Beatriz abre los ojos ampliamente, mientras se aparta a pasos lentos del hombre, y lo observa atónita.
— ¿Qué acabas de decir?— pregunta incrédula.
—Tienes que deshacerte de esa niña, Beatriz. Ella solo representará un problema— responde con seriedad mientras se acerca al pequeño bar, ubicado en la sala de estar, para buscar algo de beber.
— ¿A-Acaso estás loco?— farfulla—. No me puedo deshacer de ella, es mi hija— dice con voz temblorosa.
Jared cierra los ojos con fuerza y suspira pesadamente mientras sujeta el puente de su nariz, totalmente irritado.
—No, Beatriz— dice mientras golpea la botella de vodka contra la mesa—. Ella no es tu hija, es solo una niña de la que no sabes nada, excepto que es una maldita huérfana.
Beatriz siente que su corazón se encoge en su pecho; uno de sus miedos se está haciendo realidad. ¿Por qué todos están en contra?, ¿Qué tiene de malo adoptar a un niño?
—Es mi hija— replica con un hilo de voz, mientras sus ojos se cristalizan—. No puedo abandonarla.
— ¡Solo eso me faltaba!— exclama exaltado y avanza hacia ella de manera intimidante—. ¿Me obligarás también a esto? —pregunta viéndola con rencor.
Beatriz se estremece cuando esos ojos grises la observan de esa manera; tan fría. Rápidamente retrocede para alejarse de él, con temor a alguna reacción grotesca por parte del hombre.
—No sé a qué te refieres— responde tragando saliva sonoramente.
—Sabes bien a que me refiero, joder, ¡lo sabes!— grita alterado causando que ella se sobresalte—. Vamos Beatriz, sabes muy bien a qué me refiero, he hecho un sin fin de cosas por ti... Me vi obligado a cambiar mi apellido por el tuyo cuando debió haber sido al revés, crees que lo tienes todo bajo control cuando en verdad estas fuera de lugar. Sí, tú tienes el dinero, tú eres la que manda. "No me cambiaré de apellido Jared, es el apellido de mi padre". Sí, ¿y yo que soy?, ¿solo algo más de tu propiedad?, ¿un títere al que manipulas a tu antojo?
Beatriz lo observa con total confusión, mientras el rostro del hombre se torna cada vez más rojo, reflejando la frustración que él siente en ese momento. Eso la asusta en gran manera.
—Cambié mi vida por ti, me convertí en el insignificante hombre al que envías a las reuniones a las que no quieres asistir, en lugar de ocupar un lugar más alto, no me respetas, no respetas a mi familia, ¿y ahora quieres obligarme a ser el padre de esa... esa huérfana?
—Jared... Tienes que calmarte.
—¿Solo porque tú lo dices?
—Estás ebrio... No sabes lo que dices.
—No, Beatriz. Sé exactamente lo que digo... Y digo que esa niña se tiene que ir— concluye con la respiración agitada. Levanta la mirada y observa a Beatriz directamente a los ojos—. O, me voy yo.
—N-No hablas en serio ¿verdad?... Jared esto es demasiado, ¡es demasiado!
Beatriz no lo soporta más y rompe en llanto. Siente que le falta el aire y que necesita salir de ese momento para respirar aire fresco.
— ¡Solo es una niña! ¿Qué daño te hace?— pregunta entre llanto, su respiración deja de ser constante.
—No es mi hija, no tengo que tolerarla... Ya estoy harto de todo y esa niña lo empeorará.
—No, no será así, te lo prometo.
— ¡Ya estoy cansado de esto!— grita frustrado. Toma la botella de Vodka y la estrella contra el suelo.
Beatriz se sobresalta y retrocede con un temor creciente por ese hombre que, ahora mismo, no reconoce.
— ¡Beatriz!— se escucha la voz de Marcus, quien entra a la sala corriendo junto a Susan.
El primero llega hasta la mujer y la envuelve con sus brazos de manera protectora.
— ¿Por qué no me sorprende que tu perro faldero aparezca?— bufa Jared, cruzándose de brazos.
Marcus lo mira con furia y desprecio, tratando de controlarse para no agredirlo en ese preciso instante, hasta que siente como Beatriz se aparta de sus brazos para poder verlos ambos. A él y a Susan.
— ¿Estás bien?— pregunta Marcus preocupado al ver su rostro lloroso.
Ésta asiente con la cabeza por miedo a que, al hablar, su voz la delate.
—Claro que está bien, idiota, ¿acaso no lo ves?
— ¡Tú eres el idiota, maldito infeliz!, llevas meses fuera y ¿regresas en ese estado?, te voy a partir la cara— gruñe Marcus furioso mientras avanza hacia Jared, pero Beatriz lo detiene posándose frente a él y Susan lo sujeta del brazo.
—Por favor Marcus, no quiero más peleas— suplica Beatriz con la voz temblorosa por el llanto.
Marcus se conmueve en gran manera al escucharla llorar, por lo que la estrecha en un tierno abrazo consolador, lo que permite sentir la temperatura que ella posee en ese momento.
—Beatriz... estás ardiendo.
—No, no Marcus, y-yo estoy bien... solo... solo necesito saber— se interrumpe a sí misma y fija su mirada en Susan—. ¿Dónde están las niñas? —pregunta, angustiada.
—Tranquila... ellas están bien, Alex las llevó a comprar helado.
— ¿Helado?, pero si ya es muy tarde— murmura Beatriz, tratando de controlar su llanto.
— ¿Sabes qué?... yo me largo— exclama Jared, furioso, mientras avanza a grandes zancadas hacia el lobby—. Cuando tomes una decisión, me llamas.
—No, no, Jared... Por favor, por favor no te vayas— suplica Beatriz con voz temblorosa, mientras trata de seguirlo, pero Marcus la detiene sujetándola del brazo.
—Tu presión está muy alta— dice Marcus, con una expresión seria en su rostro—. ¿Qué es lo que tienes que pensar?— cuestiona, ya sospechando en la respuesta.
Los ojos de Beatriz se cristalizan nuevamente, e inclina la mirada tratando de ocultar sus lágrimas.
—No quiere que Katy se quede— dice con un hilo de voz.
Marcus prensa su mandíbula con fuerza, y maldice para sus adentros, sintiendo su sangre arder. Susan, por otro lado, se cubre la boca con la mano y amplía los ojos observándolos con evidente angustia, hasta que escuchan el sonido de un motor siendo encendido, y notan como esto altera a Beatriz.
Editado: 29.08.2020