La necrópolis de los brujos(terror, thriller, aventura)

Capítulo 5

La caja:

Caminaba cerca de la densa neblina me preguntándome que habría del otro lado, desde hace tiempo escucho a los chicos en la necrópolis hablar de esta misteriosa bruma, parece inofensiva a pesar de que su humeante espesor intimida bastante, cerca de esta, un brillo alcanzó mi vista, me acerqué y en el suelo entre escombros, encontré un objecto que pude identificar como conocido, sin vacilar, corrí hacia la escuela, donde todos aprovechaban del recreo para divertirse y escapar por un momento, de la realidad implacable que nos cercaba, me acerqué a Ballet y le susurré al oído para llevarla conmigo al lugar de antes.

-¡No puedo creerlo, es mi otra zapatilla, aun conserva el brillo del satén! -exclamó ella, con los ojos desorbitados.

-¿Cómo es que la perdiste? -pregunté con una curiosidad que se mezclaba junto a un dejo de temor inexplicable.

-No lo recuerdo, ni siquiera puedo memorizar cómo bailar yo... -susurró al mismo tiempo que soltaba la zapatilla de golpe, como si quemara sus manos.

Surge de la nada un sonido ultratumba, era una melodía distorsionada de voces aparentemente infantiles, atrayendo mi mirada hacia la turbia niebla que se arremolinaba, en el suelo reposaba una antigua cajita de música, con una pequeña bailarina decapitada que giraba velozmente, haciendo que la caja liberara una fuerte ventisca, la angustia me invadió, haciendo que llevara mis manos instintivamente a cubrirme los oídos, en un intento por ahogar el tormento auditivo, de manera simultanea mis mejillas se veían empapadas por un río de lágrimas que fluían sin cesar, mi llanto era agónico y mi rostro se retorcía en una mueca de dolor tan intensa, dibujada por la mismísima tragedia.

-¿Qué sucede? -le pregunté a Ballet un escalofrío me recorrió, avisándome de que algo terrible se gestaba.

-Recuerdo cuando me puse por primera vez esa zapatilla, estaba nerviosa, era un bonito regalo pero no calmaba mi ansiedad. ¡Por fin, mi primera presentación en el escenario! -dijo de repente- su cuerpo empezó a convulsionar, resaltaban sus ojos que se volvieron completamente blancos, cayó de rodillas al pavimento, de donde emergía una ligera bruma apenas perceptible, un hedor a podredumbre y azufre se desprendió de ella, mis nervios crispaban, dejándome incapaz de actuar, hasta que se levantó con movimientos espasmódicos y descoordinados poniéndose nuevamente de puntillas, la melodía que emergió de la vetusta caja demoníaca cesó por unos instantes.

-¿Estás bien? -pregunté con voz temblorosa, mi aliento salía en pequeñas nubes de vapor que se disipaban en el aire, levantó la mirada lentamente, revelando unas cuencas como pozos, en las cuales flotaban unos globos oculares reducidos a diminutas canicas en lo más profundo, abrió la boca, revelando sus dientes manchados con un lúgubre líquido que fluía palpitante, a la vez que el sonido de la caja de música se intensificaba, haciendo que me desplomara en súplica sobre el suelo, en ese instante, de la neblina apareció el sonido metálico de una campana.

-¡Aléjate! -me gritó, materializándose lentamente desde la espesura, agitaba la campana ritualista hasta que Ballet cayó desmayada al suelo.

-La próxima vez, ten más cuidado. En el refugio hay millones de inscripciones que hablan de este tipo de cosas, por favor, no vuelvas a cometer este error -me advirtió en un tono grave, antes de colocar su dedo índice entre sus labios y desvanecerse de nuevo por donde había venido, dejando un rastro de inquietante misterio.

Tras la experiencia ambas regresamos en silencio sin intentar darle demasiada importancia a lo ocurrido, nos incorporamos al animado salón, donde los jóvenes evitaban cualquier alusión a la muerte o al miedo. Aquellos eventos habían sucedido durante "las peculiares vacaciones", un único día de descanso.

-Oigan, he encontrado algo -dijo exaltada la chica extraña, tomada de la mano de su novio

-En nuestra cita, dimos un paseo por el cementerio, explorando una dirección diferente: el norte. Siempre habíamos seguido el camino hacia el sur, por lo que esta elección nos resultaba interesante. -añadió el

-¡Chicos, eso es extremadamente peligroso! -advirtió Vintage-. En ese camino suele haber neblina -intentó decir antes de ser interrumpido por Sora, quien parecía no escuchar las advertencias.

