La mañana del sábado se encuentra inusualmente fría, pero no húmeda. La niña camina por los jardines del patio trasero, observando las flores a su alrededor; con la incondicional compañía del trío canino. Podría pasar horas en los jardines observando las flores, oliendo y tocando cada una de ellas; pero, en este momento, no hace más que mirarlas y suspirar. Al llegar al sector de las flores violetas decide descansar un poco sentándose en el pasto, los cachorros y su madre se alejan corriendo mientras juegan, Katy los observa desde su lugar, no tiene ánimos de jugar con ellos… se siente triste.
—Hola, mi amor.
La dulce voz de Beatriz hace que gire su cabeza en su dirección.
—Hola, mamá— responde cabizbaja mientras vuelve su mirada hacia las flores.
Beatriz hace una mueca triste mientras se sienta a su lado, comienza a creer fielmente en que es una muy mala idea irse a Londres sin la niña, más cuando observa su estado de ánimo tan bajo. Pero ya no puede cancelar las reuniones pendientes en aquel país, se metería en muchos problemas con su esposo.
— ¿Quieres ir a ver a Amalia?— pregunta intentando distraerla un poco, lo cual parece funcionar, ya que Katy se voltea hacia ella con un poco de emoción en su mirada.
— ¿Pueden venir los cachorros?— pregunta buscando a los caninos con la mirada.
Beatriz frunce ligeramente los labios al pensar en que tendrá que cubrir su nariz todo el camino.
—Claro— sonríe—. Pero hay que darnos prisa.
— ¡Osa, Rott, Rottie!, ¿dónde están?— grita Katy mientras se pone de pie.
— ¿Me ayudas, cariño?— pregunta Beatriz graciosa al notar que se le dificulta levantarse.
Katy comienza a reír mientras toma sus manos y tira de ella.
Beatriz sabe que Katy difícilmente podrá levantarla del suelo, el tamaño de la niña no pasa de 1.30 de altura, a diferencia de ella que mide 1.77. Pero, aún así, hace todo lo que puede para levantarse sin que la niña se dé cuenta de que no necesitó de su ayuda. Los perros llegan corriendo hacia ellas y Beatriz tiene que apresurarse a regresar a la casa a buscar sus pastillas ya que los estornudos aparecen rápidamente.
***
— ¡Amalia!— grita Katy emocionada, mientras corre en dirección a la casa de la mujer.
Amalia, quien se encuentra en el porche de su casa tejiendo en su silla mecedora, deja de mecerse y alza la mirada al escuchar su voz.
— ¡Hola, nena!— saluda con la misma emoción mientras se pone de pie y camina hacia la entrada para recibir a la niña entre sus brazos—. Que alegría verte.
—Mamá me dejó tener perritos, ¡tengo tres!— chilla emocionada mientras señala con sus dedos a los caninos, que felices corren por el patio delantero de la casa de la mujer.
—¿Mamá que es ese escándalo?
Asustada, sale de la casa la hija mayor de Amalia. Una chica de estatura media, cabello castaño oscuro; igual que el de Amalia.
—Hola, Elissa— saluda Beatriz con un gesto de mano, mientras permanece junto a Alex al lado del auto para no estornudar cerca de ellas.
—Hola, señora Johnson... Bienvenida— saluda la chica con timidez, la cual se nota en sus mejillas sonrojadas.
Lleva tres años de no ver a Beatriz, desde que se fue de la ciudad para estudiar en la universidad. Cuando ella se fue, Beatriz aún tenía a su hija con vida.
— ¿Qué tal la universidad?— pregunta con amabilidad.
—Está perfecta... Muchas gracias por todo.
—Siempre será un placer— dice mientras se acerca una vez que los estornudos han cesado.
—No sabía que vendrían... Hubiera preparado algo.
—Descuida, solo queríamos verte— responde Beatriz mientras ingresa junto al resto a la casa—. De todas maneras podemos cocinar juntas.
Katy agradece la manzana que Elissa le entrega y sale de la casa corriendo para ir a jugar con los cachorros. Bajo la estricta supervisión de Alex, quien no permite que se acerquen a la calle.
—Beatriz, sabes que puedes contar conmigo... Y-Yo podría cuidarla mientras no estás, incluso también cuidaría de los cachorros— dice la mujer con evidente preocupación ante lo que Beatriz le comenta.
—No será necesario, Amalia, Jared cuidará de ella... Es una gran oportunidad para que pasen tiempo juntos y él aprenda a quererla— responde Beatriz viendo a través de la ventana a la niña jugando.
—Pero, el comportamiento del señor Jared es muy impulsivo últimamente— expresa un poco paranoica, a lo que Beatriz frunce el ceño ligeramente.
—Es una niña, él jamás se atrevería a lastimarla.
—Que Dios te oiga— concluye la mujer bebiendo su taza de café.
Beatriz la observa unos segundos antes de mirar nuevamente a la niña. Comienza a sentir que algo podría salir mal... Pero no quiere pensar en eso.
***
La limusina estaciona frente a la mansión en la que se celebra una gran fiesta de fin de semana. Hay muchas personas elegantemente vestidas; así como camarógrafos y periodistas. Katy se encoge en su asiento y se pega más a Beatriz con miedo, nunca ha estado en un lugar tan concurrido y eso la pone nerviosa.
—Tranquila, cariño, todo estará bien— la anima Beatriz mientras acaricia su cabello—. Estás hermosa.
—Quiero mi muñeca— sisea con timidez mientras se acurruca más a Beatriz.
—Oh nena, tranquila. Pronto volveremos a casa y tendrás tu muñeca.
Jared rueda los ojos suspirando exasperado, cada vez se le dificulta más soportar los caprichos de esa niña. Maldice para sus adentros, ahora tendrá que entrar a esa fiesta con una falsa sonrisa en sus labios para fingir que son una familia feliz.
— ¿Que no dijiste que era la fiesta de alguno de los socios?— cuestiona arqueando una ceja al reconocer la mansión.
—No mentí— se alza de hombros—. Ella es parte de la empresa, aunque no lo parezca— sonríe mientras peina con ternura el cabello de la niña.
Editado: 29.08.2020