En la mañana los padres llegaron y se asustaron al ver la puerta de su casa llena de rasguños, como si una bestia hubiera intentado entrar.
Abrieron rápido en busca de Patricia. La encontraron en su cama tambaleándose con las manos en las rodillas.
—¿Hija estas bien? ¿Qué pasó? -preguntó su padre muy preocupado.
—La niña, la niña, la niña. Ella fue, ella, ella, ella -decía Patricia fuera de sí misma.
—¿Cuál niña? ¿Hija? -su madre Mirta se acercó a abrazarla, pero era como si Patricia no se diera de cuenta.
Sus padres preguntaron a los vecinos si habían visto u oído algo. Algunos le dijeron que si, que en plena noche se escucharon fuertes ruidos, otros aseguraron no haber visto ni escuchado nada.
Decidieron poner una puerta con rejas delante de la otra puerta porque pensaron que pudo haber sido un ladrón.
Pasaron los días y Patricia no salía de su trance así que llamaron a un psicológico.
—¿Qué le ocurre a mi hija doctor Méndez? -preguntó Mirta muy preocupada por la salud de su hija.
—Patricia ha pasado por un shock muy fuerte puede que con días de consulta posiblemente se recupere.
—¿Pero sabe que le ocurrió? -le preguntó el padre José Antonio.
—No dice más nada que "la niña, ella fue, ella" ¿No ha dicho otras cosas? -responde el doctor Méndez seriamente.
—No, desde ese día sólo dice eso -le responde él.
—¿Tienen idea de que habla? -sigue preguntando el psicólogo.
—No -responde la madre con angustia.
—Puede que allá tenido problema con alguna niña y está la pudo haber asustado esa noche y la dejó en este estado.
—¿Eso es posible? -pregunta el padre preocupado.
—Si fue un susto muy fuerte, es posible.
—Pero ella no ha tenido problemas con ninguna niña o eso creo -dice ella.
—Hay que averiguar todo lo posible para que ella salga de este trance muy pronto. Yo me retiro. Hasta luego.
—Hasta luego doctor. Muchas gracias por todo -y Mirta lo acompaña hasta la puerta.
José iba seguido a casa de Patricia a preguntar como seguía ella, pero no la dejaban verla, los padres no querían que nadie la viera en ese estado.
—Hola señora Mirta ¿Cómo sigue Patricia? -pregunta José.
—Gracias por preocuparte tanto por ella. El psicólogo vino hace poco y dijo que con unas consultas ella mejorará.
—Eso es una buena noticia.
—Sí, esperemos que así sea, pero ello no deja de mencionar a una niña -dijo Mirta con lágrimas en los ojos- Lo siento José es que todo esto me tiene triste.
—¿Qué niña?
—Patricia sólo dice la niña, que ella fue, pero no sé de qué habla.
—La niña que murió, la de la historia, el 23 de todos los meses sale a llevarse a los niños que están despiertos. Y ese día fue 23 -dice José con asombro.
—Hay José eso es sólo una historia. Casualidad, nada más.
—Es verdad, dicen que la han visto por aquí. ¿Y si Patricia la vio?
—Son historias de terror. Cuando era niña también creía en eso, pero al crecer nos damos de cuenta que son sólo historias -contesta Mirta.
—Está bien. Espero que Patricia mejore.
—Gracias José. Así será.
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Editado: 20.11.2021