Escaleras inciertas:
Con un sobresalto, abrí los ojos nuevamente para encontrarme enredada en una madeja de serpientes que me enroscaba, sintiendo el frío tacto reptiliano contra mi piel, a mi lado, Esteban y Sera luchaban en vano por liberarse de la mortífera encrucijada, estábamos frente a la neblina, en la otra dirección cerca de los escombros, los dos misteriosos profesores que siempre escoltaban a Cade se materializaron, observándonos con una mirada terrorífica.
—¡Tenemos que actuar rápido!, —exclamé con voz entrecortada, aguérridos nos miramos unos a otros en busca de una solución.
—¿Por qué quieren irse? —nos preguntó la profesora con voz cínica mientras intentábamos soltarnos de las serpientes—.Podemos experimentar pensamientos y percepciones, y además no estamos limitados por los aspectos biológicos del cuerpo humano, no sentirán las presiones del mundo físico. Pueden elegir quedarse y Uvall se encargará de que a estas almas no les falte de nada.
—No gracias, no estamos interesados en pactos con demonios agregó Esteban con un desafiante sarcasmo.
—Para que quieres quedarte?, aquí tu alma no tendrá paz, por el contrario será un calvario perpetuo —intentó advertir Sera
—Quiero vivir, quiero saber que pasará después, quiero una oportunidad de sentirme viva. —supliqué
—Bien, como ustedes quieran, —respondió la bruja bruscamente—. Aquí tenemos la ofrenda, saca a la chica de la espada, ella no nos sirve —le ordenó al otro maestro, quien se acercó a Sera y la tomó del cabello.
La maestra empezaba a dibujar un intrincado símbolo en el suelo, con lineas rectas conectadas, era el símbolo del espejo, una invocación al demonio, sus ojos centelleaban con una malevolencia que nos llenaba de temor y angustia, estábamos atrapados, sin escape posible, la presión en el pecho amenazaba con aplastarnos al mismo tiempo que las serpientes nos rodeaban con más fuerza haciéndonos escupir sangre en aquella tierra que repudiaba.
El tintineo de campanas resonó, un sonido que cortaba a través de la tensa atmósfera como una salvación inesperada, para nuestra sorpresa, Sera había tomado la campana del bolsillo de Esteban, las serpientes, como si obedecieran un mandato invisible, nos liberaron de sus ataduras, fue entonces que Lubak hizo su entrada, arrebatando las almas de los confiados maestros que habían intentado retenernos, antes de dirigirse hacia nosotros con lentitud y despreocupación, sin pensarlo dos veces, nos lanzamos hacia la neblina que se extendía más allá de nuestros perplejos ojos, nos perdimos en la blancura por un instante, el miedo y la desorientación amenazaban con separarnos, pero el tintineo constante de la campana actuó como una brújula, guiándonos de vuelta el uno al otro. En silencio, me incliné para aceptar la rama que Esteban me entregaba con manos temblorosas, experimenté un estremecimiento súbito cuando arrancó la campana antigua, desatando una furia sobrenatural que se cernía sobre nosotros en forma de una tormenta repentina, clavé la rama moribunda en la tierra sintiendo cómo esta temblaba, Sera, con desconfianza, vigilaba nuestro ritual con temor, asombrados, observamos cómo la rama, que parecía sin vida minutos antes, comenzó a retorcerse y a retomar un verde intenso. Un susurro gutural que se elevaba desde las entrañas de la tierra, envolviéndonos en un aura de magia retorcida y oscura, de repente, el suelo se estremeció con la fuerza de un terremoto contenido,,un árbol surgía de la rama mortecina con una rapidez impresionante, su crecimiento era antinatural, alargándose hasta alcanzar una altura imposible, la criatura vegetal se transformó en una escalera que se alzaba hacia el cielo, sus peldaños de madera se extendió como si el mismo infierno aguardara en la cima de aquella escalera que desafiaba las leyes de la realidad, nos miramos, sabiendo que nuestro destino estaba sellado al seguir aquel ascenso a lo desconocido que se alzaba hacia las nubes en la impenetrable oscuridad.