—Le podemos asegurar señora Johnson, que en esta escuela el bullying no es aceptado, ni tolerado. Por lo tanto, si investigamos que lo que sea que le haya pasado a su hija ocurrió aquí, se tomarán cartas en el asunto.
—¿Podría hablar como una persona normal y no como un mensaje pre- grabado?— pregunta Beatriz con irritación al escuchar la voz chillona de la mujer hablando como si fuera un robot.
—Lo siento señora, pero está tratando con una de las mejores escuelas encargadas de educar damas y caballeros. La formalidad y elegancia son ante todo...
Beatriz cuelga el teléfono soltando un gruñido, apenas la niña se ausenta unos días y no dejan de llamar. Se pregunta si será amor por la niña o por el dinero.
Suspira con cansancio y se recuesta en su silla de escritorio, levitando mientras gira hacia la derecha para ponerse de pie y caminar hacía la puerta. Cuando está a punto de salir, observa algo extraño en el suelo: la muñeca de Katy junto a un papel; se inclina para recoger ambas cosas y frunce el ceño mientras las examina, ¿cómo ha llegado eso ahí? No logra entender nada, más no se queda a meditarlo.
Es media noche y ella aún no duerme, lleva cinco días sin dormir, y las ojeras en su rostro son una gran prueba de ello. Si tan solo Marcus estuviera ahí, ella podría estar tranquila; echa mucho de menos a su amigo, él si la apoyaba.
Con cuidado de no hacer ruido, se adentra en la habitación de Katy, observa todo a su alrededor mientras avanza hacia la cama de la pequeña. Cuando está frente a ella mira a Katy, quien no hace más que ver hacia algún punto fijo en la pared. Se sienta en el borde de la cama y suspira viendo los objetos en sus manos.
—Cariño, encontré esto en mi oficina— sisea mientras se gira para verla—. Olvidaste tu muñeca y este dibujo... Pero no entiendo, ¿qué hacías allí?
Katy desvía la mirada hacia la muñeca, sus ojos se cristalizan, esa muñeca es lo único que tiene de su mamá. Se incorpora un poco en la cama hasta quedar sentada, Beatriz la observa fijamente mientras le extiende el objeto. Tuerce un poco la boca al ver como la niña toma la muñeca y la abraza con fuerza.
—Katy... ¿Qué te pasó en la mejilla?
La niña alza la vista para observarla, Beatriz la mira fijamente, esperando con paciencia la respuesta. Sabe perfectamente que no le conviene presionar a la pequeña, por lo que, aunque la incertidumbre esté a punto de volverla loca, solo se limita a observarla.
Katy muerde su labio inferior con fuerza cuando siente que comienza a temblar, no quiere llorar, quiere ser una niña fuerte. Simple y sencillamente no puede decirle la verdad a Beatriz, Jared amenazó con volver a golpearla si lo decía; tiene mucho miedo, no quiere volver a vivir eso jamás. Su mami nunca le ha hecho algo así, nadie nunca le ha hecho algo así en su corta vida. Desvía su mirada hacia el dibujo que Beatriz mantiene en sus manos, entonces se le ocurre.
—Me caí en tu oficina, mamá— baja la mirada y agacha la cabeza.
Beatriz frunce el ceño al escucharla. — ¿Cómo pasó eso?— cuestiona con una expresión sería.
Katy siente escalofríos, puede sentir la mirada de Beatriz clavada en ella y siente miedo de ser descubierta en su mentira.
—I-Iba a dejarte el dibujo en tu escritorio— miente parcialmente —. Pero me caí y me golpeé en la mejilla— susurra mientras posa su mano en la mejilla afectada, la cual gracias a los días pasados y algunas medicinas se ha curado rápidamente.
Beatriz observa por centésima vez el dibujo, desde que lo encontró. Aún no puede creer que Katy la haya dibujado junto a sí misma con las palabras “Mamá” escritas con crayón rojo y muchos corazones. No es un dibujo profesional, pero aún así es muy especial para ella; ese es el primer dibujo que Katy le dedica sin dibujar a Katherine a su otro extremo. Esa era la prueba de que al fin la estaba aceptando; y ella lo echó todo a perder al no ir a verla esa noche, la niña la necesitaba y ella no atendió a esa necesidad.
Una lágrima cae por su mejilla y aterriza en el dibujo, su vista se nubla y luego otras caen más seguidas, mojando el papel. Se siente impotente y la culpa no la deja tranquila, ahora la niña quiere dejarla y volver al orfanato porque no cree que sea una buena madre... Y no la culpa.
— ¿Lloras?— escucha la voz angustiada de la pequeña— Mamá, ¿Por qué lloras?
—Perdóname, mi amor— solloza mientras se inclina hacia ella y la abraza con fuerza—. Lamento no haber estado aquí... Pero por favor cielo, no me abandones.
Katy se conmueve en gran manera al verla llorar, y aunque de verdad desee volver al orfanato a seguir esperando a su mami; no puede dejar sola a su mamá. Beatriz la necesita, más ahora que Marcus se ha ido y Rachell no es quien aparenta ser. De no ser por Alex y Katy, Beatriz estuviera completamente sola en esa mansión; compartiendo el lecho con el mismo hombre que a diario planifica la manera más sencilla de deshacerse de ella.
—No te dejaré mamá— anuncia la niña con voz quebrada—. No quiero irme, quiero quedarme contigo a esperar a mi mami y vivir felices las tres para siempre.
El corazón de Beatriz da un brinco de emoción cuando la escucha y luego siente como la niña corresponde su abrazo. No la ha perdido aún y eso le da mucha alegría, aunque no puede evitar sentir angustia por lo último que dijo. Cree que ya es tiempo de decirle la verdad a la niña, merece saberla; pero no esta noche, ya han sido demasiadas emociones.
***
Jared se encuentra picando verduras para hacerse un nutritivo licuado, el sonido del cuchillo chocando con la madera de picar hace eco en toda la estancia. Siente su sangre arder en ese momento, la maldita niña no le obedeció, al contrario, dijo que quería quedarse allí para siempre a esperar a su mami.
Lo último no ha logrado entenderlo, ya que perdió la cabeza desde que escuchó a la mocosa decir que quería quedarse allí, e ignorando completamente su orden de pedirle a Beatriz que la regresara al orfanato. Pero eso no se quedará así, no está dispuesto a dividir su herencia con esa mocosa.
Editado: 29.08.2020