I. La Revelación Forzada.
Kaelen y Giovanni se movieron con rapidez hacia un pequeño castillo en el Sur, propiedad del Vizconde de Mirthwood, uno de los pocos nobles que aún no había caído completamente bajo la influencia de Ironwood o la Niebla. Kaelen apostaba por la supervivencia egoísta del Vizconde.
El Duque Blackwood estaba aterrorizado, pero vivo. Su miedo era el arma principal de Kaelen.
—¡Me debéis respeto! ¡Soy un Duque! —gimoteaba Blackwood, mientras era forzado a caminar.
—Sois mi prisionero, Duque. Y ahora, el único Duque de Veridia que no está aliado con el traidor Ironwood. Vuestro valor es solo político.
Al llegar al castillo de Mirthwood, Kaelen no pidió permiso. Entró, arrastrando al Duque y a la Ghoul Elara (aún aturdida pero encadenada).
El Vizconde de Mirthwood, un hombre viejo y nervioso, se encontraba en la sala principal, reunido con una media docena de nobles menores que habían huido de la capital. La sala estaba sumida en el miedo y la desorganización.
II. La Prueba del Terror.
El Vizconde se levantó, indignado. —¡Cazador! ¿Qué significa esta invasión? ¡Y qué es esa abominación!
Kaelen arrojó a la Ghoul Elara al centro de la sala. El miedo se apoderó de todos los nobles.
—Significa que vuestro tiempo de cobardía ha terminado, Vizconde. —dijo Kaelen, forzando al Duque Blackwood a ponerse de pie—. Éste es el Duque Blackwood. Vuestro aliado y, más importante, el padre de esta criatura.
Kaelen reveló la marca del cuervo de tres garras en la nuca de Elara y explicó todo: el Pacto de Contención, el sacrificio de sangre pura, la traición de Ironwood con el Cuchillo de Obsidiana y la liberación de la Niebla.
—El Duque Ironwood os ha estado mintiendo. El Pacto no era para proteger Veridia; era para controlarla. Y ahora, Ironwood quiere usar el poder total de la Ghoul para reinar sobre las cenizas.
III. El Ultimátum.
El Vizconde Mirthwood y los otros nobles estaban pálidos. La presencia de la Ghoul era más convincente que cualquier documento.
—Si esto es verdad... —murmuró el Vizconde.
—Es verdad. Y vuestra única oportunidad de sobrevivir es uniros contra Ironwood ahora mismo.
Kaelen expuso su plan. Necesitaban que el Duque Blackwood, el Duque legalmente más importante (por su linaje ancestral), firmara una Proclamación de Traición contra Ironwood.
—Duque Blackwood. Firmaréis la traición contra Ironwood y la declararéis ante los pocos soldados leales que os quedan, o la Ghoul y yo desapareceremos en las Tierras Libres, dejando que Ironwood os devore a todos.
El Duque, humillado y acorralado, no tuvo más remedio que ceder. —Lo haré. Pero si morimos, será culpa vuestra.
IV. El Sello de la Guerra.
Bajo la luz parpadeante de las velas, el Duque Blackwood firmó la Proclamación. El Vizconde Mirthwood y los nobles menores, espoleados por el miedo, la firmaron como testigos.
Kaelen había conseguido su arma legal. Ahora, la guerra era inevitable.
—Giovanni, tú y el Duque iréis al fuerte de Montaraz. Reunid a los hombres y preparaos. —ordenó Kaelen.
—¿Y tú? —preguntó Giovanni.
Kaelen miró a la Ghoul Elara. Ella era el centro de todo.
—Yo voy a terminar el trabajo. El brujo de Ironwood tiene el Cuchillo de Obsidiana. Es el único interruptor de seguridad de la Niebla. Si yo destruyo ese cuchillo, Ironwood pierde su arma, y el poder de la Ghoul se estabiliza. Tengo que volver a la capital.
El Tercer Acto ha comenzado. Kaelen debe enfrentarse al brujo y a Ironwood en un duelo final para destruir el cuchillo antes de que Veridia se ahogue en la Niebla.