La Necesidad Del EngaÑo

FINAL

Bajé del carruaje y admiré el paisaje. Por lo menos aquella casa se encontraba en un lugar precioso. James había insistido en que aceptáramos esa invitación para pasar una semana en el campo, pero en el último momento tuvo que seguir una pista y me tocó ir a la fiesta campestre a mi sola. Él me había prometido que se reuniría conmigo esa misma noche, me consolaba pensar aquello y el hecho de que por lo menos esta era una reunión respetable.

Tuve una recepción muy calurosa, y tras refrescarme bajé a tomar el té con el resto de damas. Entre todas ellas se encontraba Marguerite, lo cual, me resultó sorprendente.

-Oh Aroha, no sabes cuánto me alegro de que estés aquí… con estas víbogas no logagía salig viva sin una aliada.

-Es una sorpresa maravillosa. -Dije sintiéndome aliviada de poder contar con una presencia familiar. Tras escucharla despotricar sobre la mayoría de las damas que habían sido invitadas me preguntó por James. -Pues se unirá a nosotros esta noche… lo que no sé es si llegará a tiempo para la velada o no…

-Bueno… espego que no llegue… -Yo la miré con el ceño fruncido. -Oh Ma chère amie, no mal integprete mis palabrgas. Adogo a tu esposo, es al mío al que no sopogto. Me ha obligado a acompañaglo y no paga de greprendergme. Si cuento con tu presencia solo paga mí, seguro podgre libragme de él.

-Bueno, siempre que no me metas en problemas… estoy encantada de pasar la velada contigo.

Cuando entramos al salón donde se servía la cena descubrí que Marguerite no era la única cara familiar. Además de un par de conocidos que la tía Agnes me había presentado, resultó que el señor Gordon también se encontraba allí.

-Que afortunado me siento de poder disfrutar de su compañía durante la cena. -Dijo como saludo al sentarse junto a mí. -Entiendo su esposo la ha abandonado.

-Yo no me atrevería a decir tal cosa jamás…

-Suena usted poco convencida… Ha antepuesto sus obligación a usted ¿cierto? – Dijo con superioridad.

-No veo porque deba darle explicaciones Gordon, pero en honor a mi esposo diré que él nunca me deja desatendida.

-¿Sigue pensando que hizo bien casándose con él? -Su pregunta parecía realmente sincera.

-Nunca podría arrepentirme, es el mejor hombre del mundo… No comprendo tanto interés por mi matrimonio. -Dije algo incómoda y con miedo de sus próximas preguntas.

El señor Gordon cambió de tema y el resto de la velada la pasó intentando agradar a todos los presentes. Cuando la cena hubo terminado me retiré a mi habitación con la esperanza de que James no tardara mucho en llegar. No me hacía ninguna gracia pasar la noche sola en un lugar desconocido.

-Cariño me acercarías la toalla. -Me encontraba en la bañera cuando escuche los pasos de James. La doncella me había avisado de su llegada antes de marcharse. Él se acercó con su cara vuelta para no verme y extendió el brazo con la toalla para que la tomara. - ¿Y ese ataque de pudor? -Pregunté con humor mientras salía de la bañera.

-Supongo que mi hermano me mataría si te viera desnuda cuñadita.

-¡Marco! – Exclamé intentando que la toalla tapara más de lo que su tamaño le permitía. - ¿Qué diantres haces aquí?

-Bueno … las cosas se han torcido en la capital, mi hermano no podía venir y me han dicho que debía hacerlo yo. Es menester que todos piensen que él está aquí para no levantar sospechas… -Él no se movió del sitio.

-Marco, realmente estoy interesada en saber dónde está mi esposo, pero creo que la información puede esperar a que este vestida. – Marco continuaba de espaldas y en un par de zancadas volvió a desaparecer de mi vista. Me cambié lo más rápido que pude. Me incomodaba tener que estar en camisón ante mi cuñado, pero era la hora de dormir y detrás del biombo no tenía otra cosa con la que vestirme. -Ahora ya puedes contarme…- Al salir tomé la bata que había preparada para James y me la puse a modo de abrigo. No quería dejar más piel expuesta de la estrictamente necesaria.

-Resulta que tienen una pista sólida y James debe seguirla. Yo me encontraba cerca de aquí y … ya ves… - Pareció dudar por unos instantes antes de preguntar. - ¿Anna está invitada?

-No, lo siento. Esta se supone es una fiesta de gente de bien… Ya sabes a lo que me refiero. – Añadí al ver la cara que él había puesto.

-Bueno… - Dijo tirándose sobre la cama y quitándose los zapatos sin ayuda de las manos. – Pues a dormir.

-No pretenderás que compartamos cama ¿Verdad? -él parecía estar disfrutando haciéndome pasarlo mal.

-Oh vamos cuñada, la última vez que estuvimos juntos juraría que fuiste tú la que me lo propusiste.

-No sé cómo pueden confundirte con James… no te pareces en nada a él.

-Pues tu caíste en el engaño.

-¿Cómo puede soportarle Anna? – Pensé en voz alta. -Perdón, no quería faltarte al respeto.

-No lo has hecho, Anna me soporta gracias a la distancia, el día que terminen las misiones seguro nos volvemos a matar el uno al otro. Y con respecto a mi parecido con mi hermanito… no es por meter baza, pero lo reconozcas o no tú también nos confundiste.

-En mi defensa diré que no sabía que tenía un hermano gemelo y… me pareció no solo que James sonaba raro, sino que algo había diferente en él. Cuando James me contó la verdad no dudé de su palabra ni por un instante… siento decirlo, pero él es más guapo. -Aquel comentario le hizo reír.



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En el texto hay: juvenil, romance, epocavictoriana

Editado: 09.08.2021

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