La Niña Del Orfanato

Capítulo 59

Katy abre los ojos lentamente. Siente cómo la luz la cega por momentos; obligándola a cerrar los ojos nuevamente, mientras los frota con sus manos hechas puños.

—Tranquila amor, te acostumbrarás pronto a la luz— escucha una voz proveniente de un costado de la cama y abre los ojos nuevamente.

Su mirada azuleja se dirige hacia el lugar de donde proviene la voz, al encontrar a la persona que le habla, su cuerpo entero se estremece mientras sus manos se aferran a las sábanas con mucha fuerza.

—No te asustes— dice la mujer mientras adelanta sus manos en palmas hacia ella, pidiendo calma con el gesto—. Todo está bien.

— ¿M-Mami?— tartamudea con una expresión estupefacta en su rostro—. ¿Eres tú?

La mujer rubia de ojos azules, saltones, que se encuentra sentada en la silla a un costado, esboza una enorme sonrisa mientras se inclina en el asiento para acercarse un poco más a la cama.

—Vaya, estás tan grande— su sonrisa se ensancha aún más—. La última vez que te vi, eras una cosita pequeña.

Katy permanece igual de tensa que en el momento en el que la vio por primera vez; ahí sentada en la silla, de piernas cruzadas, luciendo muy elegante. Frunce el ceño ligeramente mientras ladea un poco su cabeza.

—Amor— la sonrisa en el rostro de la mujer se va desvaneciendo lentamente, dándole lugar a una expresión llena de tristeza y nostalgia—. ¿No quieres abrazarme?

Katy parpadea un par de veces, aún incrédula de lo que ve. Es como verse en un espejo, pero mucho más grande de lo que ahora es.

—Mami— balbucea nuevamente, sin despegar su mirada azuleja de la mujer que justo en ese momento agacha la cabeza y comienza a sollozar.

—Perdóname por dejarte, mi amor. No pude volver por ti— su llanto se intensifica—. Entiendo que me odies.

Katy se conmueven en gran manera al escucharla llorar. Ella ya no le reprocha nada. Sabe lo difícil que fue todo para su madre, Trey se lo contó en el camino.

—No llores, mami— dice la niña mientras se aproxima hacia el borde de la cama—. Yo no te odio. Te amo mucho.

—Oh, mi amor— exclama mientras se pone de pie y avanza hacia su hija para abrazarla con fuerza—. Eres mi mundo entero, Katy.

La niña cierra los ojos con fuerza mientras le corresponde el abrazo a la mujer, se aferra a ella, hundiendo las uñas en la piel de sus brazos y sorprendiéndose de lo real que se siente. Ella está ahí, no es un sueño.

—Lamento haber tardado demasiado, pequeña— dice Kath, sorbe su nariz mientras se aparta de la niña para acariciar su cabello con ternura—. Te prometí que volvería a buscarte, y es por eso que estoy aquí.

Katy alza ambas cejas mientras limpia las lágrimas de sus mejillas con sus antebrazos.

—Te prometí que iríamos a vivir a un mejor lugar; también pienso cumplirlo, amor.

Kath da un paso atrás, sujetando las manos de la niña para ayudarla a bajarse de la cama. Cuando sus pies tocan el suelo, la niña suelta un pequeño jadeo y su cuerpo se estremece al sentir el frío mármol bajo sus pies descalzos.

—Vamos a casa, amor— dice mientras se voltea y da un paso, tirando suavemente de su mano para guiarla hacia la puerta.

En el pequeño espacio que compone la habitación de hospital se empieza a escuchar el insistente sonido del electrocardiógrafo indicando que el pulso de la paciente comienza a caer.

— ¡No!— exclama el médico, con angustia.

—Aún hay tiempo— dice Roxanne, mientras se aproxima hacia él para limpiar el sudor de su frente.

—Vamos pequeña, resiste. Sólo tengo que sacar esa bala.

"Resiste"

La voz del médico resuena en los oídos de la niña, quien frena de golpe al mismo tiempo que suelta la mano de su madre. Kath frunce el ceño, mientras se voltea hacia ella y la cuestiona con la mirada.

— ¿Todo está bien, mi amor?

La niña alza la mirada hacia ella y la observa directamente a los ojos.

—Ha perdido mucha sangre, consigan dos pintas ¡Ya!— grita Marcus desesperado, mientras termina de coser la herida, luego de sacar la bala—. Resiste hija, por favor.

Beatriz, quien se encuentra sentada en una banca junto a Karina y Susan, observa con ojos amplios como un par de enfermeros salen corriendo de la habitación en la que se encuentra su hija. Se pone de pie y corre hacia la puerta, la cual es cerrada justo en ese momento, no sin antes permitirle escuchar el ruido del electrocardiógrafo y la voz desesperada de Marcus.

Cubre su boca con ambas manos para acallar sus sollozos, mientras observa de manera desesperada a las personas a su alrededor. Entrando en pánico

—Beatriz— le habla Susan mientras se aproxima hacia ella—. ¿Qué ocurre?

—La están perdiendo, lo escuché— dice con voz temblorosa.

Incapaz de quedarse en un sólo lugar, comienza a caminar alrededor de la sala, las lágrimas mojan sus mejillas, y frota sus manos de manera desesperada.

—No, no, no— comienza a exaltarse—. Ella no me puede dejar, Dios mío, no— lleva sus manos hacia su cabello y tira de él de manera desesperada—. No quiero que se vaya también.

—Beatriz— susurra Karina, acerándosele—, cariño...

— ¡No!— grita frustrada, mientras avanza hacia la puerta de la habitación—. ¡Katy, por favor, amor, no te vayas, no me dejes!

"¡No me dejes!"

—Cariño, ya es hora de irnos— le dice la mujer, mientras se aproxima hacia ella.

Katy da un paso atrás, negando con la cabeza frenéticamente. Luciendo muy asustada.

— ¿Qué pasa?, ¿No quieres estar conmigo?

La niña asiente con la cabeza.

— ¿Entonces?

— ¿Y qué pasa con mi mamá?

— ¿Tu... mamá?

La niña cierra los ojos y asiente con la cabeza, guía su mano hacia su pecho y respira hondo.

—La escucho llamarme.



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En el texto hay: drama, amor familiar, orfanato

Editado: 29.08.2020

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