La Necesidad del Amor

II PARTE, CAPITULO 13

Alicia era hija única de un matrimonio adulto. De pequeña muy consentida, pero también padres estrictos. Tenía buenas notas en el colegio, una niña tranquila hasta que salió de 4to medio.

El primer año estudio trabajo social y lo hizo porque sus padres le dijeron que estudiara eso. Pero al segundo año se cambió a dibujo Arquitectónico e Industrial. Hizo una práctica en una empresa eléctrica y luego llegó a la corporación de empresas eléctricas.

Su trabajo le encantaba. La empresa era su mundo. Conocía a muchas personas, tenía buena comunicación con todos, no era ambiciosa, no buscaba escalar y obtener un trabajo mejor. Se sentía bien con sus compañeros y estaba agradecida de ser parte de un buen equipo. Podía hacer sus labores tranquilas, disfrutar de hacer actividades solidarias, de vez en cuando y siempre todos la apoyaban.

Además, pudo independizarse y darse gustos. Con el tiempo se cambió de la casa de sus padres, a un departamento que ellos le facilitaron. Los años viviendo sola fueron de crecimiento, autonomía y de viajes.

Lo único desordenado era su vida amorosa. No sabe que sucedió en su infancia que no sabia elegir parejas. Habrá sido lo estricto de sus padres o que no la dejaran participar de paseos del colegio o no la dejaban salir con compañeras a fiestas. Pero no sabía tomar decisiones, le complicaba poner límites a la gente que le hacía daño, sobre todo a sus parejas.

Ahora estaba aprendiendo a respetarse, esperar por una recompensa y hacer lo que ella quería. Estaba logrando muchas cosas.

Con Alejandro. podía ser ella y sentía reciprocidad, una armonía, cariño, respeto y le resultaba fácil hablar con él de todas las cosas.

Ahora con Pablo no podía encontrar la forma de alejarlo, sin temer de romper un vínculo. A lo mejor eso tenía que hacer, romper con algo. Porque él era su jefe, su compañero, también un contrincante de juegos y su parner en todas las cosas que organizaba. Pero no era su pareja.

Ellos estaban en la sala de reuniones, su lugar de juegos y eran contrincantes. Parecía una lucha de poderes. Ella estaba entre la espada y la pared. Tenía claro que no debía cruzar la línea. Pero como detenía el juego, sin romper su amistad. Ella lo quería, pero no para estar juntos. Aunque, tampoco le asqueaba la idea. Pablo no pudo ni podría darle lo que ella quería. No valoraba lo mismo que ella y él no la veía como un igual.

Ella se acerca a él y le dice susurrando.

- Pablo, déjame salir.

Él toma la pelota de goma y le dice.

- Te propongo algo. Juguemos y hacemos una apuesta. ¿Quién gana..?

Sabía Alicia que en esa propuesta había algo más. Pero no quería seguir el juego, camino a la puerta y abrió el cerrojo. Cuando Alejandro la abraza por la espalda y le dice.

- No te vayas. Por favor.

Ella no lo mira, pero le responde.

‐Tu eres solo mi jefe y compañero, nada más.

Ella abre la puerta, Pablo la suelta y ella salió para su oficina. Pablo no queria perder y le tiro la pelota, que cayó en su espalda. Alicia se dio vuelta, recogió la pelota y lo persiguió para tirársela de nuevo. Si algo tenía ella, era nunca perder y era rencorosa. Eso lo sabía Pablo. Con tantos juegos, sabía que ella respondería así.

Pablo al verla correr hacia él. Corrió de vuelta a la sala de reuniones. Ella le lanzo la pelota y él se agacho para no recibir el pelotazo en la cabeza. El rebote de la pelota hizo devolver la pelota a los pies de Pablo. Los dos miraron la pelota y Alicia corrió a su oficina, sin antes sonreírle a Pablo y yéndose rápidamente.




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