Pedido de globos rosas y blancos. Pedido de flores, pastelillos, dulces, vasos, platos, cubiertos, galletas, chocolate... ¡Una piñata!, en cualquier fiesta para niños se necesita una piñata.
—Uff, estoy exhausta— se queja Beatriz mientras se deja caer en su silla de escritorio. Suspira profundo y comienza a girar en ella intentando distraerse.
—No me sorprende, solo a ti se te ocurre organizar una fiesta a solo seis días de anticipo— se burla Rachell mientras se sienta en la silla frente al escritorio—. Beatriz... Tengo que decirte algo— dice cambiando su tono de voz a uno más serio.
—Dime— responde sin prestarle mucha atención.
—Es sobre la mamá de Jared— continúa, ganando que Beatriz deje de girar en la silla para prestarle atención total.
—¿Que hay con ella? —pregunta enarcando una ceja y entrelazando sus dedos sobre la mesa del escritorio, tomando una postura profesional.
—Bueno... La encontré al salir de la tienda hace unos días, y ella me saludó, y me preguntó por los diseños para fiestas infantiles que llevaba en mano, E-Entonces...— no termina de hablar al escuchar el sonido de la puerta siendo abierta.
Ambas dirigen su mirada hacia la puerta y se sorprenden al ver a Katy ingresando en la oficina envuelta en su manta mientras abraza su muñeca. El corazón de Beatriz se derrite de ternura cuando mira a la pequeña adormilada caminar hacia ella.
— ¿Está todo bien nena?— pregunta con voz suave, inclinándose un poco hacia la niña.
Katy no responde a la pregunta, solamente se limita a avanzar hacia ella y una vez de frente, se sube en su regazo para sentarse sobre ella y recostar su cabeza sobre su pecho. Los ojos de Beatriz brillan de emoción mientras la envuelve en sus brazos para acurrucarla.
—¿Dejarás que se quede?
La pregunta de Rachell la saca de su burbuja, observa a su amiga y seguidamente a la niña en sus brazos. Sonríe y asiente con la cabeza.
—Se está durmiendo— dice viendo a la niña con adoración.
—¿Así que ahora ya no podemos tener una conversación entre amigas sin que ella esté presente? — pregunta Rachell algo estresada, Beatriz la observa a los ojos tratando de comprenderla—. Dile a Amalia que la lleve a la cama.
—No creo necesitar la ayuda de Amalia para esto—responde seria mientras se pone de pie con la niña en brazos y sale de la oficina.
Beatriz camina a paso lento por el pasillo, la habitación de la niña no está lejos, así que se toma su tiempo de admirarla; tan pequeña, tan inocente, tan solo una nena. Ella necesita cuidados, necesita que alguien vele por ella y le de todo el amor que necesita.
Llega a la habitación y la deposita con cuidado sobre la cálida cama, antes de cubrirla con la manta, frunce el ceño al notar que, a pesar de estar dormida, la menor no suelta su muñeca ni un segundo. Decide ignorarlo y le da un tierno beso en la frente, antes de caminar nuevamente hacia la puerta.
—Señorita Beatriz.
Frena en seco al escuchar la suave voz de la niña. Cierra los ojos con fuerza, mientras esboza una pequeña sonrisa. Ya se ha acostumbrado a que la menor la llame por su nombre, aunque muy en el fondo, ella desea escucharla decirle mamá.
—Sí, nena— contesta.
— ¿Cuando mi mami regrese, ella se quedará a vivir aquí?
— ¿Cómo?— cuestiona confundida mientras se acerca nuevamente a la cama y se sienta en el borde de esta.
— ¿Cuando mi mami regrese, vivirá aquí también?— replica sin apartar la mirada de la mujer, esperando por una respuesta.
Beatriz la observa por cuestión de segundos, antes de dibujar una pequeña sonrisa en sus labios, intentando no hacer notorios los nervios que siente en ese momento.
—C-Claro que sí, nena. Tú y ella se quedarán a vivir aquí, conmigo y con Jared, y...
— ¿Con Amalia?— pregunta la niña sonriendo con mucha emoción.
—Sí, con Amalia— responde devolviéndole el gesto.
—Y cuando ella vuelva, ¿tendrá que ir a trabajar en las noches?
Beatriz frunce el ceño ante la pregunta y baja la mirada, recordando las palabras de las monjas, recuerda la razón por la que la niña lo pregunta; su madre era una prostituta.
—Claro que no, mi amor— decide responder mientras acaricia el cabello de la menor—. Cuando tu mami vuelva, no tendrá necesidad de trabajar porque yo voy a cuidar de ella, así como cuido de ti. —responde sonriente una vez que nota el brillo en los ojos de la pequeña.
— ¿En serio? —pregunta sin dejar de sonreír. Beatriz asiente con la cabeza, sonriendo contagiada por la emoción de la menor, y su sonrisa se amplía más cuando Katy se abalanza sobre ella y la abraza con ternura—. Gracias, señorita Beatriz— susurra mientras se separa del abrazo.
—Bueno, cariño, ya es hora de acostarse, cierra los ojos y sueña algo bonito— dice mientras le da un pequeño toque en la punta de su nariz, juguetona; y la niña comienza a reír. Katy se recuesta nuevamente y Beatriz la cubre con la manta antes de salir de la habitación apagando la luz.
Tras cruzar la puerta de la habitación y cerrarla a su espalda, recuerda la emoción en el rostro de la menor y rompe en llanto. Cada vez es más difícil para ella sostener esta mentira, ¿pero qué cosas dice?, esa ha sido su idea, ahora debe de afrontarlo. Pero le duele tener que mentirle a la niña, verla a los ojos y decirle que su mamá volverá cuando ella sabe que no es así.
—Beatriz, tenemos que hablar— se escucha la voz de Rachell, quien se apresura hacia ella—. Oh, Beatriz— exclama conmovida al verla en el pasillo; rápidamente se acerca y la envuelve en un fuerte abrazo, intentando consolarla.
***
Globos rosas y blancos. Flores, pastelillos y dulces, platos, vasos y cubiertos en todas las mesas, galletas y fuentes de chocolate en cada esquina. Una piñata colgada debajo del árbol en el patio trasero, el cual está rodeado de mesas finamente decoradas. Ya todo está listo.
Editado: 29.08.2020