La necrópolis de los brujos(terror, thriller, aventura)

Capítulo 13

Muerte:

Hubo una época en la que el deseo de abandonar la vida me asfixiaba, la depresión enmascaraba la preocupación de los que me rodeaban, convirtiéndome en un ser ensimismado, presa de la tristeza. Estaba consumida por el dolor y no se por qué —confesé, sintiendo cómo las traicioneras y frías lágrimas comenzaban a liberarse—. Quería saber cual era el sentido de la vida, un conocimiento que creía me salvaría de la perdición. —El recuerdo de Ónix —continué— nuestro querido hallazgo junto a mi madre, un cachorrito empapado por la lluvia, tiritando de frío, refugiándose en el bolso amarillo de mamá, esa vulnerabilidad, como si fuera un espejo de mi propia infancia —Una pausa ahogó mis palabras
—Busca una pista, algo que nos pueda ayudar a salir de aquí —insistió Esteban tomando mi mano mientras tanto yo continuaba esforzando mi mente.

—Espera, hay algo más... —comencé apretando su mano— ese día en el cementerio, cuando fuimos a visitar la tumba de Ónix, nuestra vista se cruzó con Cade, en una silla de ruedas, tenía el bastón, dijo haber perdonado, pero sus ojos destilaban todavía rencor. —mis manos comenzaban a convulsionar, solté el agarre de Esteban y en un impulso inexplicable lo lancé lejos provocándole heridas en su hombro, mi cuello se inclinó hacia delante de manera exagerada como si estuviera asintiendo, tensándose al limite creando una impactante hiperflexion, Sera y Esteban se estremecían al observarme, incapaces de apartar la mirada y sin poder hacer nada. Yo, sin control sobre mí misma, revertí el movimiento con una rapidez inquietante, llevando mi cuello hacia atrás en una hipertensión sobrecogedora. Repetí el movimiento una y otra vez como si mi cervical fuera un muelle, hasta que finalmente me detuve en seco, hasta que comencé el trance:

—El nos habló de magia, fuimos a la escuela abandonada, la promesa de misterios ocultos, conocimientos inigualables nos atrapó, la curiosidad insaciable nos empujó a practicar magia negra en aquella secta.... Hay un árbol y una mesa —musité—. Ambos en un pacto, dejamos nuestros anillos de compromiso sobre su superficie, todos dejaban un objeto significativo, era como dejar un recuerdo. Descendimos por una alta escalera a un submundo donde jóvenes.... el de.... el.... pijama —dije sorprendida al reconocerlo— figuras encapuchadas —continué— hay un símbolo en el suelo rodeando a cada uno de nosotros, el mismo que vi cuándo llegué aquí, en su centro hay un ojo.... Sostengo un cuenco de barro en mis manos —dije alzándolas, flexionando los codos a los lados de mis costillas, imitando el gesto de tomar el cuenco inexistente entre mis dedos en una representación— veo a los que beben de el esperando mi turno —mis dedos se cierran alderredor de la torneada curva del borde y brazos se elevaron— los rostros.... eran.... eran ellos... los maestros.

Tras beber lo que les ofrecían, algunos caían al suelo en un desmayo fugaz como si hubieran ingerido el peor de los venenos, solo para renacer transformados, al abrir los ojos, una luz nueva brillaba en sus miradas, como si estuvieran poseídos por una enigmática alegría. Un impulso incontrolable se apoderó de nosotros, incitándonos a probar también la misteriosa poción, Cade, con su báculo nos señalaba.
—Beberán del agua, y así, obtendremos poder sobre vuestras almas —dije uniendo presente y pasado, en un único momento de recuerdo y repetición de las palabras de Cade— Bebed del cuenco y seréis envestidos con un poder más allá de lo inexplicable — continuaba antes de notar como mis pies se elevaban en el aire y cruzaban, mi espalda se posiciono recta en un crujido de la columna vertebral, y las manos se colocaron por si solas con brusquedad sobre mi regazo — Animae Perdiate.... Spiritus Oblivionis... —repetí creando un puente entre el ahora y el ayer, uniendo mi voz con Cade en aquel momento mientras recitaba— ¡Spiritus Oblivionis! ¡Animae Perdiate!.... y entonces bebimos... —mis labios se mueven rosando el borde imaginario y mi garganta realiza el acto de tragar, era un liquido amargo y espeso, como aquello que salía del espectro infantil y las estatuas del cementerio— Cade se acercó con una antorcha y encendió el árbol, el fuego crepitó, el viento agitaba las ramas, haciendo que las campanas enredadas emitieran un lamento fantasmal, sentimos la ruptura de energías positivas y la apertura a influencias destructivas, en medio del caos, escuché el aleteo de cuervos que revoloteaban dejando un rastro de plumas entre las brasas de fuego que transportaba el viento junto a las hojas quemadas, finalmente, tanto Esteban como yo caímos al suelo desmayados.

Desperté de mi trance profundo con la sensación de descender lentamente de otro plano, mi alma se deslizaba de vuelta a la realidad como la suave caricia de una pluma, al tocar el frío pavimento con la planta de mis pies temblorosos, un escalofrío me envolvió, sentía los párpados pesados, lentamente los abrí, con un mareo intenso que acompañaba mi regreso, la habitación giraba suavemente a mi alrededor, los colores eran más vivos y saturados, como si mi visión hubiera sido agudizada por la experiencia, con un esfuerzo, me incorporé, sintiendo el peso de mi cuerpo físico anclándome firmemente a la tierra, mientras mi mente aún vagaba entre las sombras de lo sobrenatural, fue entonces cuando sentí un golpe, una terrible embestida del destino.




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