Katy suspira con mucho cansancio, se siente realmente agotada y está muy sudada. Decide tomar asiento en una silla que se encuentra fuera de un local, en una mesa de restaurante.
— ¿Tienes hambre?— le pregunta Trey, mientras frena de golpe al verla sentarse.
La niña niega con la cabeza mientras aparta el cabello de su rostro mojado por el sudor y suspira nuevamente.
—Toma algo de agua— le indica Trey, entregándole el bote de agua para que beba—. Está haciendo mucho calor, pero tenemos que apresurarnos para que podamos llegar a la siguiente ciudad, por lo menos al mediodía de mañana— le dice mientras limpia su propio sudor con su antebrazo—, ¿Quieres que te cargue?
—No— respira hondo mientras se pone de pie—. También usted está cansado.
Trey asiente con la cabeza mientras limpia nuevamente el sudor de frente. ¡Rayos! deben estar a más de 35°, el sol es muy fuerte y lastima la piel de ambos.
—Vamos niña, tenemos que apresurarnos— dice Trey extendiendo su mano hacia ella.
Katy asiente con la cabeza mientras inhala profundo. Se pone de pie, y toma la mano de Trey. Ya no es consciente de cuánto tiempo ha pasado, llevan mucho tiempo yendo de un lado a otro, buscando la manera de volver a casa. El no poder tomar autobuses, ni aviones lo ha complicado todo, y como ella es sólo una niña, las jornadas en las que pueden andar en la calle se limita de seis AM a seis PM. A ese paso, les tomará meses volver.
—Vaya, qué linda niña— dice una mujer mayor con un tono dulce en su voz, mientras se acerca al par—. Lucen muy cansados.
—Yo solo lo estoy un poco— responde Katy esbozando una pequeña sonrisa en dirección a la dulce señora.
—Y, ¿adónde se dirigen?
—Voy a ir con mamá— responde la niña, mientras se balancea de un lado a otro, sosteniéndose de la mano de Trey.
—Eso es genial, ¿y de dónde vienen?
—Valentina, ¿estás lista para irnos?— cuestiona un hombre mayor, saliendo del interior del restaurante—. Nos tomará toda la noche llegar a la siguiente ciudad.
Trey observa con sorpresa al hombre, quien se dirige hacia una especie de casa rodante.
— ¿Y ustedes hacia dónde se dirigen?— le pregunta Trey a la mujer, quien continúa de pie frente a Katy.
—Hemos emprendido un viaje alrededor de país. Ambos estamos jubilados y queremos disfrutar de nuestro retiro.
—Oh, vaya. Eso es bueno… yo, sé que no nos conocen y que esto es muy atrevido; pero, quisiera pedirles un favor.
Katy alza la mirada, observando fijamente a Trey, antes de desviar su mirada hacia la mujer y el hombre que recién se acerca a escuchar la conversación.
—De verdad necesitamos de su ayuda.
***
Beatriz mantiene la mirada fija en el suelo, su rostro refleja mucha tristeza mientras permanece sentada en el sillón de la mansión, la cual se siente más solitaria que nunca.
—No puedo creer que lo haya perdido absolutamente todo— suspira rendida—. Mi hija, mis empresas, mi casa— alza la mirada hacia el cielorraso mientras se recarga contra el respaldar del sofá.
—Cariño, sabes que eres bienvenida en mi casa— le dice Karina con una pequeña sonrisa torcida—. Y no pierdas las esperanzas, Katy volverá a tu lado, y todos estaremos juntos nuevamente.
—Todos juntos— murmura mientras guía su mano hacia su rostro para sujetar el puente de su nariz—. No pierdo la esperanza de que vuelva, mamá. Pero, no viviré en tu casa.
—Tú siempre de independiente— su madre rueda los ojos—. Dices que trabajarás, aunque sea de mesera. Con ese sueldo nunca reunirás lo necesario para recuperar tus empresas, y tu casa.
—Con recuperar mi hija me conformo, mamá— responde apartando la mano de su rostro—. Recuperarla y mudarme a un lugar más pequeño… esta mansión nunca la he limpiado por completo, es muy grande. Creo que ahora quiero una casa pequeña, tal vez en las afueras de la ciudad. Trabajar y vivir tranquila y feliz con mis hijos— acaricia su vientre mientras observa el retrato de Katy colgado sobre la pared.
—Dudo mucho que te acostumbres a ese estilo de vida. Pero, sabes que estoy aquí para apoyarte en lo que desees.
—Gracias, mamá.
— ¡Señorita Johnson!
Se escucha el llamado de Alex a la distancia y Beatriz rueda los ojos suspirando exasperadamente.
—Juro que lo mataré si sigue llamándome señorita— comenta la mujer, frustrada—. Necesito que recupere su memoria lo más pronto posible, madre.
Karina suelta una risita mientras se pone de pie.
—Ya ha avanzado mucho, si lo hubieras visto cuando recién había perdido su memoria, ya lo hubieras asesinado.
Ambas mujeres ríen ante eso, mientras avanzan hacia el lobby, esquivando la exagerada cantidad de cajas de mudanza que hay ya empacadas en el lugar.
— ¿Sí, Alex?— cuestiona mientras ingresa en la habitación llena de polvo.
—Estas son sus cosas, ¿aún las conserva?— inquiere el joven observando los objetos.
Beatriz sonríe de lado mientras se aproxima hacia el chico y se sienta a su lado.
—No fui capaz de deshacerme de ellas— gira su cabeza hacia él—. Están empacadas porque lo pensé una y mil veces, enviarlo todo en el camión de la caridad… pero, sentía que mi corazón se desgarraba cada vez una caja cruzaba esa puerta.
—Entiendo ese sentimiento— infla las mejillas, para luego exhalar todo el aire contenido—. Y ¿Ahora ya está lista?
Beatriz amplía los ojos mientras observa lentamente todo a su alrededor, su corazón se acelera en su pecho. Su mirada se clava en la pequeña huella de una mano, hecha con pintura sobre la pared; sonríe levemente recordando el día que Melody lo hizo, aunque ese día no le causó tanta gracia como lo hace ahora.
—Creo que ya es tiempo de dejarla ir— agranda su sonrisa, mientras siente como sus ojos se llenan de lágrimas—. Llamaré a los del camión— informa y se pone de pie—. Gracias por ayudarme a empacar Alex, eres el mejor.
Editado: 29.08.2020