La necrópolis de los brujos(terror, thriller, aventura)

Capítulo 10

Demonología:

Cleo y Cade eran un matrimonio unido por un amor profundo, desde que se casaron habían soñado con formar una familia, pero parecía que nunca era el momento adecuado, ella ansiaba ser madre, pero su esposo no se sentía preparado del todo para dar ese paso, aún así estaba dispuesto a dejar de lado sus propias dudas ya que era mas fuerte el amor que sentía por ella.

—Cade, he tenido un sueño, una voz me advertía que nuestro hijo podría morir, fue una pesadilla espantosa, me decía que si no hacíamos algo, enfrentaríamos terribles consecuencias —expresó Cleo ajustando su cinturón de seguridad antes de emprender el camino hacia el hospital, a la consulta de fertilidad.

—Son solo sueños, no te atormentes. Sé que crees en esas cosas, pero vivir en la casa de tu abuelo no significa que estemos destinados a compartir sus creencias —contestó Cade tratando de disipar sus temores.

—Pero su muerte fue tan extraña...—murmuró Cleo, recordando el trágico pasado de su abuelo.

—Solo fue un paro cardíaco

—¿Pero que pasará si perdemos a nuestro hijo? —comentó ansiosa.

—¡Aún no tenemos ningún hijo! —interrumpió Cade, elevando su tono sobre el de ella antes de suavizar su expresión con una disculpa— Perdóname, cariño, estoy bastante alterado —agregó, depositando un beso reconfortante en la frente de Cleo.

En un intento desesperado por convertirse en madre, Cleo había pasado por numerosas pruebas médicas, tratamientos y largas esperas. Finalmente la noticia tan ansiada llegó, estaba embarazada. Durante semanas se había entregado por completo a la ilusión de traer una nueva vida al mundo. Sin embargo un día acompañado de un dolor agudo, seguido con machas de sangre y la visita al medico confirmaron la trágica noticia, había perdido el embarazo.

El matrimonio pasaba noches de insomnio, era una incesante lucha contra el sueño, sobre todo por las continuas pesadillas de la mujer:

—Una vez más vino a mí en un sueño, asegurándome que podría ver a nuestro hijo, podemos intentarlo Cade —compartió nerviosa Cleo en la oscuridad de la habitación iluminada por la luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas.

—Cleo, solo fue un sueño, no puedes dejarte llevar por eso —trató de calmarla mientras acomodaba su almohada. —intenta dormir, te traeré una tila —propuso pasando la mano por la cabeza de su esposa.

—¡No! —exclamó Cleo, elevando su tono —Lubak puede ayudarme, él puede facilitar la comunicación —reflexionó en silencio por un momento— a través de sueños... Experiencias cercanas a la muerte. —Confirmó con una mirada desquiciada

—¿De que demonios hablas?

El ascenso de Cleo a la locura fue gradual, al principio era casi imperceptible a los ojos de los demás, pero pronto las voces en su cabeza se volvieron más fuertes, cada día aumentaba su demencia, una fractura impía que la consumía, hasta que finalmente no hubo vuelta atrás.
Cade va a visitar a su hermano menor Adriel, un psiquiatra de prestigio que ya comenzaba a realizarle consultas a la atolondrada mujer, Cade confía en que lo pudiera ayudar, darle consejos para lidiar con la enfermedad de ella en casa, pero las respuestas de Adriel solo lo atormentaron más, la envidia creciente contra él favorito de sus padres, el hijo perfecto, Cade no concluyó sus estudios y además no sabía como lidiar con la situación que llevaba acuestas.

La sensación de impotencia pesaba sobre sus hombros mientras luchaba por encontrar una manera de ayudarla aferrándose a los recuerdos de su esposa antes de la locura, anhelando desesperadamente verla sonreír nuevamente, tratando de encontrar algún destello de lucidez en su demencia.

La negritud del cuarto de baño se tragaba la única fuente de luz, proveniente de las velas que titilan, las gotas de agua de la ducha suenan como un tambor acompañando los silbidos de las tuberías, Cleo con el rostro demacrado, se aferraba al espejo sobre el lavado.

—¡Lubak! ¡Duque del infierno! ¡Clamo ante este espejo tu presencia!

La frustración ya no le permitía pensar con claridad, luego de no recibir respuesta, pegó un puñetazo brutal contra el cristal, cuando repentinamente la llave del lavado se abrió emitiendo un chirrido, el agua salió a chorros para ser reemplazada poco después por sangre coagulada que se espesaba y caía como plastas sobre la pulida superficie, percibiendo esto como una señal, tomó un fragmento de espejo afilado en su mano, se cortó la palma, dejando que la sangre se mezclara con el polvo del vidrio y cayera sobre sus pies descalzos, los pequeños fragmentos esparcidos por el suelo comenzaron a vibrar con una fuerza perturbadora, ella se agachó sonriente, sus ojos se fijaron en el tozo mas grande, había un reflejo, una mirada que la observaba desde el astillado vidrio que reposaba sobre la losa mojada, unos ojos rojos, llenos de una maldad desbordante, la cortina como si estuviera viva se desgarró en jirones y de entre esas ranuras un viento helado proveniente de la nada sopló, apagando las velas y sumiendo el baño en una oscuridad total.
Cade estaba en su turno de trabajo cunado el teléfono sonó con insistencia, al otro lado de la línea, la voz del médico, Cleo había quedado inexplicablemente inválida, el hizo un silencio abrumador cuando asimiló aquellas palabras mientras su mente luchaba por comprender la magnitud de la tragedia.

La zozobra del baño, la sangre, el espejo roto y la mirada maligna de la mujer le confirmaban que su esposa había hecho un pacto con el infierno.
Las pulsaciones de un corazón que nunca latió, se escuchaban en las noches, el feto, espectro maldito de un amor truncado rondaba por aquella casa. Las semanas pasaban arrastrando consigo la cordura de Cleo hacia abismos, en las noches se dejaba llevar por su sufrimiento, alzaba sus manos temblorosas para acariciar una forma invisible, Cade, testigo de la descomposición mental de su amada, se debatía entre la razón y la locura, ante la luz y la oscuridad que se gestaban en su hogar como amantes malditos, la presencia del feto espectral se había vuelto una constante en sus vidas, Cade comenzara a plantearse la idea de comenzar a creer en aquello que pensaba que era imposible, esas cosas que se ocultan, que van y vienen cuando les place, o incluso en aquellas que pueden llegar a destruirte por completo.




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