La Niña Del Orfanato

Capítulo 52

Marcus permanece sentado en una banca fuera de la sala del juzgado, su pie golpea insistentemente en suelo en un gesto desesperado mientras mantiene su cabeza apoyada sobre sus manos, inclinado en el asiento.

 —Doctor Smith, el Juez lo recibirá ahora.

Una mujer de mediana edad aparece de pronto en el pasillo, Marcus se pone de pie con mucha rapidez y se apresura a seguirla en dirección a la oficina del hombre.

—Señor juez, tanto usted como yo sabemos que ella no es un peligro.

—Eso dígaselo a su esposo, si es que puede— responde el hombre indiferente mientras observa algunos papeles sobre su escritorio.

—Señor, solo le pido que le otorgue la oportunidad de salir bajo fianza, no importa cuanto sea, con eso ella no quedará impune del delito del que se le acusa, y una vez que ella salga del hospital continuarán suspendidos sus derechos civiles… solo busco salvaguardar su vida, ella de verdad no se encuentra bien de salud.

—Doctor Smith, eso es muy complicado.

—Interponga una fianza.

—No puedo hacer eso.

—Estipule de cuánto será… ¿cuánto? ¿Un millón?

—Doctor…

—Dos millones.

— ¡Doctor Smith!

— ¡Cinco millones! Maldición, ¿acaso no ve que ella no es un peligro?

—Lo que veo es a un hombre poderoso intentando sobornarme.

—Este hombre poderoso es el encargado de la salud del setenta por ciento de la población del país… y, aun así, me encuentro pidiendo clemencia por una mujer inocente que podría morir en prisión, sin la necesidad de amenazar con dejar de proveer medicamento incluso a los hospitales públicos del país.

—El único modo de que algo así ocurra— señala el juez, intentando mantener la postura—, es que usted se responsabilice por cualquier acción de la mujer.

—Lo hago con los ojos cerrados, la conozco.

—La fianza queda en tres millones, y, aun así, la mujer estará bajo supervisión del Estado.

—Se lo agradezco— dice el médico suspirando con alivio—. Pagaré la fianza, y necesitaré que usted emita un certificado autorizándome para poder sacarla del psiquiátrico y llevarla al hospital.

El juez asiente, mientras llama a su secretaria para que levante el acta. Marcus muerde su labio inferior nervioso, recordando el resultado de los exámenes de la mujer; ahora, una parada para ir a interrogar a una persona más, y de vuelta al psiquiátrico para trasladar a Beatriz a un mejor lugar.

***

 

El viaje ha resultado realmente agotador, por suerte para los que se encuentran a bordo de la camioneta negra, el viaje está a punto de terminar.

—No me gusta ir en avión— dice la niña inflando las mejillas, mientras observa a través de la ventana del auto—. Tío Joseph, ¿mamá llegará pronto?

Joseph, quien se encuentra concentrado en su laptop desvía su mirada hacia la niña. Tanto Jasón, quien se encuentra conduciendo, como Joshua que va de copiloto, observan a través del retrovisor a la menor.

—Sí, pequeña. Solo que tardará un poco en venir— responde mientras cierra la laptop—. Por mientras, tienes que permanecer conmigo, y obedecerme en todo.

Katy frunce ligeramente el ceño al escuchar su respuesta, recordando claramente que esa fue la excusa que su mamá y su tía Susan le dieron. Rápidamente se cruza de brazos mientras se sienta nuevamente en su lugar, dejando de ver al otro lado de la ventana, y resopla molesta.

—Quiero que mi mamá venga ya, no quiero estar aquí, quiero a mis cachorros, quiero a mi muñeca.

—Katy, por favor— se queja el hombre, sujetando el puente de su nariz, irritado—. Tu mamá vendrá cuando pueda, ¿está bien? Ahora quiero que te quedes tranquila mientras llegamos a casa.

El cuarteto realiza una parada muy importante, en un lugar que a la niña le resulta extraño visitar en ese momento. Tras cruzar la puerta, la mano de la niña se dirige hacia su cabeza por instinto mientras alza su mirada hacia Joseph.

— ¿Qué haremos aquí, tío?— cuestiona confundida, mientras observa el lugar con atención.

Se trata de una peluquería. Todos en el lugar dirigen su mirada curiosa hacia los que recién entran, tal vez por el hecho de que Joseph luce muy formal y que un par de hombres vestidos de negro lo acompañan. Un magnate, algún alto de la mafia, piensan algunos al verlo.

—Señor Arnett, ¿cuánto tiempo?— se escucha la voz de una mujer con acento portugués.

—Mucho, mi querida Dalila, mucho.

La mujer deja brotar de sus labios una carcajada al escuchar el apodo que el hombre le ha puesto, la llama así desde hace mucho ya que ella siempre ha sido su peluquera.

—Tiene al cabello muy largo— comenta—. No me sorprende que haya venido.

—Han sido días difíciles, pero, creo que ya es tiempo de un cambio— comenta mientras enreda los dedos en su cabello, el cual cae por su nuca y por sobre su frente hasta sus cejas. Dirige la mirada hacia la niña y añade: —. Para ambos.

La mujer desvía su mirada hacia la niña, quien mantiene su mano unida a la del hombre. Ladea la cabeza mientras una amable sonrisa se posa sobre sus labios.

— ¡ Não me diga que você tem uma filha!— exclama en su idioma natal, mientras mantiene su mirada fija en la menor.

—Sim— responde alzándose de hombro—. Eu sou o papai dele.

La mujer arquea una ceja mientras se incorpora y lo observa fijamente. Con esas simples palabras él ya le ha revelado todo. ¿Qué si ella es consciente de sus problemas mentales? Sí, en efecto, se ha dado cuenta de muchas, pero nunca de una tan pequeña. ¿Qué si es capaz de denunciarlo? No, no está tan loca, sabe que su cadáver aparecería en una zanja.

— Por favor, seja gentil com ela — dice, mientras extiende su mano hacia el cabello de la menor y lo acaricia con dulzura.

El resto de personas, incluyendo la niña y los guardaespaldas, no tienen ni la menor idea de lo que ambos conversan, suerte para ellos. La mujer sujeta la mano de la niña y, preguntándole sobre cosas triviales, la guía hacia una de las sillas en donde le indica que se siente.



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En el texto hay: drama, amor familiar, orfanato

Editado: 29.08.2020

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