La Nefilim

V E I N T I C I N C O

TU ÁNGEL

TU ÁNGEL.

Malena:

Luna y Leonel me trajeron a una cabaña abandonada. Me parecía increíble que nadie notara esta cosa siendo tan grande, pero cuando nos acercamos más entendí porque estaba abandonada, este lugar tiene una protección muy fuerte, demasiado diría yo. La primera vez que pasé por aquí no me percaté de su presencia.

Lo que realmente me preocupa es que Leonel pueda ver este lugar, no me sorprende que Luna pueda verla ya que es... lo que es, conmigo también es entendible ya que los Nefilim podemos ver a través de casi cualquier truco mental, pero Leo... Leonel es un ser humano cualquiera, no debería ser capaz de ver este lugar.

—Leo —Luna reaparece con la luz de la pequeña linterna de baterías que Leo trajo—, caminé bastante, pero no encontré el final y no quise alejarme mucho más.

Le creo, este lugar es bastante extraño, es sumamente oscuro, incluso para mí, por más que trato no consigo obtener una imagen clara de este lugar. Me preocupa no saber que hay aquí, caminé un poco y me encontré con muchos trucos, visiones y me percaté de un extraño poder, no tengo ni idea de qué tipo de poder sea, pero apuesto a que este lugar es un punto ciego para el cielo y tal vez para el infierno, este lugar es perfecto para deshacerme de Angel.

Meneo la cabeza para alejar esa maldita idea de mi cerebro, no quiero asesinar a la chica que ama mi hermanito. Yo no quiero ver a Luna muerta, no quiero que esa sonrisita desaparezca para siempre, pero vaya que quiero ver muerto a su lindo angelito.

Me revuelvo un poco el cabello, esto es demasiado complicado para mí, mi razón está partida por completo.

Luna deja la linterna en medio de todos y se sienta junto a Leo.

—¿Qué es lo que haremos ahora? —pregunta ella.

Leo se estira para poder tomar su mano, detesto tanto verlo tan enamorado, me gustaría que, en lugar de amarla, la odiara y así poder tener el pretexto perfecto para matarla sin tener algún remordimiento. Pero a la vida le encanta complicarme las cosas.

—Lo mejor que podríamos hacer es iluminar todo lo que podamos, pero dudo mucho que podamos colocar luz eléctrica en este lugar —dice Leo.

Tengo muchas ganas de soltar uno de mis comentarios sarcásticos, pero eso lastimaría a Leonel y entenderían que estoy molesta, por ahora debo mantener un perfil bajo. Pero es evidente que en este lugar no podrán poner luz eléctrica.

—Tal vez deberíamos comprar más lámparas —continua él—, ir iluminando el lugar poco a poco.

Este par está demasiado acostumbrado a las comodidades, no dudarían ni una semana en la época medieval.

Enarco una ceja y los veo de la peor manera que puedo.

—Esa es una idea fantástica —suelto llena de sarcasmo—, o simplemente podrías traer las lámparas de queroseno que guarda mi tío en el sótano y evitar que se fosilicen.

Los dos se giran a verme con los ojos bien abiertos, creo que acabo de hablar de más.

—Si sabes tanto, ¿por qué no nos ayudas a hacer habitable el lugar? —espeta Leo con molestia.

Luna asiente con una enorme sonrisa. No, me niego a pasar más tiempo junto a Luna, ellos nunca van a entender que soy peligrosa y que Luna también es peligrosa para mí. Si llegamos a pasar más tiempo juntas estoy segura de que intentaré matarla en cualquier momento o —lo que es peor— podría amarla aún más y nunca podría vengar lo que esos ángeles nos hicieron, pero no puedo permitir que eso pase, alguien tiene que darle una buena lección al cielo.

—Me niego a ayudarlos —suelto molesta—, ¿no habían dicho que esto era solo suyo? Esto es suyo, no mío, háganse cargo ustedes mismos, dejen de involucrarme en sus cosas.

Me levanto del suelo, pero, así como subí volví a caer y mi cara se estrella contra el suelo de madera. Giro la cara para ver a Luna abrazando mis piernas, voy a hacerle mucho daño si continúa con esto.

—Ayúdanos, Mal, no volveré a pedirte nada más, solo ayúdanos.

Entierro la cara en el suelo, yo no quiero hacerle daño a Luna, lo que mi corazón desea es poder revolver ese cabello negro cada vez que la vea, quiero verla sonreír cada vez que habla de Leonel, quiero seguir siendo su cómplice. Me encantaría poder olvidar que la vi con forma de ángel, me gustaría manipular mis recuerdos y poder verla como la hermosa niña que es, pero me juré no volver a manipular mis recuerdos.




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