La Niebla de Veridia.

Capítulo 7: El Secreto del Bosque Negro.​I. Engaño y Fuego Azul.

​Kaelen corría ciegamente en el Bosque Negro, confiando en que el rastro mágico de Elara desviaría al brujo de Ironwood. El dolor en su hombro le recordaba cada segundo la urgencia de su situación. No podía usar su espada de acero valyrio con efectividad.
​Se detuvo junto a un arroyo helado. La Niebla era densa aquí, y el silencio, total. Kaelen no escuchaba los pasos de su perseguidor, lo cual era más aterrador que si los escuchara.
​—Si no escucho al Brujo, es porque sabe exactamente dónde estoy, o porque no me está buscando a mí. —murmuró Kaelen.
​El Guardabosque se dio cuenta de la trampa. El brujo de Ironwood no seguiría a ciegas la huella de fuego de Elara; usaría el rastro para obligar a Kaelen a revelar su posición.
​Kaelen se lanzó al arroyo, dejando que el agua helada cubriera su cuerpo y, crucialmente, que la corriente se llevara cualquier rastro de sangre mágica que su herida pudiera estar dejando.
​Casi inmediatamente, una explosión de fuego azul (la magia de Ironwood) impactó en la orilla del arroyo, justo donde Kaelen se había detenido.
​—¡Maldito sea! Es demasiado bueno. —Kaelen se arrastró fuera del agua, empapado y temblando, pero vivo.
​II. El Refugio de la Leyenda.
​Kaelen sabía que no podía luchar contra el brujo en campo abierto. Necesitaba un refugio con una contramedida mágica. Su memoria, entrenada en los conocimientos arcanos que nadie más quería, le recordó una leyenda del bosque: el Árbol Rúnico de Sombra.
​El Árbol Rúnico, según el folclore, era un viejo Wychwood que había absorbido la energía de las primeras contenciones de la Niebla, y su madera era inmune a la magia de Veridia.
​Kaelen corrió hacia la cumbre de una colina, usando la espesura de la Niebla como cobertura. Finalmente, lo encontró: un árbol gigante, retorcido y viejo, su tronco cubierto por símbolos antiguos y grabados con runas de protección.
​Se refugió en un hueco de las raíces del árbol. El aire aquí era fresco, sin el olor metálico y frío de la Niebla.
​A los pocos minutos, el brujo apareció. Era un hombre alto, con la cara cubierta por una máscara de hueso. Caminó directamente hacia el árbol, con los ojos brillando con energía mágica.
​El brujo levantó la mano, y una cadena de fuego azul se formó entre sus dedos. Intentó lanzarla contra Kaelen, pero cuando la magia tocó el aura del árbol, se disolvió en vapor inofensivo.
​El brujo gruñó, dándose cuenta de su error. Kaelen estaba a salvo, por ahora.
​III. El Trato con la Ghoul.
​Kaelen aprovechó la frustración del brujo para hablar en voz baja.
​—Tu maestro, Ironwood, no durará mucho. La contención del Pacto fallará en menos de una semana. Y sin el ritual completo, la Niebla te devorará a ti y a tu Duque.
​El brujo se quedó inmóvil.
​—Solo hay una forma de estabilizar la Contención y ganar tiempo: necesito a la Ghoul. Ella fue el último sacrificio; su energía es la única que puede actuar como un ancla para la Niebla.
​El brujo dudó. Su misión era matar a Kaelen, pero su lealtad final era la supervivencia de su amo.
​—Ella se fue. La solté. Pero sé dónde encontrarla.
​El brujo dio un paso atrás, la máscara de hueso reflejaba la luz. No podía matar a Kaelen, pero podía usarlo.
​—La ofrenda ha huido hacia el Antiguo Pozo de los Lamentos. Su instinto la lleva al lugar de su transformación. Si la traes de vuelta, viva y controlable, te dejaré ir.
​Kaelen sonrió con su sonrisa cínica. —Y si te fallo, ¿me matas?
—No. Si fallas, mi maestro te matará lenta y dolorosamente.
​—Trato. —dijo Kaelen.
​El brujo desapareció tan rápido como había llegado. Kaelen tenía un nuevo contrato, un nuevo objetivo: encontrar a Elara en el Pozo de los Lamentos y usarla como ancla, no como ofrenda, para salvar (temporalmente) a Veridia.

