La Niña Del Orfanato

Capítulo 26

Los minutos pasan y en la habitación de la pequeña solamente hay silencio. La mujer mantiene los ojos amplios, viendo fijamente el rostro de la niña a pesar de que ella intenta ocultárselo.

—Cariño, tienes un moretón en tu mejilla, ¿qué ocurrió?— cuestiona con preocupación.

Coloca su mano en el mentón de la pequeña para inspeccionar su rostro. Sus sentidos se ponen alerta una vez que observa lo demacrada que está, sus ojos están pintados de rojo y tiene unas horribles ojeras.

—Dime que pasó. Por favor, amor.

Katy mueve su rostro hacia un lado para zafarse del agarre en su mentón, su corazón late de manera exagerada, y el miedo de hablar la invade nuevamente.

—M-Me caí de la cama— miente mientras baja la mirada.

Las cejas de Beatriz se alzan al cielo con sorpresa. ¿De la cama? Rápidamente dirige su mirada hacia la cama. Esta solo confirma su suposición; la niña miente.

La cama se encuentra en perfecto estado, perfectamente tendida y sin ninguna arruga. Dirige nuevamente su mirada hacia ella, frunce el ceño ligeramente cuando nota que está temblando.

— ¿Tienes frío?— pregunta mientras la sujeta el brazo izquierdo.

Katy amplía los ojos de manera exagerada y suelta un chillido antes de dirigir su mano derecha hacia la de Beatriz y apartarla de su brazo con brusquedad.

— ¡No, mamá!— gruñe, poniéndose de pie rápidamente.

Un fuerte dolor de cabeza se hace presente, como si la presionarán con una fuerza intentando romper su cráneo. El dolor la obliga a sentarse de nuevo.

—Katy, ¿qué ocurre princesa?— balbucea. Se arrodilla y posa su mano en la frente de la niña—. Amor, estás ardiendo en fiebre— dice espantada antes de cargarla—, ven conmigo, te daré una ducha de agua fría.

Katy amplía los ojos nuevamente al escucharla. No puede, no puede permitir que su mamá la duche porque lo verá y preguntará de nuevo.

—No, bájame mamá. Por favor— pide removiendo sus pies con desesperación.

Cargarla, aunque esté haciendo un berrinche, no es problema para Beatriz. Es el doble de grande que la pequeña si hablamos de altura. Pero no quiere que se altere, eso podría empeorar su salud, por lo cual decide obedecerla y dejarla sobre sus pies nuevamente.

—Mi amor, tienes fiebre— su voz comienza a tornarse temblorosa.

Le aterra que la niña tenga fiebre. Tiene miedo de que enferme como Melody, aunque Katy no presenta los síntomas de dolor en la zona de su estómago, ni vómito.

Katy observa la angustia que refleja el rostro de Beatriz; no quiere preocuparla, no quiere causarle problemas. Nota la vulnerabilidad en sus ojos y sabe que ella jamás la lastimará, de eso puede estar segura. Aún así, no puede estar segura de que ella pueda salvarla de Jared.

Solo quiere que todo termine pronto y que su mami regrese para irse a casa y dejar de ser una molestia para Beatriz. Ya que eso es lo que ella es: según el señor Jared, una niña que estorba.

—Katy, necesitas el agua fría— insiste Beatriz, dibujando un pequeño puchero en los labios—. Por favor...

—Sí, mamá— la interrumpe de repente al ver lo asustada que se encuentra la mujer en ese momento—. Pero, no puedes entrar al baño— advierte la niña con un pequeño puchero dibujado en sus labios—. Ni vestirme.

Ese repentino cambio de la niña la toma por sorpresa. Pero no está en posición de negociar con ella, aceptó ducharse, eso es más que suficiente.

—B-Bien— vacila un momento—. Iré a preparar la tina y dejaré tu ropa en la cama.

Katy asiente sin levantarse aún del suelo, el dolor de cabeza va aumentado a cada minuto que pasa.

—Pero luego te verá un doctor, ¿entiendes?

—Mamá...— la llama cuando Beatriz está a punto de entrar al cuarto de baño. Ella frena en seco y se gira hacia la niña—. Quiero volver al orfanato.

***

— ¿Qué hice mal?— se pregunta Beatriz con la mirada perdida en la nada.

— ¿En serio quieres que te responda eso?— cuestiona Jared, sirviéndole una taza de café.

Beatriz lo observa con irritación por lo anterior, toma la taza y la lleva hacia sus labios; más no bebe su contenido. Se queda viendo cómo la crema aún no se ha mezclado con el café, como si no combinaran para nada.

—Cariño— la voz de Jared la saca de sus pensamientos. Ella desvía la mirada hacia él y arquea una ceja como respuesta—, de verdad, no me sorprende que me digas que tu niña huérfana está deprimida— hace una pausa para sentarse a su lado e inclinarse hacia ella para hablarle más de cerca—. Creo que le hacen bullying en la escuela.

—¡¿Que?!— Cuestiona exaltada dejando la taza sobre la mesa—. ¿De qué hablas?

— ¡Vamos Beatriz!, ¿qué crees que le espera a una niña adoptada? Burlas, maltratos y todo porque no se parece en nada a ti.

—Jared...

—Solo piénsalo— la interrumpe riendo con un aire de burla en su tono de voz. Se pone de pie y se aparta del mesón para volver nuevamente al espacio de la cocina y servirse otra taza de café—. Todas las personas que las vean sabrán que no es tu hija, que solo era una pobre huérfana que recogiste... Los niños se aprovecharán de esa información y la maltratarán. Ella se sentirá avergonzada y todo gracias a ti.

— ¡Basta!— ordena en tono de advertencia—. Yo le he enseñado que los lazos no son solo de sangre, son de amor. Si amas a una persona no importa que no haya nada que los una. No importa su aspecto físico, solo importa lo que sientes. Y yo siento que amo a esa niña.

Jared se recarga en el mesón observándola fijamente mientras habla. Coloca sus codos sobre la superficie fría y reposa su mentón sobre sus manos para sostener su cabeza.

—No entendí nada de lo que dijiste— dice cuando ella concluye. Beatriz bufa con indignación—. Si la niña quiere volver al orfanato es por eso, porque no quiere estar en una casa en donde no tiene ningún parecido con nadie.



#99 en Thriller
#47 en Misterio
#32 en Suspenso

En el texto hay: drama, amor familiar, orfanato

Editado: 29.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.