La Nefilim

S E I S

SACRIFICIOS

SACRIFICIOS.

Malena:

Esta vez no planeo cometer ningún error, paso por Luna a las cinco de la mañana y vamos en mi auto, esta vez tengo que hacer bien las cosas.

La noto un poco nerviosa, no para de jugar con la pulsera que le compró Leonel. Los celos me carcomen viva, pero sé que ella hará feliz a Leo, así que más me vale controlarme.

—¿Por qué venimos en auto, no íbamos a ejercitarnos?

Ojalá pudiera explicarle las cosas, tengo que hacer esto rápido, odiaría arriesgarla de más. No me gusta actuar de esta forma, pero sé que el otro Elegido debe estar vigilándome y no quiero dejar a mi familia. No me doy cuenta que he acelerado demasiado hasta que Luna grita.

—Malena —Toma mi mano—, cálmate, la que debería estar ansiosa soy yo.

Levanto poco a poco el pie del acelerador, esta niña tiene razón en una cosa, no debo dejar que la ansiedad me domine. Recobro la tranquilidad y sigo avanzando por la avenida.

—Tengo algo que confesarte, Luna —Suelto un suspiro—. Leo va a cumplir años en un mes y me gustaría que me ayudes a organizarle una fiesta sorpresa.

Le sonrío un poco y regreso la vista al frente, no quiero estrellar mi auto.

—¿Qué día es su cumpleaños?

Me sorprende un poco que aún no sepa ese detalle, Luna no es tan buena amiga como imaginaba, Leo es mayor que ella sólo por algunos días.

—El veintiocho de septiembre —digo con frialdad.

El ceño de Luna se frunce un poco, ¿qué es lo que le molesta?

—No me gusta tener que enterarme de esto por ti —dice cruzándose de brazos—, Leonel no quiso contármelo y eso me molesta mucho.

Me alivia saber que no es por ella que no sabía cuando es su cumpleaños, estiro mi mano y le revuelvo el cabello.

—¡Malena!

Retiro mi mano, por el amor de Dios, estos dos son idénticos, lo único que hace falta es que Leonel quiera empezar a cocinar.

Agito la cabeza tratando de alejar la imagen de Leonel con un delantal cocinando, tal vez debería contarle que a Leo...

—Sobre su cumpleaños, a Leo... —Hago una mueca—. Digamos que su cumpleaños no es su día favorito.

Puedo sentir la mirada de Luna clavada en mí, esta niña es bastante curiosa, no sé si eso me agrada o me disgusta.

—¿Por qué no le gusta?

—Sobre eso... creo que lo mejor será que Leo te lo cuente, ya tendré muchos problemas con él por decirte el día.

Veo por fin el estacionamiento del cementerio, aparco el auto y nos bajamos de este. Mi corazón deja de latir por unos segundos cuando veo a mi tío junto a Leonel estirando en la entrada del bosque, cuando mi tío nota nuestra presencia de detiene.

—Hola, princesa.

Los ojos de Leo parecen dos cuchillas recién afiladas, por un momento creí que sería capaz de hacer esto sin ninguna interferencia, pero Leonel parece estar un paso delante de mi cuando se trata de Luna. Sus ojos van hacia donde ella esta y todo el enojo parece desaparecer de él.

—Hola, Luna, creí que nunca llegarían.

Leo se acerca a ella y comienza a platicar con ella, me gustaría saber de que hablan, pero no quiero parecer una fisgona. Me muerdo la lengua, esto empieza a ser fastidioso, ¿qué mierda tengo que hacer para poner en peligro a esta niña?

Entre los árboles alcanzo a distinguir a un par de demonios, hago una seña con los ojos y parecen entender que no los quiero ver aquí, por desesperada que este jamás pondría a Joseph o a Leonel en peligro.

Siento como el peso de unas manos caen sobre mis hombros, mi tío consigue sobresaltarme un poco.

—Hay que dejarlos solos —Mi tío me arrastra un poco.

—¿Cómo...?

Deseaba preguntarle como supo que a Leonel le gusta Luna, pero me interrumpe poniendo un dedo sobre sus labios y ve a los tortolos por el rabilo del ojo.

—Creo que a Leonel le gusta Luna.




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