El Camino al Lamento.
​IV. La Preparación para la Cacería.
​Kaelen no confiaba en la tregua, ni por un segundo. El brujo de Ironwood lo dejaría hacer el trabajo sucio solo para matarlo después. Sin embargo, la amenaza de la Luna de Sangre (el tiempo límite de la contención) era real. Kaelen necesitaba la energía de Elara para anclar la Niebla y ganar tiempo para destruir el Pacto de los Ducados.
​Bajo la protección temporal del Árbol Rúnico de Sombra, Kaelen trató su herida del hombro, limpiándola con agua helada y vendándola con trozos de su propia camisa. Su espada de acero valyrio, ahora fría y silenciosa, era su única compañía.
​Giovanni, el leal Guardabosque que ocasionalmente asistía a Kaelen, apareció de repente, emergiendo de la niebla.
​—Te han estado rastreando desde el Ducado, Kaelen. Oí los fuegos azules. ¿Qué demonios has encadenado esta vez?
​—Una hija de Duque que se convirtió en un Ghoul, y un Pacto de Contención que amenaza con destruir Veridia. El de siempre. —Kaelen explicó rápidamente la situación y su acuerdo forzado con el Brujo.
​—El Pozo de los Lamentos... es una leyenda. El lugar donde los Tres Ducados firman los sacrificios. Nadie vivo debería acercarse.
​—Yo no estoy vivo, Giovanni. Estoy contratado.
​Giovanni, a pesar de su miedo, no abandonó a Kaelen. —Necesitas algo más que tu espada. Si esa cosa es el nexo de la Niebla, la carne de Ghoul es dura.
​Giovanni le entregó a Kaelen un pequeño frasco con un líquido verde espeso: "La Lágrima del Druida".
​—El suero concentra la energía mágica. Úsala en tu espada. Si la tocas, la Ghoul perderá su voluntad por un instante. Es el único veneno que afecta a los seres de la Niebla.
​V. La Cacería Invertida.
​Kaelen y Giovanni se adentraron en el bosque hacia el Pozo de los Lamentos, un trayecto que duraría toda la noche. El bosque era un páramo de ramas retorcidas y lodo. La Niebla aquí no era uniforme, sino que se arremolinaba en formas fantasmales.
​—¿Por qué la Ghoul iría al lugar donde fue sacrificada? —preguntó Giovanni.
​—El brujo dijo que era su "instinto". Yo creo que la verdad es más cruel. —respondió Kaelen—. El ritual de la marca del cuervo de tres garras la convirtió en un ancla viva. Su fragmento de alma la lleva al único lugar donde sintió algo por última vez: el altar de su traición.
​Kaelen se dio cuenta de que si la Niebla podía ser anclada, también podía ser controlada. Ironwood había mentido; no quería matar a Elara, quería usarla.
​A medida que se acercaban al Pozo, Kaelen vio el rastro de Elara: pequeños fragmentos de carne muerta que el Ghoul se había arrancado en su desesperación, y sangre que, sorprendentemente, no era roja, sino gris ceniza.
​VI. El Pozo y la Desesperación.
​Llegaron al Pozo de los Lamentos al amanecer. No era un pozo de agua, sino un cráter de piedra negra y basalto, rodeado de estatuas de nobleza erosionadas. En el centro, había una pila de huesos y lo que parecía ser una silla de tortura ceremonial.
​Y allí estaba Elara. Estaba arrodillada, mordiendo su propio brazo, sus gemidos llenaban el aire espectral. La Ghoul estaba atrapada en un ciclo de autodestrucción, reviviendo el dolor de su sacrificio.
​El aura de la Niebla alrededor del Pozo era tan densa que Kaelen sintió que sus pulmones se llenaban de frío. La energía Ghoul de Elara estaba atrayendo y concentrando toda la Niebla circundante.
​—Ahí está. El ancla. —dijo Kaelen, desenfundando su espada.
​Pero antes de que pudiera aplicar la Lágrima del Druida a su hoja, una voz siseó desde las ruinas del templo cercano.
​—Bien hecho, Guardabosque. Me ahorraste el paseo.
​El Brujo de Ironwood estaba allí, observando, y esta vez, no estaba solo. Lo acompañaban dos hombres con armadura oscura, con espadas imbuidas de magia. Kaelen había sido usado de nuevo.
​—El trato ha terminado, Kaelen. Ahora, muere, y la Ghoul es mía.




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