La Niebla de Veridia.

Capítulo 6: El Escape con el Monstruo Encadenado.

​I. El Retorno Silencioso.
regresó al Ducado Blackwood bajo el manto de la noche, su cuerpo magullado por los golpes de la magia de Ironwood. El hombro, herido por los proyectiles de hielo, ardía. Sabía que tenía que moverse rápido; la contención duraría una semana, pero la furia de Ironwood sería inmediata.
​Se infiltró en el ala abandonada donde Elara, la Ghoul, estaba encadenada. El Duque Blackwood estaba herido y probablemente inmovilizado, lo que le daba a Kaelen una pequeña ventana de oportunidad.
​Al entrar en la cámara, el hedor a enfermedad y Niebla era abrumador. Elara, sentada en la oscuridad, levantó su cabeza huesuda. Sus ojos rojos se fijaron en Kaelen, pero esta vez, no había desesperación, sino atención.
​—Vengo a sacarte de aquí. Pero no por compasión, sino porque eres mi única ventaja. —murmuró Kaelen, con su espada aún en mano.
​Al ver el cuchillo ritual de obsidiana en la cintura de Kaelen (robado del altar), Elara hizo un ruido gutural que no era un gemido. Parecía un intento de advertencia.
​II. La Ruta del Desafío.
​Kaelen soltó las cadenas de la pared y las ató a su propio cinturón. Elara se resistió al principio, su instinto de Ghoul luchando contra su fragmento de alma.
​—¡Cállate, o te mato aquí mismo y entierro el secreto contigo! —siseó Kaelen.
​El sonido de sus palabras, la mezcla de amenaza y la extraña familiaridad de su voz (el único humano que la había tratado como algo más que un monstruo) pareció calmarla.
​Kaelen usó pasadizos de servicio y rutas de ventilación para evitar a los guardias restantes del Ducado. Mientras se movían por un oscuro túnel, Elara tropezó, y al caer, su mano tocó una línea de tiza dibujada en el suelo de piedra.
​Al contacto, Elara se convulsionó. La marca del cuervo de tres garras en su nuca brilló, y el aire alrededor de la tiza se calentó por un instante.
​—¡Magia! —Kaelen examinó la línea. Era un sello de detección arcano, colocado por el Duque Blackwood para rastrear cualquier movimiento de Elara.
​Kaelen entendió la verdad fría: el Duque Blackwood era débil, pero no estúpido. El Duque había dejado la Ghoul encadenada para que sirviera como un cebo rastreador para el verdadero traidor (Ironwood), y ahora, para Kaelen.
​III. El Bosque y la Huella de Fuego.
​Al salir del Ducado, la Niebla de Veridia se sentía más densa, como si supiera que la barrera de contención era temporal. Kaelen necesitaba desaparecer. Su plan era simple: llevar a Elara a la Línea de la Sombra (la cadena montañosa que la Niebla nunca tocaba), el único lugar donde podría estudiarla y descubrir el patrón de los sacrificios.
​Pero antes de que pudieran llegar al bosque, un cuerno de caza sonó desde el castillo. ¡Alarma! Ironwood había recuperado sus sentidos o había enviado un mensaje.
​Kaelen y Elara se lanzaron a la carrera. La Niebla era su única aliada, proporcionando un velo frío y denso.
​Mientras huían, Kaelen sintió una oleada de energía. Al mirar hacia atrás, vio una figura alta y sombría emergiendo de la niebla. No era Ironwood, sino su Brujo de la Guardia Personal, un hombre conocido por rastrear energía mágica.
​El brujo levantó una mano, y una flecha de fuego azul cortó el aire. Kaelen se lanzó al suelo. La flecha impactó justo donde Elara había estado un segundo antes, quemando la tierra con un brillo residual.
​—¡Maldito sea! Me están siguiendo. —Kaelen se dio cuenta de que el sello de rastreo que Elara había tocado en el túnel había dejado una huella de fuego que el brujo podía seguir en la Niebla.
​Kaelen tomó una decisión desesperada. Usó el cuchillo de obsidiana y cortó las cadenas que ataban a Elara a su cinturón.
​—¡Corre! ¡Hacia el bosque! ¡Ahora eres mi cebo, no mi carga! —Kaelen sabía que la Ghoul era más rápida y podía distraer al brujo con su
energía de la Niebla.
​Elara dudó, pero el miedo ancestral la empujó. Kaelen se lanzó en la dirección opuesta, sabiendo que tenía que romper la línea de rastreo.
​La nueva cacería ha comenzado. Kaelen era el cazador, pero ahora era el cazado, y el Ghoul era su única pieza de ajedrez.




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