"¿Los encontraste?" —los susurros entraron en su mente, como todos los días en aquel lugar maldito.
Sus ojos se perdieron en la oscuridad que parecía no tener fin, hace tiempo que se había quedado sin ninguna arma.
"Búscalas, sabes que fue tu culpa" —una vez más el dolor de cabeza empezaba.
—Cállate, cállate, cállate —susurraba al aire mientras yacía hecho un ovillo dentro de una apertura de una roca.
— ¿Papa? —miro una niña fuera de la abertura.
Las voces se detuvieron ¿era ella? ¿Podía serlo? Su hija ya hace tiempo desaparecida, estaba frente a él.
— ¿Inna? —su voz apenas se escuchó.
La niña miró a un costado y comenzó a correr.
— ¡No! Vuelve — Su cuerpo luchó contra el cansancio y se levantó contra todo pronóstico.
Salió del lugar y ya no la encontró, su pelo morado se encontraba todo sucio y descuidado, la noche y la nieve bañaban aquellos malditos bosques, apenas podía ver algo ¿Quizá las bestias? No, no podía pensar en eso, su hija estaba allá afuera y debía buscarla, llevaba una semana desde que había entrado a los bosques por voluntad propia.
"Los hijos pagan el error de los padres" —los susurros continuaron.
— ¿Quién eres? —Gritó, aquellas voces resonaban de rato en rato en su cabeza.
Comenzó a azotar sus brazos contra el aire, intentando golpear a lo que sea que estuviera ahí sin éxito, sus ojos miraron a su alrededor y sin previo aviso apareció un hombre a pocos pasos de él.
— ¿Qué hace un Dvoryanstvo en el bosque? —preguntó un hombre de pelo rojo.
— ¿Un Krasnyy aquí?... No estoy loco —Afirmó mientras balbuceaba— Mi hija, ella está aquí, las voces, no puedo.
Comenzó a enterrarse la uñas que le quedaban en la cabeza mientras las lagrimas le salían de los ojos.
—Cálmate un poco —le intentó calmar sin llegar a tocarlo para que se dejara de hacer daño— mi nombre es Arman, ¿Cómo sobreviviste todo este tiempo aquí? no creo que rezando.
Esa última oración iba dirigida para romper el hielo, claramente no era la mejor elección de palabras.
—A veces —respondió sin titubear, casi como si se hubiera calmado de un momento para otro.
— ¿A veces? —pregunto intrigado.
—A veces, rezo por paciencia. Otras, por un lugar en donde cobijarme.
La llegada de aquel hombre le tranquilizaba un poco era algo que no había tenido desde hace días.
— ¿Por qué no me matas? —le preguntó el andrajoso al recién llegado.
Un aullido sobrenatural se oyó a la distancia y ambos se sobresaltaron.
— ¿Por qué soy un krasnyy? —le dijo casi ofendido— Creo que en el bosque tú serías el último de mis problemas.
—Perdóname, es verdad, mi nombre es Hedeon —Volvió a fijarse en la oscuridad— debo buscar a mi hija.
—Te acompañaré, si eso no te molesta —le dijo con una voz calmada— es mejor que andemos juntos que separados.
—Gracias —le dijo con toda sinceridad.
Había llegado hace una semana, pero lucia como un vagabundo, en cambio miraba al krasnyy y parecía no haber sufrido ningún daño en sus prendas, unas botas limpias y varias prendas de cuero unas sobre otras.
— ¿Por qué estás aquí? —Le preguntó Hedeon al recién llegado.
—Hace una semana mi esposa desapareció en una misión que le habían dado, fue entonces que ella para huir del enemigo se adentró en los bosques, eso me dijo su equipo, no supe más de ella.
—Lo lamento —dijo con algo de pena en su voz— Jamás pensé que sentiría pena por un Krasnyy mucho menos hablar tan plácidamente con uno ¿Qué es lo que te hace pensar que sigue viva?
— Hace unos días pude verla, ella estaba ahí en el bosque, me arrojó un amuleto que yo le había dado la primera vez que nos conocimos —Arman mostró el amuleto en su cuello— decidí venir a buscarla desde entonces.
De repente el tipo corrió detrás de un árbol y le indicó con el brazo que hiciera lo mismo, sin pensárlo dos veces se escondió detrás de otro árbol cercano.