La niña de los días 23

Parte 2

  Al día siguiente era domingo y Patricia se despierta muy tarde. Bostezando se levanta de la cama. Desayunó con sus padres y conversó con ellos. 

 

 Luego se sentó en el sofá a ver televisión por horas hasta que su madre la manda a hacer su tarea, así que se sienta en la mesa con lápiz y cuaderno en mano. 

 

  Lo que más le agradaba de la escuela eran sus amistades, era una chica muy sociable y hacia amistad con cualquiera. 

 

  Cuando terminó su tarea fue a su habitación a jugar con sus muñecas y allí pasó toda la tarde.

 

  En la noche los padres de Patricia fueron a cenar a un restaurante elegante por su aniversario. Llegarían tarde así que les dijeron que mantuviera las puertas cerradas y durmiera temprano. 

 

   Ella se encontraba viendo televisión cuando su padre José Antonio llamó por teléfono.

—Hola hija. 

—Hola papi.

—Lo siento, no podremos llegar a casa esta noche, se nos espichó una de las ruedas del carro y estamos esperando que venga la grúa mañana temprano así que nos quedaremos en un hotel. Cuídate mucho. Duerme temprano. Un beso.

—De acuerdo papi. Un beso.

—Buenas noches hija. Te quiero mucho -le dijo su madre que había tomado el teléfono.

—Yo también te quiero. Buenas noches.

 

 Patricia se puso la pijama, se acostó y en unos minutos se quedó profundamente dormida. 

 

 Luego de unas horas despertó y no consiguió dormir otra vez. A final se sentó en la cama pensando. Vio hacia su ventana y se reflejaba una hermosa luna llena. 

 

 Ella se asomó para verla mejor y se dio de cuenta que había alguien parado en frente de la puerta de su casa. Era José, pero ¿qué hacía allí a esas horas? El niño volteó a verla y le hizo señas con las manos para que se acercara. 

 <<Será que sabe que estoy sola y vino a hacerme compañía>> pensó Patricia. Buscó las llaves, abrió la puerta y se sentó en el primer escalón.

 

—¿Qué haces José? No me digas que otra vez perdiste una apuesta con tus hermanos mayores y te pidieron que vengas aquí en la noche.

 

 El niño sólo asintió con la cabeza en señal de aprobación.

—¿Y por qué no dices nada? ¿Estás muy asustado?

 

  En ese momento se cayó una olla del mesón adentro de la casa. Patricia se asustó tanto que casi le daba un infarto <<Que susto>> pensó. 

 

 Al voltear ya no estaba José, en su lugar había una niña con dos trenzas rubias, un vestido marrón y unos grandes ojos negros que sobresalían y la observaba fijamente, lo cual daba mucho terror. Patricia no podía moverse había quedado en shock de la impresión, el miedo no la dejaba hacer nada. 

 

  Luego la niña con sus terroríficos ojos veía el pie de Patricia y volvía a mirarla a ella, así hizo varias veces. 

 

  Patricia estaba tan asustada que no sabía que hacer, así que empezó a moverse poco a poco hacia dentro de su casa. 

 

 Ya casi estaba adentro cuando la niña se lanzó sobre ella y agarró fuertemente su tobillo jalándola hacia afuera. 

 

 Patricia llorando trataba de quitarse las manos de la niña de su pie, jalaba su pierna y la pateaba con su otro pie.

 

—¡Fuera! ¡Fuera! ¡Lárgate! -gritaba ella y la niña sólo le mostró una siniestra sonrisa que hizo que Patricia se asustara más.

 

  Ella le dio por fin una patada en la cara que hizo que la niña la soltara. Entró, cerró la puerta y se fue a la cama vacía de sus padres. 

 

 Se escuchaban ruidos en la puerta, golpes y arañazos. La niña no se había ido todavía, la esperaba, quería entrar y llevarse a Patricia.




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