I. El Despertar en la Oscuridad.
Kaelen despertó con un dolor punzante en la cabeza y la boca llena del sabor metálico de la sangre. Estaba encadenado a un pilar de basalto en la Torre de los Observadores. La sala estaba vacía, salvo por el Duque Ironwood, que se encontraba en el centro, ataviado con su armadura ceremonial.
—Despierta, Guardabosque. Quiero que veas cómo termina tu patética rebelión. —dijo el Duque, su voz ahora llena de una euforia maníaca.
—¿Dónde está el brujo? —murmuró Kaelen.
—El brujo fue prescindible una vez que destruiste el cuchillo. Su tarea era solo prepararlo. Ahora, yo me encargo del ancla.
El Duque Ironwood reveló su plan final. Sin el Cuchillo de Obsidiana, no podía controlar a la Ghoul Elara, pero sí podía destruirla. Al romper el ancla, la Niebla se volvería completamente loca y consumiría Veridia en un torbellino de caos. Ironwood creía que su linaje mágico le permitiría sobrevivir al caos y reinar sobre los escombros.
II. La Invocación del Ancla.
—La Proclamación de Blackwood no importa si no hay un reino. —se burló Ironwood.
El Duque se puso de rodillas e hizo un gesto ritual. No usó la magia oscura del brujo, sino la magia pura del Pacto, la que los tres Ducados habían jurado usar para la contención.
El ritual de Ironwood no era una invocación a distancia. Era una absorción forzada. El ancla mágica del Ghoul Elara—que estaba encadenada en el castillo de Mirthwood (Capítulo 17)—fue arrastrada hacia la Torre de los Observadores, canalizada a través de la red mágica de la ciudad.
Kaelen sintió la conexión con Elara a través de su sangre. Ella estaba sufriendo.
—¡Detente! ¡Ella es vuestra hija! —gritó Kaelen, luchando contra sus cadenas.
—Ella fue un recurso. Y ahora, es mi arma final.
La energía de la Ghoul llenó la sala. En lugar de una criatura física, apareció una esfera de luz carmesí sobre el pedestal roto. El ancla.
III. El Sacrificio de Kaelen.
Ironwood levantó su espada ceremonial, listo para golpear y romper el ancla.
Kaelen sabía que el mundo terminaría si el ancla se rompía. Tenía que evitar el golpe.
Kaelen usó su última herramienta: la conexión de sangre que había forjado con Elara. Kaelen no luchó por liberarse; luchó por canalizar su propia energía hacia el ancla.
Kaelen recordó los textos antiguos: un lazo de sangre puede anular un lazo de sacrificio.
Kaelen gritó de dolor mientras rompía sus cadenas con la fuerza de la desesperación, a costa de destrozar sus muñecas. Corrió hacia el pedestal.
—¡No me matarás, Duque! ¡Pero no romperás este mundo!
Justo cuando Ironwood bajaba su espada, Kaelen no atacó. Kaelen se lanzó contra la esfera de luz carmesí. Kaelen fusionó su cuerpo y su energía de Guardabosque con el ancla Ghoul.
No fue un acto de magia, sino un acto físico de interferencia.
IV. La Nueva Contención.
El impacto fue silencioso, pero cataclísmico. La luz carmesí se disolvió en una onda de choque verde esmeralda. El cuerpo de Kaelen absorbió el shock de la Ghoul.
El Duque Ironwood fue arrojado contra la pared. Kaelen cayó de espaldas, su cuerpo temblando.
El ancla no fue destruida. Fue estabilizada.
Kaelen abrió los ojos. La esfera de luz se había ido. Y por un instante, Kaelen sintió la mente de Elara en la suya, una oleada de dolor, gratitud y alivio. Ella estaba sana, pero ahora, la Ghoul no estaba en Mirthwood. Estaba en el cuerpo de Kaelen.
El Duque Ironwood, herido, miró el cambio en Kaelen. Su piel no estaba pálida, sino que emitía un brillo verdoso. Sus ojos brillaban con un matiz carmesí.
—¡Qué has hecho, Guardabosque! ¡Te has convertido en la maldita Contención!
En ese momento, la puerta de la torre se abrió con fuerza. Giovanni entró, al frente de las tropas de Mirthwood y los soldados leales del Duque Blackwood.
—¡Ironwood! ¡Por el decreto del Duque Blackwood! ¡Estás bajo arresto por traición!
El Duque Ironwood, desarmado y sin su brujo, miró a Kaelen, ahora un híbrido de Guardabosque y Guardián.
—Ganas esta batalla, Cazador. Pero el monstruo te consumirá.
Ironwood fue apresado. La Niebla en el exterior comenzó a retroceder lentamente, estabilizada por la nueva, y viva, contención: Kaelen.