El hombre de traje camina en círculos por toda la sala de estar, mientras Jared lo sigue con la mirada. Los minutos pasan y comienza a impacientarse, sabe que su mujer llegará en cualquier momento.
—Han pasado, ¿Cuantos años?, ¿cuatro, cinco? Ya ni lo recuerdo. Pero sí recuerdo que tú eras el que no quería volver a verme— comenta el hombre sin dejar de caminar en círculos.
— ¿Qué haces aquí?— repite la pregunta con una expresión nula.
El hombre se detiene al escucharlo, y se gira hacia él. Una sonrisa traviesa se apodera de sus labios formando unos notables hoyuelos en sus mejillas. Avanza hacia Jared, y cuando está frente a él, se pone de puntitas hasta alcanzar su rostro y plantarle un beso en los labios. Jared frunce el ceño mientras lo aparta de sí mismo, sin usar toda su fuerza.
— ¡Ya basta!— exclama con molestia—. Ahora dime qué demonios haces aquí.
—Uff, ¡eres un amargado!— dice en un siseo. Se gira sobre su eje y camina hasta llegar al sillón y sentarse colocando su pierna derecha sobre su rodilla izquierda—. Nuestra madre está muy molesta contigo— fija su mirada en Jared, tamborileando sus dedos sobre el brazo del sofá.
Jared presiona sus manos en puños mientras contiene la respiración, tratando de calmarse. Él ya sabe que su madre está molesta, no necesita que su hermano menor aparezca de la nada a recordárselo.
—Dice que Beatriz la trató muy mal frente a sus invitados, y que tú no hiciste nada— añade arqueando una ceja.
—Ya hablamos sobre eso y Beatriz se disculpó. Ya ha pasado un año, debería superarlo.
—¿En serio crees que eso es algo que se supera?, ¡le faltó el respeto a nuestra amada madre!
—Ni siquiera la quieres, Joseph.
—Tienes razón, odio a esa mujer. Pero, ni aun así permitiría que una cualquiera le falte el respeto— dice sin siquiera cambiar su posición relajada. Tanto su rostro, como su tono de voz demuestran desinterés por el tema.
—Terminemos con esta conversación ahora mismo— ordena Jared, quien, a diferencia del otro, se encuentra muy alterado.
—Sabes...— el menor se pone de pie—. Creo saber lo que pasa, no puedes decirle nada a Beatriz. Después de todo, ella es la dueña de todo esto, incluyéndote.
— ¡Eso es ridículo!— bufa Jared mientras se cruza de brazos.
—Sabes que tengo razón... Jared, cuando hicimos el pacto de casarnos con mujeres millonarias, el convertirnos en sus mucamos no estaba incluido en el paquete.
—Sí, veo quien lo dice...— comenta Jared con ironía—. El único enfermo que se casa con mujeres millonarias y luego les provoca la muerte. A diferencia de ti, Joseph, yo si me enamoré.
— ¿Tan enamorado que engañas a tu esposa?— pregunta con una sonrisa ladina.
Jared abre los ojos de manera exagerada mientras suelta sus brazos, abandonando por completo la posición relajada que apenas había conseguido.
— ¿Cómo diablos...?— su hermano lo interrumpe.
—He estado investigándote un poco, para que veas que no te abandono— dice soltando una risa carente de humor, para luego volver a seriedad—. Mis esposas eran lindas ¿sabes?, la primera era hermosa, pero muy mandona; debía deshacerme de ella. La segunda era igual de bella, y aunque era más sumisa, no podía dejar de lado la promesa que hicimos cuando yo tenía doce y tú veinte, solo nos quedaríamos con su dinero, no con ellas... Pero tú si lo olvidaste cuando te casaste con Beatriz tres años después.
— ¡Tuve una hija!, ¡me enamoré!, tenía una familia— dice Jared subiendo el tono de voz, los guarda espaldas de Joseph se ponen alerta al notar la hostilidad que él muestra.
—Sí... Pero tú te casaste con Beatriz hace doce años, tuvieron una hija dos años después de casarse. La niña tenía ocho cuando murió, hace dos años— replica Joseph posándose frente a él, sin dejar de sonreír al ver la expresión en el rostro de su hermano, ama provocarlo.
—Sí, murió, ¿no crees que ya he sufrido suficiente?— pregunta con nostalgia. Joseph estalla en carcajadas, lo que hace que Jared lo observe con confusión.
—Sabes que amaba a Melody como si fuera mi hija, hermano... es más, si hubiera sido mi hija, seguiría viva. Porque esa es la diferencia entre tú y yo...— deja de reír para verlo a los ojos—. Yo sí sé planear un accidente automovilístico.
Jared se paraliza por completo al escucharlo, siente que su sangre se congela y sus manos sudan helado.
—Baja la maldita voz— gruñe furioso mientras sujeta a su hermano de la solapa de su traje, atrayéndolo hacia él hasta que sus narices rozan—. ¿Cómo diablos sabes eso?— pregunta entre dientes, a lo que Joseph responde con un siseo para que se fije a los lados.
Los dos guardias le apuntan con sus armas, uno de cada lado.
—Yo lo sé todo, hermano, ¿ahora quién es el enfermó?, te convertiste en un infanticida— responde con burla una vez que Jared lo suelta y lo empuja lejos de él.
—Mi hija no debía estar en ese auto— dice con frustración al sentirse culpable—. ¡Dejen de apuntarme con sus malditas armas!
De pronto, la habitación es inundada por una risa que llama la atención de todos en la sala, en especial de Joseph quien frunce el ceño, y Jared, quien no tenía idea de que la niña ya había llegado de la escuela.
— ¿Eso es una niña?— pregunta Joseph viendo a su hermano con una ceja arqueada.
— ¿Acaso no es obvio?— pregunta con irritación—. Es la niña que Beatriz adoptó.
— ¿Puedo conocerla?— la pregunta hace que Jared frunza el ceño en confusión.
— ¿Conocerla para qué?—pregunta mientras se cruza de brazos.
—Solo para conocerla— dice mientras lo pasa de lado para salir de la sala y seguir la risa.
Jared parpadea varías veces para reaccionar antes de correr tras él. Cuando están frente a las enormes escaleras, Beatriz aparece en el lobby; Jared se paraliza al verla, planeaba deshacerse de su hermano antes de que ella llegara.
Editado: 29.08.2020