La Nefilim

O C H O

LO PEOR DE MÍ

LO PEOR DE MÍ.

Beckha:

Algo no anda bien en la ciudad, últimamente he estado viendo más y más demonios por la ciudad, algunos sólo han estado jugando conmigo, entran y salen del bosque sólo para provocarme y siempre terminan escapando. Pero eso no me molesta tanto, lo que realmente me hace cabrear es ver a Luna tan pegada a Leonel, creo que al fin entiendo lo que Paschar quiso decirme aquella vez, por lo general no me es difícil ver que las personas están enamoradas ya que mi ángel es un ángel del amor.

—¿Cómo es que no me di cuenta que estoy enamorado de Luna?

Me tiro sobre mi cama bastante cansado, me pongo a revolver mi cabello, ¿cómo pude enamorarme de ella?

Ni siquiera la conozco, nunca imaginé que eso del amor a primera vista fuera real. No puedo comprenderlo, lo que siento es irracional, cada vez que la veo sonreír me siento estúpido, me encanta su forma de ser, es la chica más tierna del planeta y siempre esta queriendo ayudar a los demás.

Pero descuidé mis obligaciones por estar embobado con ella.

Y sólo te llevó dos semanas descubrirlo, se burla.

Me gustaría estrellar mi cabeza contra la pared, yo no soy así de irresponsable, voy a tener que olvidarme unas horas de Luna para hacer mi trabajo.

Alto ahí, me detiene, hay algo que no encaja, alguien debe estar invocando demonios, patrulla, pero con mucho cuidado.

Salto de la cama y me voy al armario para sacar mi equipo de caza. Mi ángel insiste en que no es necesario tener ropa especial para cazar, pero a mi me gusta mi pantalón holgado y mi camiseta blanca. Llamo a Serif y salgo para hacer mi trabajo.

Hago una revisión rápida de la ciudad, es increíble que cuando me pongo a trabajar no hay actividad demoniaca, pero si intento acercarme a Luna todos quieren salir del infierno.

Me detengo de forma brusca, ahora que lo menciono... es cierto, los demonios sólo se mueven cuando alguien trata de acercarse a ella.

No he estado notando muchas cosas últimamente, pero esto si debí verlo desde el principio.

Leonel tiene que ver con esto, estoy cien por ciento seguro, él es quién debe estar invocando demonios para que nadie más tenga la atención de Luna. Debí suponer que no jugaría limpio, si hizo trampa para ganar un tonto collar de fantasía no sé que sea capaz de hacer con tal de tener toda la atención de Luna en él.

Estrello el puño contra un tronco seco que no resiste mi golpe, jamás entenderé como es que Leonel logra sacar lo peor de mí, pero si entiendo que lo odio con todo mi corazón.

Aún tengo tatuado en mi memoria lo que pasó esa ocasión.

Vi en una revista un concurso, el premio era un bonito collar de fantasía, recuerdo que mi mamá tenía un resfriado terrible, ahora creo que era influenza. Recuerdo que ella estaba recostada sobre la cama, me acerqué a ella con el cubre bocas y le enseñé el collar.

—Mira, mami —dije con entusiasmo—, este collar es muy bonito, ¿no lo crees?

—Es muy bonito, Beckha —Con mucho esfuerzo acarició mi cabeza.

—¿Te gustaría tenerlo?

—Si.

Después de esa charla salí de la habitación y me puse a trabajar, solo ganaría ese collar escribiendo un poema.

Tardé poco más de una semana en conseguir un poema digno, sólo tenía ocho años y fue lo mejor que pude hacer, me puse a leer libros de poesía y busqué que llevaba un buen poema. Todo mi esfuerzo no sirvió porque Leonel ganó el concurso con un poema tan malo que daba pena, pero descubrí su trampa el día que lo premiaron, el poema que yo leí era completamente diferente al que estaba escuchando, desde ese día sé que Leonel no es trigo limpio. Yo habría aceptado mi derrota si su poema hubiera sido mejor que el mío, pero yo sé que no fue así, apostaría mi mano izquierda —pues soy zurdo— a que hizo trampa, pero esta vez no lo dejaré salirse con la suya, no voy a tolerar que juegue así con Luna.

 Yo habría aceptado mi derrota si su poema hubiera sido mejor que el mío, pero yo sé que no fue así, apostaría mi mano izquierda —pues soy zurdo— a que hizo trampa, pero esta vez no lo dejaré salirse con la suya, no voy a tolerar que juegue así co...

—Jamie... —llamo a mi amigo.

Él me mira con un par de gomitas en forma de gusano sobre sus labios.




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