I. La Urgencia del Retorno.
Kaelen corrió de vuelta a la Línea de la Sombra, la Ghoul Elara colgada de su hombro como un saco de peso muerto. La Niebla avanzaba sobre las Tierras Libres, un muro gris que engullía el paisaje. El brujo de Ironwood no había solo deshecho la contención temporal; había usado el Cuchillo de Obsidiana para acelerar la propagación de la plaga.
Kaelen llegó a la cueva donde había dejado a Elara. La Ghoul, bajo el pulso de la Niebla liberada, comenzaba a despertar de su estupor. Sus ojos rojos parpadearon.
—¡Quieta! —siseó Kaelen, asegurándola de nuevo con las cadenas. La Lágrima del Druida ya no era suficiente.
La misión de Kaelen había cambiado por completo. El contrato con Theron (el Barón Mercante) era inútil; la ciudad de Aethelgard caería pronto. Su única motivación era Giovanni.
—Ironwood no le hará daño hasta que me atrape. Giovanni es mi único cebo para una negociación.
Kaelen tomó la decisión demente: debía llevar a la Ghoul a la capital de Veridia, al corazón del poder de Ironwood.
II. Cruzando la Frontera Oscura.
El camino de regreso a Veridia era el más peligroso de todos. La Niebla había invadido el paso de montaña. Kaelen tuvo que usar el cuerpo de Elara como un escudo viviente.
La Ghoul, al estar anclada al Pacto, repelía instintivamente a las criaturas de la Niebla que se acercaban demasiado. Las sombras y los wights se alejaban, temiendo chocar con la energía concentrada de la Guardiana transformada.
El viaje fue un infierno de días de marcha forzada. Kaelen no dormía, temiendo que la Ghoul se liberara. Se alimentaba de raciones secas y bebía agua de arroyos fangosos.
Al cruzar la frontera y entrar en el territorio de los Ducados, el ambiente era apocalíptico. La Niebla era una presencia constante, y los pueblos que Kaelen recordaba ahora eran ruinas. Los Guardias de la Nobleza se habían retirado a las fortalezas.
—Ironwood está usando la Niebla como un arma psicológica, concentrando el terror en la capital. —dedujo Kaelen.
III. La Infiltración y el Mensaje
Kaelen llegó a la periferia de la capital bajo el velo de una noche sin estrellas. El castillo de Ironwood se alzaba en el centro, la única luz en el caos gris.
Kaelen se disfrazó con la armadura de un guardia caído y se infiltró por las cloacas. Dejó a Elara en un pozo de alcantarillado, un lugar oscuro y frío que inhibía la energía Ghoul, asegurándola con un complejo nudo de cadenas.
Su primera tarea no era el rescate, sino la inteligencia.
Kaelen irrumpió en una taberna abandonada que solía ser un nido de rumores. Encontró a una vieja informante, una mujer conocida como "La Araña", que se había negado a huir.
—Ironwood tiene el cuchillo. Ha tomado a todos los disidentes. —dijo La Araña, temblando—. Tu compañero está en la Mazmorra de la Lanza, en el Ala de Castigo.
—¿Y el Duque Blackwood? El de la hija Ghoul.
—Desaparecido. Se rumorea que fue sacrificado por el propio Ironwood. Su hija, la Ghoul, fue la última ofrenda que necesita para activar el poder total del Pacto.
Kaelen se dio cuenta del verdadero plan de Ironwood: necesitaba a Elara, la Guardiana viva, para completar la transformación de la Niebla de Contención a Destrucción absoluta.
IV. El Plan de Rescate y Chantaje
Kaelen dejó a La Araña con una advertencia y se dirigió a una pared del castillo. Sabía que no podía enfrentarse a Ironwood directamente, ni a su brujo. Kaelen se deslizó hacia la Mazmorra de la Lanza, su corazón frío y su espada lista. El Segundo Acto había comenzado: la lucha no era por salvar el reino, sino por salvar a un amigo y obligar a los nobles a matarse entre ellos.