La anciana observa la escena estupefacta, la manera con brusca con la que monja trata a la niña le parece totalmente innecesaria, sea cual sea la razón, ningún niño merece ser tratado de esa manera.
— ¿Que ocurre aquí? —cuestiona molesta mientras se acerca a ellas.
—Atacó salvajemente a una de las gemelas— responde la monja molesta mientras tira del brazo de la niña.
Katy chilla de dolor al sentir como la mano de la mujer se prensa con fuerza alrededor de su brazo y sus largas uñas se clavan sobre la piel de esa zona. La madre superiora amplía los ojos, observando a la niña con incredulidad.
—Katy... ¿Porque hiciste eso?— pregunta sorprendida.
—Dijo que mi mami está muerta— solloza mientras cierra los ojos con fuerza y agacha la cabeza—. ¿Es eso cierto?
La mujer retrocede un paso como si le hubiesen dado una bofetada, realmente impactada por lo que acaba de escuchar. ¿Cómo las gemelas se enteraron de eso? Observa a sor Ángel sin quitar la expresión de sorpresa en su rostro antes volver su mirada hacia la niña, quien la observa con ojos cristalizados esperando por una respuesta.
—N-No —balbucea nerviosa—. No, cariño, eso no es verdad, tu mami…
—… Está muerta— concluye la otra monja interrumpiéndola mientras se acerca al trio—. Madre superiora, es malo mentir, la biblia lo prohíbe— continúa mientras una vez ya frente a ellas, dirige su mirada azuleja hacia la pequeña—. Katy, tu madre murió hace un año.
La anciana, al igual que sor Ángel la observan con horror por la frialdad que ésta demuestra ante el tema, la expresión en el rostro de Sor Edith es tan serena como si se tratase de simplemente informarle que algún juguete se dañó y que ya no podrá jugar más con él.
La niña pierde todo el color de su rostro, sus ojos se cristalizan y su labio inferior comienza temblar. No quiere escucharla, quiere irse y buscar su muñeca, pero sor Ángel aún sostiene su brazo.
—Ella murió en la calle, la última noche que la viste.
—No, ¡no es cierto!— grita alterada mientras niega con la cabeza frenéticamente al mismo tiempo que tira de su brazo intentando conseguir su liberta.
—Sí lo es, no me llames mentirosa niña—advierte con molestia—. Ella fue asesinada porque era una prostituta, una cualquiera.
— ¡Sor Edith!, ya basta— exige la anciana mientras se posa frente a la niña de manera protectora.
— ¡No! ¡Ella tiene que aceptar que su madre murió!
—Katy, no la escuches.
La niña tira de su brazo logrando zafarse. Las mujeres alzan la voz en una discusión que se torna cada vez más brusca.
Su respiración se torna cada vez más dificultosa y siente que le falta el aire, su llanto es cada vez más intenso y siente como su garganta quema por el esfuerzo por no llorar en voz alta, no lo soporta más, quiere salir de ahí y correr fuera del orfanato, quiere ir a buscar a su mami, sabe que ella está ahí afuera y quiere encontrarla.
—¡¡Me voy con mi mami!!— grita la niña a todo pulmón, un grito tan desgarrador que retumba por toda la estancia y paraliza a las mujeres a su alrededor.
La niña se aparta de ellas y corre gradas abajo, escucha como la madre superiora le pide que vuelva, pero no quiere, no quiere estar ahí, quiere volver con su mami.
— ¡Katy espera!— insiste la anciana mientras intenta ir tras ella, pero tropieza en el primer escalón.
— ¡Madre superiora!— grita sor Ángel horrorizada extendiendo su mano hacia la mujer, pero ya es demasiado tarde.
El cuerpo de la anciana comienza rodar gradas abajo, dándose duros golpes contra los viejos escalones que rechinan al sentir su peso, intenta sujetarse de algo, pero le es imposible, ya ni siquiera siente su propio cuerpo. Es como si no tuviera el control sobre él.
Katy frena en seco al escuchar el grito de Sor Ángel, se mantiene de pie observando la pared con ojos muy amplios mientras su corazón se acelera en su pecho, es como si todo a su alrededor se paralizara y no pudiera oír más que el sonido de su respiración y los latidos de su corazón. Se voltea lentamente rogando al cielo que no haya pasado nado malo.
—¡¿Madre superiora?!— grita horrorizada mientras corre hacia la mujer que yace en el suelo, sin pensarlo dos veces toma su mano mientras rompe en llanto sin poder evitarlo.
Sor Ángel corre en buscar de ayuda, mientras que sor Edith solamente baja las gradas, cruzada de brazos mientras observa a la mujer agonizante y a la niña con desprecio. Definitivamente Dios castiga a los malos.
—M-Madre— solloza la niña mientras guía la mano de la anciana hacia su mejilla para rosarla con ella—. Te pondrás bien. ¿Verdad?
—K-Katy...—logra formular con debilidad mientras con todo su esfuerzo logra mover sus dedos para rozar la mejilla de la niña con ternura.
Sor Edith se acerca con la intención de escuchar lo que dirá, con la esperanza de que en su lecho de muerte la anciana decida contarle la verdad a la niña. Esperando que, quizás así, Dios la perdone por sus pecados.
—Lo siento, es mi culpa— solloza la pequeña mientras estira su mano libre hacia el rostro de la mujer para acariciar su mejilla con ternura—. Perdón.
—N-No... Katy, no… es tú culpa— le falta el aliento, toma una bocanada de aire intentando recomponerse—. Katy, t-u… Tu mamá.
Los ojos de Sor Edith se amplían de manera exagerada mientras la observa fijamente con la esperanza de que al fin lo confiese, que confiese.
—Vendrá.
Exhala profundamente antes de sentir que ya no puede mantenerse despierta observando los ojos azules cristalinos de la pequeña, una muy linda imagen para ella. Abre un poco sus ojos intentando mantenerlos abiertos, pero su visión se torna oscura y luego de un segundo queda totalmente inconsciente.
Sor Edith amplía los ojos, y su boca se abre con sorpresa tras escuchar las últimas palabras de la madre superiora.
Editado: 29.08.2020