La Niña Del Orfanato

Capítulo 23

—¡Sabes, mamá? Cuando sea grande me casaré con un príncipe, como Cenicienta.

Beatriz sonríe con ternura mientras cierra el libro y lo coloca a un lado para prestarle total atención a la niña.

— ¿Un príncipe?— pregunta graciosa mientras se recuesta en la cama junto a la ella—. ¿Y por qué un príncipe?

—No lo sé— Katy se encoge de hombros antes de recostar su cabeza sobre el hombro de Beatriz. Ésta sonríe mientras ambas miran las luces de neón que decoran el techo de la habitación—. Mis compañeras dicen que se quieren casar con príncipes, porque tienen castillos.

— Ah, ¿sí?— responde Beatriz tratando de no estallar en carcajadas. Luego de eso se incorpora obligando a la niña a hacerlo igual. Cuando están sentadas una frente a la otra, acaricia su rostro con ternura—. Te diré algo que me dijo mi padre, cariño... Él me dijo: Nunca sueñes con casarte con un príncipe que tenga castillos y tesoros, mejor sueña con ser la reina de tu propio reino— le dice sonriendo antes de inclinarse para besar su mejilla.

Katy ladea un poco la cabeza y esboza una pequeña sonrisa forzada, tratando de comprender sus palabras.

— ¿Tú eres una reina?— pregunta con inocencia, a lo que Beatriz ríe por lo bajo.

—Sí, cariño. Y, eso te convierte a ti en la princesa de mi reino— responde para seguirle el juego mientras la abraza con ternura.

Katy sonríe con emoción mientras le devuelve el abrazo, ronronea suavemente al verse envuelta en los brazos cálidos de Beatriz. Pero, no puede evitar pensar en otra persona a la quisiera abrazar en ese momento.

—Mamá... ¿Sabes cuándo volverá mi mami?— pregunta con un tono de voz triste, mientras se separa de Beatriz. Sus hermosos ojos la observan con ansias y esperanza.

—Eh, cariño— muerde su labio inferior mientras desvía la mirada, su corazón comienza a latir con fuerza y el miedo de decir la verdad la invade. Si le dice que Kath no regresará, ¿Aún querrá estar con ella?, tiene mucho miedo de perderla—. Yo... Tú mami...— comienza a balbucear, pero de pronto el sonido de algo siendo quebrado la interrumpe.

—¡¿Acaso no puedes hacer nada bien?! ¡Eres una Inútil!— se escucha el grito frustrado de Jared por toda la casa.

Beatriz frunce el ceño, siente la mano de la niña estrujar el borde de su camisa y rápidamente dirige su mirada hacia ella; encontrando a la niña encogida en su lugar, con miedo.

—Tranquila corazón— acaricia su cabello con ternura—, Papá solo está de mal humor, ya se le pasará.

Katy hace una mueca cuando escucha la palabra “Papá”. Ella no se siente cómoda llamándolo así; su mirada la asusta.

—Ahora duerme un poco y mañana hablamos, ¿Está bien?

Luego de cubrir a Katy con una manta y darle un beso de buenas noches, tanto a ella como a su muñeca, Beatriz sale de la habitación y se dirige hacia las gradas. Mientras baja, aún puede escuchar los insultos de Jared hacia Amalia.

—Ya es suficiente— dicta mientras se cruza de brazos una vez que entra en la cocina y ve a su esposo parado junto a Amalia, quien se encuentra en el suelo recogiendo lo que quebró.

— ¿Ya es suficiente?— bufa indignado.

Su mirada es capaz de intimidar a cualquiera, sus ojos grises expresan mucho enojo y rencor. Pero Beatriz ya no se inmuta ante esa mirada, no dejará que la intimide de esa manera.

—Esta estúpida mujer quebró la taza que Melody me regaló por el día del padre— dice con impotencia.

—Oh, cariño— responde Beatriz conmovida, mientras avanza hacia él y lo abraza. No sabe qué otra cosa hacer en una situación así y comprende el dolor de su esposo, es el mismo que sentiría ella en una situación similar—. Lo siento, sé lo mucho que significaba para ti.

—No quiero tu maldita lástima, Beatriz— responde de manera grosera, mientras aparta las manos de la mujer, antes de alejarse.

No sin antes tomar un tazón de vidrio y estrellarlo contra el suelo.

Beatriz suspira cansada ante la actitud de Jared, lleva seis días actuando así de extraño, ni siquiera ha podido hablarle sobre Marcus; pensar en su mejor amigo le causa un dolor, no puede creer que las cosas terminarán así entre ellos. Un gemido de dolor la saca de sus pensamientos, cuando vuelve en sí, mira a Amalia arrodillada en el suelo recogiendo los trozos de vidrios que Jared quebró, su mano está sangrando lo cual alerta a Beatriz.

—No, Amalia deja eso— dice con seriedad y se arrodilla junto a ella—. Te cortaste, tendré que curarte. Vamos.

—Pero... Señorita Beatriz tengo que recogerlo— se queja, tratando de resistirse.

—No, yo lo haré después. Tú estás lastimada, tienes que curarte o se infectará; no seas necia y ven conmigo.

Ambas mujeres caminan a paso lento hacia la sala, Beatriz le indica a Amalia que se siente en el sofá mientras ella busca el botiquín de primeros auxilios. No puede evitar pensar nuevamente en Marcus, en que él hubiera llegado corriendo a atender a Amalia como si fuese una herida mortal. Siempre de exagerado. Regresa a la sala y con una pinza saca los trozos de vidrios incrustados en la mano de la pobre mujer.

—Amalia— habla con suavidad mientras atiende la herida—. Creo que ya es tiempo de que te jubiles— dice con seriedad y levanta la mirada para verla a los ojos.

La mujer le devuelve la mirada con una expresión de profunda tristeza. Niega con la cabeza frenéticamente.

—No, por favor señora Beatriz. Lo de hoy no volverá a pasar, se lo prometo... No puedo irme usted me necesita.

—Sabes que eres una de las mejores cosas que me ha pasado. Pero tú ya no puedes cargar con este peso, ese es mi trabajo— hace una pausa para ver nuevamente a la mujer—. No te dejaré desamparada, Amalia. Pagaré tu retiro, te daré un pago mensual por el resto de tu vida... Te enviaré de vacaciones a Hawai.

La mujer suelta una risa triste por lo último, mientras trata de limpiar sus lágrimas, pero estás no le dan tregua.



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En el texto hay: drama, amor familiar, orfanato

Editado: 29.08.2020

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