La mujer avanza por los jardines hacia el lugar de la fiesta, tiene una enorme sonrisa en los labios, una gran bolsa de regalo en las manos y saluda a todos con amabilidad, paseándose entre las personas como si fuese de la realeza. O así lo siente Beatriz, quien acompaña a la mujer con la mirada, sintiéndose realmente nerviosa.
—Buenas tardes— saluda con amabilidad la pálida mujer de cabello rubio oscuro.
Beatriz se queda sin habla ante la profunda mirada griseada de la mujer frente a ella, más por la sonrisa que le dedica: Una sonrisa malévola.
—¡Erika! Bienvenida tesoro, ¿cuánto tiempo sin verte?— saluda la madre de Beatriz con emoción. Adora a su consuegra.
—Karina, muchas gracias —dice con amabilidad y una pequeña sonrisa dibujada en rostro—. No te veo, desde hace dos años. —su sonrisa desaparece al decirlo.
—Sí, lo sé—responde haciendo una mueca triste. —. ¿Y cómo has estado?
—Bien, en lo que cabe. Aunque debo admitir que me impactó un poco el hecho de no haber sido invitada a la fiesta. Digo, es el cumpleaños de la niña huérfana que adoptaron.
—No es una niña huérfana, es mi hija— la interrumpe Beatriz con el ceño fruncido.
—Beatriz... ¿No invitaste a tu suegra a la fiesta?
—Pensé que no vendría, ya que Jared no está— responde Beatriz evitando la mirada acusatoria de su madre.
—Me disculpo por ella Erika... ¿Gustas pasar a tomar una copa?
—Claro, luego de ver a la niña supongo.
—Ella está jugando con su amiga ahora— Interviene Beatriz esbozando una sonrisa forzada, mientras observa a su alrededor asegurándose de que las niñas no estén cerca.
—Ya la conoceremos, no es como si se fuera a ir— comenta Karina soltando un par de risitas mientras toma el brazo de la mujer y la guía hacía la casa.
Erika planea quejarse, pero al escuchar que su consuegra aún no conoce a la niña, decide mejor desistir y acompañarla a beber una copa, que bien le hace falta.
Beatriz suspira de alivio cuando ellas se alejan, en ese momento siente que en verdad necesita una copa, y también ver a Rachell para hablar sobre el porqué invitó a esa mujer a la fiesta sin advertirle antes. Se dirige hacia la entrada para volver al interior de la casa, cuando se topa con varios niños que corren por el patio hacia el lugar donde están las mesas. Tarda unos segundos en comprender que se trata de los niños del orfanato, y esboza una sonrisa alegre al ver que todos pudieron llegar a la fiesta sin problema alguno.
— ¡Señorita Johnson!— la saluda sor Mary agitando su mano en forma de saludo, con mucha emoción.
—Hermana, ¡qué alegría verla!— dice mientras se acerca sin borrar su enorme sonrisa.
Algunas otras monjas que asistieron también la saludan con amabilidad antes de seguir a los niños hacia las mesas. No desean que se forme un escándalo y sabiendo que habrá personas importantes, es necesario que el nombre del orfanato quede en alto entre ellos.
—Los niños están muy emocionados, vieron los globos y los chocolates, y no pude mantenerlos quietos— ríe suavemente mientras observa los niños jugando con todo lo que encuentran, bajo la estricta supervisión de las monjas.
—No hay ningún problema, total, esta fiesta es para ellos también— dice Beatriz dirigiendo su mirada hacia los pequeños y suspirando con adoración. Antes de volverse nuevamente hacia ella—. ¿Gusta tomar algo?
—Agua estaría bien— responde sor Mary con un poco de timidez.
Beatriz la observa y esboza una pequeña sonrisa divertida, cuando una idea se cruza por su cabeza.
—Sabe... Tengo un vino sin alcohol que seguro le encantará— expresa con entusiasmo, mientras sujeta su brazo con suavidad y la guía hacia el interior de la casa.
—No... No creo que sea correcto.
—Descuide, además... Estamos celebrando.
***
— ¿Hay algún problema con esa mujer?— pregunta Susan confundida luego de que las todas las mujeres ingresarán a la casa.
—Bueno... Es la mamá de Jared, el esposo de Beatriz. Antes se llevaban bien, pero luego del accidente, la relación se tornó un poco brusca. Beatriz se desesperaba por cualquier cosa y la mujer no apoyaba en su recuperación... Fue una temporada muy difícil para todos...
— ¿Incluyéndote?— lo interrumpe viéndolo fijamente. Esperando a alguna reacción por parte del mayor.
—Sí— contesta Marcus devolviéndole la mirada—. ¿Por qué preguntas?
—Porque tu rostro cambió a uno más triste— responde la rizada mientras acorta el espacio entre ellos y lo mira directo a los ojos—. ¿Te sientes culpable?
—Fue la primera vez que no atendí su llamada— confiesa soltando una media risa, sus ojos se cristalizan y su voz quiebra de pronto—. Debí haber respondido.
—¿Y qué fue lo que ocurrió? —pregunta preocupada al ver lo afectado que luce.
Marcus desvía la mirada y se gira hacia la mesa para buscar algo de beber, siente su garganta seca. Susan lo observa confundida, mas no cree correcto el insistir con el tema, es claro que le afecta hablar de ello. Por lo que decide mejor acompañarlo con otra copa.
***
Katy y Mell caminan por los jardines que están a una corta distancia de la fiesta, a la mayor siempre le han gustado las flores, los primeros días en el orfanato cortaba flores para cuando su mami llegara en la noche, siempre había querido tener su propio jardín, pero en el apartamento en el que vivían era imposible.
Ambas disfrutan de la vista, una más que la otra, ya que Mell comienza a desear volver a la fiesta a devorar unos cuantos bocadillos más. Sumergidas en sus mundos, ambas niñas no se dan cuenta de que ya no se encuentran solas.
—Miren quién está aquí— escucha la ya conocidas voz y Katy se sobresalta del susto. —. Es la niña fea— dice la pequeña niña rubia en son de burla.
Editado: 29.08.2020