-¿Y bien, que es lo que encontraron? -preguntó Sora impacientemente

-Sigánnos

Mientras avanzábamos hacia el norte en el cementerio, nos encontramos con una estatua que custodiaba el estrecho camino empedrado, representaba a un hombre barbudo que saludaba con amabilidad mientras se quitaba el sombrero en un gesto de cortesía, el camino desencadenó en mí una extraña pero reconfortante sensación de felicidad, similar a la emoción que experimenta un niño pequeño cuando sus padres lo llevan a un parque temático durante las vacaciones de verano.

-Pero solo veo neblina -exclamó ballet algo insegura y asustada

-No te preocupes pasamos atravez de ella, lo que queremos mostrarles está del otro lado -dijo el chico del chaleco con seguridad.

Al a travésar la neblina, nos introdujimos en el paisaje surrealista y encantador, un campo de flores que parecía salido de un cuento de hadas, el canto alegre de los pájaros se fusionaba con las exclamaciones de admiración a mi alrededor: "¡Qué hermoso!", sin poder contener la emoción, me dejé caer sobre el suelo cubierto de flores, los colores frescos eran demasiado bellos, al girar la cabeza, noté a mi lado la presencia inesperada de un esqueleto, en lugar de sentirme perturbada experimenté una sensación de calma intrigante, observándolo con una mezcla de normalidad y curiosidad, un pensamiento fugaz cruzó mi mente: (la vida es tan efímera -suspiré). Varias flores se asomaban de las cavidades del esqueleto, entrelazándose entre sus costillas y sobresaliendo de su mandíbula, en ese momento me pareció que el esqueleto y las flores formaban parte de un ciclo de transformación recordándome lo inevitable, era hipnotizarte, mis ojos se posaron en las flores que crecían en las macetas de las cuencas atrapando mi mirada extasiada, atrayendo un repentino nublamiento de mi vista, las flores perdieron las tonalidades variadas y se convirtieron en rojas para luego fundirse en el líquido carmesí de vida, bañando todo los huesos, una llovizna repentina trajo pequeñas gotas del liquido a mi rostro, pero para mi suerte cuando las cosas comenzaban a ponerse serias vine en si con la ayuda de las risas vigorosas de mis compañeros ajenos a mis visiones, estaba mareada, me froté los ojos con fuerza, como queriendo borrar esas visione y dirigí mi mirada nuevamente hacia el esqueleto que permanecía inmutable, así que respiré hondo e intente retomar la calma, debía acostumbrarme a estas extrañas apariciones si quería sobrevivir, sabía que necesitaba encontrar paz interior y controlar mi mente y si no lo hacía en un lugar tan pacifico probablemente no lo lograría. Sin dejar que las visiones minaran mi cordura me quedé quieta por unos instante casi conteniendo el aliento, apreté la tierra en un puño y alcé mis manos con suavidad hacia el cielo, un par de mariposas azules se posaron delicadamente en mis dedos, eran muy bonitas, sin embargo huyeron espantadas cuando una más grande se acercó y se posó sobre mi dedo indice, tenía un dibujo que recordaba la forma de una calavera, sus alas delanteras estaban adornadas con manchas oscuras entrelazadas en patrones de marrón y negro, mientras que las traseras desplegaban un amarillo cruzado por bandas negras, fue el dibujo de la muerte en su espalda lo que me cautivó, entonces tuve una visión, en ambas manos y en los dedos indice habían anillos, parecían anillos de compromiso, antes de que pudiera asimilar completamente la revelación, los rayos del sol hicieron centellear los anillos, disolviendo la visión en un destello que se desvaneció junto con la mariposa. Vimos el sol por primera vez, era un amanecer glorioso, sus cálidos rayos iluminaban el cielo con una tonalidad dorada como si el firmamento estuviera ardiendo, sentía que todavía era un espíritu errante, atrapado entre la belleza de aquel amanecer, por lo que tuve una sensación de duda y desconfianza pero en lugar de huir decidimos entregarnos a la experiencia, me giré hacia todos, con los ojos fijos en el sol ascendente, us siluetas parecían traslucidas con el resplandor, sin poder resistirme, extendí mis manos hacia el horizonte donde nacía el sol, me dí cuenta de que me sucedía lo mismo, sus rostros felices me llenaron de una profunda melancolía, en aquellos semblantes radiantes veía reflejadas almas inmaculadas, libres de las sombras.




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