La Niebla de Veridia.

Capítulo 2: El Banquete y la Bestia.

​I. La Llegada al Ducado.
​Kaelen sabía que enfrentarse al Duque Blackwood en su fortaleza era una misión suicida. La nobleza de Veridia era más peligrosa que cualquier Ghoul. Pero el secreto era demasiado grande para ignorarlo.
​Arrastró a la criatura encadenada—la pobre, lamentable figura de la hija del Duque—hasta las puertas de hierro forjado de la Casa Blackwood. Había cubierto a la criatura con una pesada capa, silenciando sus gemidos con un amuleto hecho de dientes de Wight.
​El castillo no olía a Niebla, sino a incienso y decadencia. Los guardias se rieron al ver al Guardabosque mugriento en su puerta.
​—¿Qué traes ahí, cazador? ¿El perro que te mordió? —se burló el capitán.
​—Traigo una verdad que vale diez veces tu sueldo, capitán. —Kaelen arrojó el medallón de la Casa Blackwood a los pies del capitán—. Díganle a su Duque que Kaelen ha venido a cobrar su deuda, y que su hija no está desaparecida. Está aquí.
​II. La Cena Fría.
​La reacción del Duque no fue la furia, sino una calma aterradora. Kaelen fue desarmado y conducido no a un calabozo, sino al gran salón. El Duque Blackwood estaba cenando en solitario: carnes caras y vino tinto, ignorando el hambre que azotaba a Veridia.
​—Siéntate, Kaelen. Es un nombre rudo para un hombre que trae noticias tan delicadas. —El Duque, un hombre gordo y pálido, no tenía un gramo de dolor en sus ojos, solo cálculo.
​—Mi nombre es adecuado para lo que hago. Vengo por el precio de su secreto, no por su hospitalidad.
​—Mi hija, Elara. Una tragedia, sí. ¿La has traído para... venderme sus restos?
​—No. Su hija está viva, Duque. O lo que queda de ella. La he encadenado en su establo. Se ha convertido en un Ghoul, alimentada por la Niebla.
​El Duque tomó un sorbo de vino. —¿Y qué quieres, Kaelen? ¿Una bolsa de oro para callar? Te la daré. Y luego te colgaré por extorsión.
​III. El Trato del Guardabosque.
​Kaelen se inclinó sobre la mesa. Su cicatriz capturó la luz de la vela.
​—El Ghoul lloró, Duque. Dijo la palabra "papá". Los Ghouls son cadáveres sin alma. Su hija, convertida en un monstruo, todavía tenía un recuerdo. Eso significa que la Niebla no es una plaga, sino algo controlado.
​Kaelen golpeó la mesa. —La Niebla está siendo dirigida. Alguien está usando la desesperación de la gente de Veridia para crear monstruos con un propósito. Y usted, Duque, esconde a su hija transformada.
​—¿Insinúas que yo... controlo la Niebla?
​—No. Insinúo que usted sabe quién lo hace. Si el reino descubre que la hija de un Duque se convirtió en un Ghoul, la gente dudará de su fe en la nobleza. Y si usted la esconde, es porque el escándalo es menos importante que su supervivencia.
​Kaelen se levantó, sin miedo al pelotón de guardias que lo observaban.
​—Quiero el doble de mi precio: su apoyo para mi investigación. Usted me da acceso a sus archivos y a su territorio, y yo encuentro la fuente de la Niebla y curo (o mato) a su hija. Si me cuelga, yo gritaré mi secreto hasta el final, y la multitud incendiará su Ducado.
​El Duque se rió, pero su risa era corta y carecía de alegría. Miró al Guardabosque. Era un hombre sucio y cínico, pero sus ojos de hielo tenían la verdad.
​—Tienes una audacia que admiro, cazador. Pero ¿y si te digo que tienes razón? ¿Y si te digo que la Niebla es un arma, y que el que la controla está buscando algo en Veridia?
​El Duque se reclinó en su silla.
​—Acepto tu trato, Kaelen. Pero no por mi hija. Por mi propia supervivencia. Lo que busco es el secreto de la Niebla. Y tú, cazador, serás mi cuchillo.




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