahora dudaba?. Sabía que Alejandro era el indicado, pero probar la manzana prohibida. La tentaba.
Mientras Myriam escuchaba hacía gestos, pegaba gritos, reía y no dejaba de sorprenderse de lo que decía Alicia. Hasta que ya no tuvo más que decir, se cansó de hablar y Myriam pudo responder.
- Alicia, tú tienes la respuesta y aunque esto es una prueba difícil, está claro, que Pablo lo hace para una aventura. Alejandro te ha demostrado su cariño y amor. Ni siquiera deberías dudar. Pero te entiendo, el bombón de la oficina que siempre te tentó, te está buscando. Esta complicado.
Myriam la abrazo, mientras Alicia apoyaba su cabeza en su hombro. Le respondió.
- Myriam de verdad que me hace dudar, pero es mi lado carnal. Tengo claro que Alejandro es lo que quiero. Recien me dijo que me amaba y sé que yo también lo amo. Estoy muy clara que no quiero a Pablo. Siento una admiración. Pero cuando me busca, me hace sentir especial. Creo que es porque siempre me sentí inferior a él. Cómo si no estaba a su altura, no lo merecía. Lo peor, es que tengo que volver a salir con Pablo el viernes y no quiero.
Myriam la contuvo y le.dijo.
-Amiga, tu eres merecedora del Amor. Pero del buen amor. Si tu sientes que él te hace sentir especial, porque él es alguien importante. No es amor. Es admiración. Tenemos que ver al otro como un igual o toda la vida te hará sentir inferior.
Las dos estaban muy cansadas y se abrazaron. Alicia le agradecio sus palabras y le respondió.
-Tengo más claridad de mis sentimientos, necesitaba hablar contigo para comprender la diferencia de lo que siento. Te quiero.
Las dos empezaron a bostezar y se empezaron a despedir. Alicia se levantó del sillón y le dio las gracias a su amiga por escucharla. Se dieron otro abrazo. Myriam le dijo que la llamara si necesitaba algo y que iba a pensar en algo para ayudarla.
Alicia subió a su departamento.