La Nefilim

V E I N T I D Ó S

LUCHA

LUCHA.

Malena:

Por un instante creí que nuestro plan fracasaría como siempre, envié a algunos demonios a inspeccionar las escuelas de la ciudad, sabía que algún Elegido se percataría de la presencia demoniaca tan cercana y así obtendría la identidad de alguno de esos niños. Tenía la esperanza de que fuera esa... niña, pero me conformo con haber descubierto la identidad del otro Elegido que me ha estado fastidiando.

Lo que no me esperaba era que Jamie Brown fuera un estúpido Elegido, me alegra haberme enfrentado a él, no es el más inteligente del grupo y gracias a eso mi demonio pudo escapar sin problemas. Por lo visto nuestro querido arcángel tiene exceso de Elegidos o me cree realmente peligrosa, es la primera vez que veo a un Elegido en mi vida, pero tener tres de ellos en un solo lugar es demasiado.

Una ligera brisa entra a mi habitación, el aire huele a carne podrida, creo que un demonio vino a visitarme. Frente a mi aparece un demonio sin ojos, debe traerme información de nuestros amigos alados.

Lo que más me pesa de esta situación es que tuve que cancelar la salida que tenía con Luna por todo esto, no he visto a mi querida amiga desde hace dos días, ya extraño esos ojitos grises.

—Mi señora —gruñe el demonio.

Hace una reverencia frente a mí, tiene saliva colgando de los labios.

—Espero que traigas noticias sobre nuestra amiga, de lo contrario me harás enojar.

Su boca se deforma, me parece que intenta sonreír, pero no me atrevo a asegurarlo, sin embargo, me gusta como se ve. Se yergue sin perder la postura de su cabeza, este tipo de demonios son mis favoritos, tienen obediencia ciega y son buenos guardianes.

—Seguimos al Elegido y nos llevó a otro de ellos, otro muchacho.

Suelta una risa hueca que me causa escalofríos, eso quiere decir que tenemos tres Elegidos varones y solo una pequeña. Le sonrío al demonio, tenía fe en que alguno de ellos nos llevaría a todos los demás. Ahora solo debo pensar en quiénes podrían ser, tienen que ser amigos de ambos, la chica...

Mi corazón da un vuelco. Es imposible, no puede ser verdad, no creo que Luna sea la Elegida que busco, es ridículo, ese par debe tener otra amiga en común. Luna no puede ser...

—Mantengan vigilados a Jamie y a Lucas, persigan a todas las chicas con las que ellos hablen, pero no se atrevan a hacerle daño a Luna —digo agitada.

—¿Luna? —repite el demonio.

—Si, nadie toca a Luna. Es una hermosa princesa con cabello negro y ojos grises —Me pongo de pie y pego su cara a la mía—. Quiero que escuches muy bien, ninguno de ustedes toca a Luna, si alguno llega a herir a esa niña los enviaré al infierno de la manera más dolorosa posible.

Lo empujo y asiente sin perder la sonrisa. Me tumbo sobre la cama y mi demonio se evapora de la misma forma en la que llegó llevándose el horrible aroma a carne podrida.

Abrazo mis rodillas y empiezo a meditar todo. No puede ser Luna, nunca he sentido a Angel en ella, mi Luna no es esa mocosa. Niego restregando mi cara sobre las rodillas, Luna emana pureza, pero eso es porque es una buena niña, nunca he sentido nada fuera de lo ordinario en ella, Luna es completamente normal. Pero... también es sumamente hermosa y es tan fuerte... Leo no deja de compararla con un estúpido ángel, puede...

Suelto un potente grito lleno de desesperación, no debería rebuscar en este asunto, Luna es mi amiga y tengo que confiar en ella. Los Elegidos deben estar muy apegados a las ideas de sus ángeles y deben vernos como basura —como lo hace Lucas conmigo—, pero Luna me quiere y si fuera una Elegida nunca habría podido hacerlo, ella no es a quien busco.

La puerta de mi habitación se abre de golpe y se impacta contra la pared, me sobresalto un poco, creí que estaba sola.

—¿Qué es lo que sucede, Mal? ¿Algún loco intentó entrar a tu habitación?

Veo a Leo con el bate favorito de mi tío en las manos, esta demente, si mi tío lo ve con el bate se meterá en problemas, espero que no se le ocurra golpear nada con esa cosa.

—No está pasando nada —suelto fastidiada—, solo estaba pensando, no era mi intención asustarte.

Leo baja el bate y me lanza una mirada llena de desaprobación, en este momento siento que él es el adulto y no yo.




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