La niñera

Farmacia

Estaba en la farmacia comprando la medicina para las ronchas que le salieron a mi padre en la espalda, la abuela dice que es intoxicación, mi madre dice alérgia y el doctor dice que cobra por la consulta, así que compro pastillas para ambas cosas y ya veremos qué pasa. Trato de elegir los medicamentos más económicos que puedo encontrar. Perdí mi último trabajo en una tienda de ropa porque según ellas "Está prohibido usar la ropa de la tienda sin quitarle las etiquetas para no pagarla" Ya hasta viene en el contrato laboral... de nada.

Tonterías , pero ahora llevo una semana sin trabajar, ya no me queda ni un centavo y mi padre vive de pensión por accidente de trabajo, mi madre de la pensión de mi padre y la abuela de la pensión de mi padre.

Claro que no queda ni un centavo para mi. Así que desde que terminé la secundaria he trabajado, sólo así pude terminar la preparatoria.

Cuando por fin elijo los dos medicamentos para la espalda de mi padre, pido información en la caja sobre si tienen muestras gratis, pero el hombre que me atiende solo retira la vista negando.

No sé qué hacer, si las ronchas de mi padre crecen aún más tendré que compartir habitación con mi madre y solo Dios podría ver a mi madre como una criatura dulce y tierna cuando está dormida.

Regreso al pasillo donde estaba anteriormente para acomodar la medicina que no puedo comprar, cuando presto atención a un hombre de treinta y muchos o cuarenta y pocos que era bastante atractivo, no tenía músculos, ni era un Dios griego, pero tenía clase, la clase que le faltaba a mis padres, abuelos y mi familia entera. Él buscaba con bastante nerviosismo algo en los pasillos y trataba , fallando en taparse la cara.

Si ese hombre robaba la tienda nadie iba a notar que un medicamento para la intoxicación y otro para la alérgia faltaban ¿No? Se detuvo justo al lado de donde yo debía poner de vuelta los medicamentos y tocaba las toallas sanitarias sin saber cual tomar ¡Pobre hombre! Recuerdo cuando envíe a uno de mis novios por unas toallas sanitarias porque había tenido un accidente a mitad de la cita, no podía moverme ni un poco porque parecía un grifo abierto, así que me quedé en un baño mientras él iba. 

Nunca volvió, ni respondió mis llamadas. Me dejó en ese baño durante horas hasta que se hizo de noche y regresé a mi casa caminando, no podía sentarme en ningún lado porque en donde lo hiciera parecería una escena del crimen.

—Hola — Le dije y él inmediatamente me dio la espalda — ¿Su esposa tuvo un accidente?

—No — Dijo en tono amable y apenado.

—Puedo ayudarle, solo dígame ¿Qué pasó?— Dí un salto rápido para mirarle la cara, muy atractivo.

—De verdad ¿Puede dejarme tranquilo?— Escondió de nuevo la cara.

— Sólo quería ayudarlo para que saliera de esta situación que parece que le avergüenza. 

—Estoy bien, gracias — Estiró la mano sin ver y tomó unos tampones.

—Esos son tampones. — Dije en tono de advertencia, entonces se dió la vuelta y se situó delante de mí.— Escuche, no lo conozco, no me conoce y no nos volveremos a ver. Sólo deje que alguien lo ayude porque... créame que si su mujer necesita una en especial y usted le lleva la incorrecta, usted lo lamentará toda su vida.

—No son para mi mujer — Se llevó las manos a la cabeza haciendo un masaje en las sienes — Son para mi hija.

—Y no le dijo de cuáles quería — Traté de seguir la plática.

—A decir verdad ella tampoco sabe de esto... — Se acercó para susurrar — Es su primera vez.

—Entonces, es su primer periodo... entiendo. — Traté de pensar.

—Ella no sabe qué hacer y yo no sé que hacer, no pensé que fuera tan difícil ¿Cómo voy a saber si debo comprar nocturnas? Son las seis de la tarde, en una hora se oscurecerá y creo que eso cuenta como noche. O de flujo abundante, o ultra delgadas, o con alas ¿Por qué eso tendría alas? No lo entiendo. — Hablaba con desesperación.

—Podemos seguir hablando de las marcas y tipos, pero su hija estará muy sensible, así que debemos darnos prisa. — Lo tomé del brazo y fuimos al mostrador, puse ambos medicamentos en la barra para que los cobraran. — ¿Podría darme una toalla nocturna? — El hombre con la misma cara de sufrimiento por sí mismo, me dió una suelta y la anoto en la computadora.

—¿Cobro igual los medicamentos? — Mi plan debía de funcionar.

— No, claro que no. Eso es aparte. — Fingí buscar dinero en mis bolsillos.

—Cobre todo junto. — El señor sacó de su cartera un billete de alto valor y pagó las medicinas también.

—Gracias, se los pagaré. — "Nunca" me decía en mi mente.

—No tengo como pagarle lo que está haciendo por mi y mi hija. —Le restó importancia.

Salimos de la farmacia.

—¿Dónde está su hija? — Dije mirando alrededor.

—¡Oh! En los baños — Seguía un poco nervioso y señaló hacia donde estaban los baños públicos.

—Tranquilo, su hija no morirá. Yo me encargo ¿Cómo se llama?

—Alexander. — Dijo en tono de presentación. Me reí bajo

—Me refiero al nombre de su hija.

—¡Oh, claro! Su nombre es Michelle.

—Espere aquí, iré a llevarle esto a su hija — Entré al baño —¿Michelle?

—¿Sí? — Respondió desde el primer baño con timidez.

—Linda, te lo manda tu padre. — Le pasé la toalla por debajo de la puerta y ella la tomó.

—¿Em...? — Dijo a los pocos segundos.

—¿Qué pasa, linda? — Dije mientras me miraba al espejo, acomodándome el cabello y algún defecto de mi maquillaje.

—Creo que es muy grande.

—Linda, lo siento. No sabía cuál comprar, no sé si estas reglando demasiado o no y una grande es más segura para que no tengas accidentes. Pero ya tu misma puedes comprar las más cómodas para ti.

—Has de pensar que soy una tonta pero, no sé cómo ponerla. — Su tono era muy apenado, pobresita. A lo mejor su madre no ha tenido la charla con ella.

—Desdoblala querida, quitale la envoltura, las dos pestañas...

 

Cuando salimos del baño su padre la miró con ternura.



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Editado: 30.09.2020

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